“El requisito para ser diputado o alcalde es ser ladrón y yo no lo soy” (Mario Sepúlveda, uno de los 33 mineros rescatados de mina San José).
Por Arturo Alejandro Muñoz
El mejor dato disponible es el que publicó recientemente la encuesta ADIMARK, además, no existen antecedentes distintos que permitan refutar lo que esa encuesta informa. Los ‘distinguidos’ miembros del Senado cuentan con un rechazo en la opinión pública cercano al 79%, mientras los ‘honorables’ diputados son propietarios de un rechazo público que se empina en el 82%.
Hoy se da un fenómeno político que resulta ser inédito en nuestra Historia, ya que existe una oposición ampliamente mayoritaria, sólida, pero lo interesante, y que hace único al fenómeno, es que tal oposición lo es no sólo contra el oficialismo sino, también, contra la ‘oposición a ese oficialismo’. En términos simples, se trata de una fuerte y creciente oposición que se enfrenta a la gobernante Nueva Mayoría, a la Alianza, y a los colgajos de ambos bloques (Evopoli, Amplitud, MAS, PRI, etc.).
Converse con cualquier parlamentario de manera informal, aborde este tema y comprobará que el ‘honorable’ coincide con usted en cuanto a la gravedad de la situación, puesto que ni siquiera pondrá en tela de juicio que el actual nivel de desprestigio de los poderes del Estado conlleva un serio peligro de desestabilización del sistema político y, junto a ello, la posibilidad del surgimiento de cacicazgos nacionalistas que, bien sabemos, culminan de mala manera para el país y su gente.
No obstante, aun sabiendo lo anterior y siendo conscientes de lo que ello implica, muchos parlamentarios y dirigentes de tiendas partidistas optan por el statu quo, por el inmovilismo… o como bien dicen los abogados, apuestan sus fichas al “no innovar”, pavimentando su propia ruta hacia nuevas corruptelas y traiciones. Si hasta ayer eran ‘caradura”, hoy son ya “caras pétreas”. La cloaca ha sido abierta y nadan, orondos, en sus propias miasmas sin pudor alguno ni temor ante la crítica ciudadana, la que por cierto se meten al bolsillo o se sientan sobre ella.
Me permito coincidir con lo escrito por el periodista alemán Michael Schmitz en la revista Der Spiegel: “Para la mayoría de la gente es algo sabido: Políticos y grandes empresarios son corruptos. Y, en efecto, encontramos claros indicios que justifican esa impresión”. Por cierto, en nuestro querido Chile los indicios de aquello son aún más voluminosos, pues resulta que ahora ser delincuente -con o sin corbata- es un asunto de habitualidad, o de una especie de ‘oficio laboral’ rentable, para ciertos segmentos de la población,.
Los parlamentarios han protocolizado esa actividad convirtiéndola en profesión… y más aún, en profesión cínicamente ‘válida’. Sus ejemplos personales así lo indican. Por otra parte, mucha prensa avala lo anterior al otorgarle a la criminalidad (de los de arriba y los de abajo) amplio espacio en sus noticieros centrales, con lo cual se ratifica lo mencionado por Michel Foucault, en su libro “Las redes del poder”, en relación a la existencia de estados policiales administrados por muchos políticos quienes, a su vez, son subordinados de los mega empresarios y de los coyotes financieros. Dice Foucault:
“La delincuencia tiene una cierta utilidad económica-política en las sociedades que conocemos. La utilidad mencionada podemos revelarla fácilmente:
<cuanto más delincuentes existan más crímenes existirán, cuanto más crímenes haya más miedo tendrá la población, y cuanto más miedo haya en la población más aceptable y deseable se vuelve el sistema de control policial>
<la existencia de ese pequeño peligro interno permanente es una de las condiciones de aceptabilidad de ese sistema de control, lo que explica por qué en los periódicos, en la radio, en la televisión, en todos los países del mundo sin ninguna excepción, se concede tanto espacio a la criminalidad como si se tratase de una novedad en cada nuevo día>
Respecto de lo mencionado me permito una reflexión que, supongo, cuenta con apoyo más allá de mi círculo familiar. La mentada criminalidad se observa no sólo en eventos de corruptelas, robos y traiciones (asuntos característicos de las dos principales cofradías políticas de la actualidad), sino también en las declaraciones que esos eméritos individuos expresan de tanto en tanto, con una frescura de cutis que ratifica la pésima imagen que de ellos tiene la opinión pública.
