La impenetrable epidermis de empresarios y políticos permite a ambos esquilmar al país con el beneplácito que otorga una prensa canalla y una sociedad adormecida por el individualismo y la falsa propaganda de vivir en un país “que transita hacia el desarrollo”.
Por Arturo Alejandro Muñoz
Columnista Granvalparaiso.cl
El calor, el dinero, las arañas de rincón y los políticos tienen una correlación muy sugerente. En el campo se sabe que los días y noches extremadamente calurosas obligan a las arañas de rincón a abandonar sus escondrijos y salir a recorrer cuartos, galpones, bodegas y salas con el movimiento sincronizado de sus cuatro pares de patas, poniendo en peligro la existencia de los seres humanos.
Si el calor logra eso con las loxosceles laetas, el dinero hace lo suyo con los políticos… o al menos con la mayoría de ellos, pues ante cualquier posibilidad de repartija de dólares, yuanes, euros o humildes pesos chilenos, abandonan sus compromisos de honestidad y de representación popular dispuestos a traicionar lo prometido en campañas y engordar sus faltriqueras hasta el hartazgo. Los empresarios no le van en zaga, por el contrario, encabezan las huestes de la avaricia y la inmoralidad.
En estos últimos años hemos sido testigos del mal actuar de nuestros políticos (no de todos, obviamente) cada vez que una megaempresa les hace oler el aceite fenicio y los captura para legislar en su beneficio directo, generalmente actuando en contra del bien común y, en algunos casos, en ostensible detrimento del país. Pocos parlamentarios, ministros, subsecretarios (e incluso presidentes de la república) se salvan de esta crítica.
¿Chile debe su desarrollo exclusivamente a la iniciativa, audacia y capacidad de la empresa privada? Por supuesto que no. Esa es la falacia propalada por los predadores que pretenden adueñarse del país y de sus recursos naturales, pero los fríos hechos demuestran que la verdad transita por otro riel, aunque siempre con la inequívoca ayuda de los políticos de turno en el Legislativo. Hace muchos años, ello no era así… hoy sí lo es. Vea usted lo siguiente.
Período 1939 – 1973: el violento terremoto que en el mes de enero de 1939 destruyó las ciudades de Chillán y Concepción cobrando más de treinta mil víctimas, apenas iniciado el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, otorgó al mandatario radical la posibilidad de crear la CORFO (Corporación de Fomento de la Producción), institución fiscal que durante más de cuatro décadas investigó, propuso, invirtió (dinero del estado chileno) e inició exitosamente actividades fabriles y productivas en áreas donde la empresa privada había asegurado que ‘no existía posibilidad alguna de gerenciar ni administrar nada’.
Sin embargo, la CORFO lo hizo exitosamente. Ahí estuvieron, en su momento, empresas de total éxito como CAP (Huachipato), ENAMI, SERCOTEC. INACAP, IFOP, SENCE, IANSA, ENDESA, la UTE, Centrales Hidroeléctricas, Chile Films, ENAP, MADECO, ENTEL, TVN, y una multitud de otras empresas (más de 300) de rubros varios, como textiles, metalmecánica, agrícola, maderera, pesquera, automotriz (Fiat, Citroën y Peugeot), vestuario, etcétera.
Decenas (quizá centenares) han sido las pioneras empresas creadas por CORFO, las cuales, una vez demostradas sus capacidades ‘económicas’, fueron EXIGIDAS por los capitales privados como elementos aptos para la privatización.
Período 1964-1973: durante dos siglos los terratenientes criollos mantuvieron sus propiedades en el más absoluto nivel de “no producción”, puesto que el 60 % o el 70% de esos extensos kilómetros cuadrados o hectáreas de fundos y haciendas estaban improductivos, dejados a la mano de Dios, constituyendo simples e inútiles paisajes.
El presidente Jorge Alessandri Rodríguez (1958-1964) inició, aunque tibiamente, el proceso de reforma agraria que sería incrementado y terminado por los mandatarios Frei Montalva (1964-1970) y Allende Gossens (1970-1973) a través de instituciones como CORA, INDAP e INIA.
Una vez que esos gobernantes demostraron que Chile podía ser una potencia en producciones frutícolas y madereras (todas ellas, hasta ese momento, administradas por el Estado), los inversionistas privados, histéricamente, exigieron al gobierno de turno (era entonces el momento de la dictadura militar) la “venta” (privatización o regalo, en realidad) de todas las empresas fiscales, incluyendo las agrícolas, lo que se efectuó vergonzosamente durante el último año del gobierno dictatorial pinochetista -principalmente en el segundo semestre de 1989-, a precios risibles y en condiciones insignificantes en su cuantía monetaria. Fue, sin duda, el mayor robo conocido en la Historia de Chile.
Período 1990 en adelante. Y para qué hablar de los regalos efectuados por el duopolio Alianza-Concertación a mega empresarios particulares, como ocurrió con los glaciares del Norte (Barrick Gold), las salmoneras y bosques en el sur, las reservas de agua en la zona austral, el borde costero, el mar chileno, los nuevos minerales cupríferos, y un etcétera tan largo como día lunes, pero siempre con la prospección, apoyo e inversión y primera administración del Estado.
Por cierto, esto podría extenderse mil líneas más relatando ejemplos indesmentibles respecto de cómo los ‘privados’ han aprovechado el esfuerzo de gobiernos y sociedad civil chilena para agenciarse exitosas empresas descubiertas, iniciadas y estructuradas por el Estado, a bajo precio merced a las dádivas de los yanaconas que pululan en el Legislativo y en el Ejecutivo, a quienes la “prensa canalla”(la servil) y las tiendas partidistas apoyan.
En resumen, los inversionistas privados no han arriesgado un mísero centavo en proyectos, fábricas y empresas que el Estado no hubiese ya iniciado comprobando su rentabilidad, pues definitivamente en Chile la mayoría de los mega empresarios, así como casi la totalidad de los poderosos latifundistas, han logrado sus fortunas robando, expoliando, evadiendo impuestos, corrompiendo a las autoridades locales y nacionales, e incluso asesinando (por mano propia o por medio de sicarios como jueces venales, militares y policías). La mayoría de esos enriquecidos empresarios y latifundistas provienen de familias clasistas, sediciosas, ladronas. Y es fácil comprobarlo recurriendo a la Historia, o al más reciente botón de muestra. Pase y lea, pero no deje de sorprenderse e indignarse. .
Ahora –año 2019- el presidente Sebastián Piñera, adalid de los grupos privatizadores a toda escala, agregaun duraznito más a su ponche de privatizaciones predadoras al pretender entregar a perpetuidad los derechos de aguas a ciertas empresas… privadas, por cierto. Podría asegurarse –si se toma en cuenta el ciclo del agua- que las nubes tienen dueños en Chile. Caso único en la Historia de la Humanidad.
Obviamente, ser “propietario del agua” reporta un ingreso económico estratosférico que se sustenta en la expoliación de las comunidades y en la explotación ad infinitum de las necesidades básicas humanas mientras la sociedad civil duerme el sueño de la desidia.
Así es fácil ser rico. Sólo se requiere contar con la ‘buena voluntad” (la interesada voluntad) de varios políticos en el poder legislativo y el visto bueno condescendiente del socio que ocupa el sillón de O’Higgins. La Historia lo demuestra sin ambages.