Por Daniela Barriga Bustos
Académica de Vinculación con el Medio
Escuela de Enfermería
Universidad San Sebastián
Cuando se trata de un fin de semana para celebrar las Fiestas Patrias, pasa desapercibida una fecha importante, y es que cada 17 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Seguridad del Paciente. Ya pasadas nuestras Fiestas, podemos detenernos a revisar si hemos avanzado en ese aspecto tan crucial de los sistemas de salud.
La seguridad y mejora continua de los procesos al interior de los establecimientos de salud debe ser parte de la cultura organizacional. Para lograrlo, es indispensable generar alianzas desde la política pública, las instituciones de salud, organizaciones de la sociedad, pacientes y familia, para avanzar en conjunto hacia la eliminación de los daños evitables en la atención sanitaria, promoviendo así una cultura de seguridad en cada nivel de atención y cada persona.
En Chile hemos avanzado en la implementación de acciones de salud más seguras. Se cuenta con normas, protocolos, sistemas de aseguramiento de la calidad y mecanismos para monitorear incidentes y eventos adversos, pero, a pesar de los esfuerzos, según la literatura aún alrededor del 95% de los eventos adversos no se notifican, en gran parte, por temor a recibir sanciones punitivas.
El llamado es claro: es necesario crear canales de comunicación con las personas para hacerlas partícipes tanto de las decisiones respecto de su propia salud, como de la generación de las políticas públicas que tienen relación con la salud poblacional. Esto, entendiendo que la seguridad y satisfacción son temáticas que van de la mano y que además tienen efectos en el bienestar de la comunidad.
En este aspecto, es clave el papel que tienen los propios pacientes junto a sus familias y personas cuidadoras, cuya voz debe ser escuchada.