He aquí algunas ‘perlitas’ tomadas al azar, indicativas de cuán pobres son las argumentaciones utilizadas por algunos políticos -y otros personeros supuestamente importantes en el quehacer nacional-, al momento de dar explicaciones a la sociedad respecto de decisiones que comprometen el bienestar común.
<Si se despenaliza el aborto los más felices serán los violadores, ya que no habrá bebés para enjuiciarlos> (una diputada UDI, de cuyo nombre no quiero acordarme, pues siento vergüenza ajena).
<El aborto terapéutico es un “control de calidad a la raza humana> (Jacqueline Van Rysselberghe).
<Quemaría al 26% que (según encuesta Adimark) apoya a M.Bachelet> (tuit de Rodolfo Garraud S., Consejero de Evópoli).
< “Cómo esa negra tatuada va a ser candidata nuestra”> (diputada María José Hoffmann refiriéndose a Lily Zúñiga, periodista que fuera jefa de prensa de la UDI).
<Si se hubiera aprobado la idea de legislar sobre un proyecto de ley que reintrodujera la esclavitud en nuestra patria, habría sido menos lesivo para el Estado de Derecho que la aprobación de la idea de legislar sobre un proyecto de ley que aprueba el aborto, entendido como acción que se propone interrumpir el embarazo> (Felipe Bacarreza Rodríguez, obispo de Los Ángeles).
<Solicito rendirle honores en sus exequias; es lo que corresponde. Se hará de acuerdo a toda nuestra legislación. No es lo que a mí me guste o no me guste. Así de claro. Ni más ni menos> (diputado Jorge Ulloa, solicitando al ejército rendir honores al mayor asesino serial –casi genocida- en la historia de nuestro país, el reo Manuel ‘Mamo’ Contreras, cuando este fallezca).
Pero, a mi juicio, la guinda de la torta la colocó un individuo que no es, precisamente, político profesional… aunque se acerca a ello, pues se trata de un abogado. Mas, no de un leguleyo cualquiera, puesto que se le conoce como Decano de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica (según alguna encuesta que deambula por las redes sociales, la cual asegura que la PUC es “la mejor universidad chilena”), persona de la que, debido a su nivel académico, se espera y se exige una debida racionalidad y una visión objetiva del mundo de las personas y de las cosas.
<La lluvia es clamor del cielo por los inocentes que morirán si se consolida legalización del aborto> (Tuit de Carlos Frontaura, decano de la Facultad de Derecho de la PUC, quien aprovechando la ocurrencia de un frente de mal tiempo que afectó a la zona central, en las redes sociales aludió a lo aprobado por la Comisión de la Cámara de Diputados respecto de las tres causales del aborto terapéutico).
En resumidas cuentas, el intento de Michelle Bachelet –aunque tibio y vacilante- por llevar a cabo su programa de gobierno en determinadas materias, desató las iras de un sector de nuestra sociedad. Es el mismo que en 1988-89-90 se vio obligado a “casarse con la democracia, sin amarla ni jamás haberla amado”, pues resulta que en ese sector conviven conservadores amantes del neoliberalismo salvaje con nostálgicos de la dictadura, así como también pululan variopintos feligreses de algunas de las iglesias que existen en Chile, desde la evangélica (esa del pastor Soto) a la católica vaticana (aquella de Karadima, Medina y Ezzati).
Parafraseando al viejo refrán, cuando a la casa de la política entra la crisis por la puerta, de inmediato escapa la dignidad por una de las ventanas. Pero, en el caso que nos ocupa (el caso chileno), la dignidad de los políticos huye en voluntariosa procura de vestimentas acordes a su nuevo estado de cinismo y contumacia.
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