La dualidad de la teletón. ¿Obra social irremplazable o el negocio del siglo?

Publicado por Equipo GV 6 Min de lectura

Por Giancarlo Barbagelata.

teleton

Quizás sea la Teletón más difícil desde que se creara por allá en 1978. El clima que se ha generado en cierta parte de la población, parece ser particularmente hostil para este evento, que por años ha sido el ícono del auto conformismo social, transformándose en una píldora masiva de auto satisfacción, que nos hace creer que somos personas solidarias.

De alguna u otra forma la Teletón, es él evento que permite a las personas comunes y corrientes, decir soy parte este país, y tengo un logro del cual puedo ser parte con autoridad. Los años que han pasado han permitido que tanto ricos como pobres hayan empujado para el mismo lado, al menos durante 27 horas, lo cual el término práctico no deja de ser un factor positivo.

Pero si hablamos de dualidad, el factor negativo se da principalmente por la forma en la que se lleva a cabo. Quizás, esto sea lo que detonó la declaración de la ONU, al recomendar, no hacer este tipo de eventos, ya que menoscaba la dignidad de las personas con habilidades especiales, haciéndolos sujetos de caridad, lo cual genera efectos colaterales negativos, al crear una barrera entre los ciudadanos comunes y corrientes y todos aquellos que presentan algún tipo de limitancia física o cognitiva.

¿Pero es suficiente que la forma no sea la adecuada para no llevarlo a cabo? Esta es la gran pregunta que nos debemos hacer. ¿Alcance esto para que se vuelva inviable? No lo creo.

También, están los que reclaman el excesivo protagonismo tanto de los rostros y de las marcas que auspician el evento. Que descuentan impuestos, que lo que venden es más de lo que aportan, que se pelean por minutos en pantalla para ganar imagen, que parte de lo recaudado llego a los bolsillo de Don Francisco, son solo algunas de las afirmaciones que rodean este evento y año a año siembran dudas sobre la prolijidad de un evento benéfico que pareciera ser tan inofensivo y positivo.

Lo cierto, es que la aparición de las marcas es excesiva. De eso no cabe duda, pero en promedio los aportes de las grandes marcas, superan los 100 millones e incluso existen aportes que llegan a los 700 u 800 millones de pesos. Dinero, que de alguna u otra forma nunca habría llegado a usos benéficos, pues de haber llegado directamente a impuestos, la excesiva burocracia, “apitutatamiento” y la ineficiencia, podrían haber hecho que ese dinero de unas cuantas empresas se hubiese diluido y finalmente nunca habría generado beneficio social.


De alguna u otra forma, si existen niños beneficiados y por sobre todo padres, que ven en esta institución un lugar real, presencial y físico donde si existen profesional que colaboran y que aportan mucho más que unos cuantos trolls, que reclaman todo por internet, pero que rara vez se les ve en persona solucionando algo por ellos mismos. Entonces, la pregunta es, ¿queremos terminar por la teletón a cambio de qué? Porque si la queremos cambiar por “nada” indudablemente es mejor que siga existiendo con sus errores, malformaciones y pecados, ya que no se ve un futuro cercano un estado o gobierno que se ponga los pantalones con las personas con habilidades especiales y que los incorpore a todos, no tan sólo a niños o personas que cumplan ciertos requisitos técnicos para poder ser beneficiados, como si ocurre actualmente.

Quizás la gran crítica objetiva que se le puede hacer al formato teletón, es la exclusividad de marcas por rubro ¿por qué? Porque solo permitir un holding de Supermercado si puede aportar 2 o 3? Ahí creo que el objetivo comercial, se pone por sobre el final (ayudar a niños y recaudar lo máximo posible) ya que si pudieran aportar 2,3 o 4 marcas por rubro la recaudación total subiría en demasía, pero las marcas perderían el privilegio de marcar diferencias por sobre la competencia, y es ahí donde si hay un conflicto ético en la organización, pues quizás se podrían tener el doble de centros de rehabilitación, si tan solo se implantara este medida, que seguramente sería impopular entre las compañías, que verían mermado su beneficio en imagen.

Finalmente, la respuesta estará en todos y cada uno de nosotros. La Teletón si es un negocio en sí mismo, pero siendo un negocio en sí mismo, es un aporte mucho mayor al quedarse sentado en la casa esperando que pasen las cosas por obra del más allá. De alguna u otra manera, las redes sociales han permitido que nazca un “personaje tipo” que solo destruye ideas, que jamás propone sustitutos o planea al menos una idea paralela que supla los beneficios indirectos de un evento como la Teletón.


La dualidad de la Teletón es tal, pero se debe poner en la balanza y en su justa medida las magnitudes de sus beneficios y errores.

Columna de Giancarlo Barbagelata @giancarlomkt

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