A raíz de la efervescencia nacional que despierta la presencia de Chile en el Mundial de Fútbol, mucho se ha dicho respecto de la conveniencia o no de que las empresas permitan a sus trabajadores ver los partidos de la Selección que en su mayoría se disputan en horario laboral.
Existe relativo consenso en torno a que congregarse frente al televisor para alentar a “La Roja”, tiene efectos positivos en el clima laboral, pero en términos de cifras, según análisis del Banco Central, los días de la semana tienen diversos ritmos de productividad. Así, un miércoles es más productivo que un sábado y éste, a su vez es más productivo que un lunes.
Además, por los horarios de los partidos, podría hablarse de que el país en el peor de los casos podría perder casi medio día hábil lo que se traduce en un impacto anual en el PIB que no alcanza a llegar al 0,05%. Pero como contrapartida, los efectos en el consumo y la actividad económica pueden ser positivos con el paso de los días y los anhelados avances nacionales a rondas finales.
Con todo, parece ser un buen momento para que los jefes, tradicionalmente asociados con líderes de equipos más bien autoritarios y poco flexibles, se transformen en gestores de felicidad o “gefes”, tal como plantea la administración moderna, porque finalmente, no hay que olvidar que el recurso más importante, es el humano y si hay algo que el nuevo “gefe” debe procurar es que las horas que los empleados viven en la empresa sean productivas, pero también felices.
Por Juan Pablo Würth
Académico
Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas
Universidad Central
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