La Mujer de los perros

Publicado por Equipo GV 11 Min de lectura

Por  MALUCHA PINTO, actriz.

No sé, no sé, no sé.

No puedo seguir leyendo…

Una explosión, un viento helado, el dolor, la locura, la honda tristeza. Cae en mis manos: “Ingrid Olderock, la mujer de los perros” justo en estos días de llovizna fina, de luna que cruza el cielo en la madrugada y aúllan los lobos. No hay olvido, la verdad de cuela entre las rendijas del tiempo.

Vivimos días de campañas y terrores, de bombazos miserables, misteriosos, de autores desconocidos y de origen dudoso, de titulares que promueven tormentas y esta Nancy Guzmán entra a la arena con este texto científico, esta investigación periodística perfecta que rastrea a la mujer de origen alemán, la mujer creadora del cuerpo femenino de la DINA, la mujer que Contreras llamaba “la Rucia” y que entrenaba perros para que vejaran a jóvenes de nuestra patria.

Nancy presenta con maestría las circunstancias que rodean a esta agente, el tiempo que elige transitar y la manera en que lo hace. Esta periodista analiza el modelo, la metodología de exterminio que la hace posible. Nos diseña, paso a paso, la manera cruda y específica de cómo triunfan los poderosos y su ideología en el mundo, cómo hacen sus alianzas y desarrollan estrategias, de cómo necesitan sus sórdidos brazos armados para triunfar en la tierra.

Nancy Guzmán no nos deja escapatoria. Tiene datos, entrevistas, hechos. Ella nos obliga a encarar la felonía como método perfecto de aniquilación de un paradigma y de las personas que lo encarnan.

Entonces estos días de discursos airados que se alzan en contra de cambios mínimos con voces engoladas. Estas voces que fueron cómplices de infortunios y acompañantes de calacas bien vestidas que se enseñorean por la tierra chilena, se convierten en días duros de caminar. Con asombro asisto al espectáculo de miles de chilenos y chilenas que hacen eco de esos chillidos histéricos. No hay que cegarse, chillan y son escuchados.

Mi país está herido de muerte, le inyectaron pentotal para morir, para olvidar. Mi país, el mío, es un detenido desparecido.

Mientras leo este libro vuelvo a escuchar los gritos, mi imaginación reconstruye subterráneos, el mundo oscuro, las tinieblas, el espacio de los monstruos y las pesadillas horrorosas. Con espanto me entero, de sopetón y sin aviso, del momento exacto en que mi prima hermana, la Patricita, fue asesinada, ahorcada con un alambre porque se resistía a sucumbir a la muerte propuesta por el pentotal amarillo. Te grito a ti que la ahorcaste… ¡Nunca te paraste frente a sus ojos, nunca pusiste tu corazón frente al suyo, nunca sus pájaros, nunca una intuición de brisa que anuncia la primavera, nunca su piano y sus ojos taciturnos!

Queda claro que no se trata de bestias salvajes, aunque las recluten, de sádicos masoquistas, aunque los recluten, de seres enfermos, locos de remate, personas que se extralimitaron y torturaron a sus compatriotas. ¡No!, se trata de un sistema estudiado y cuidadosamente diseñado con mente de ingeniero, una metodología refinada, perfeccionada, una metodología de destrucción en la lógica perversa del enemigo.
Pero no se confundan. En este texto queda claro que no se trata de bestias salvajes, aunque las recluten, de sádicos masoquistas, aunque los recluten, de seres enfermos, locos de remate, personas que se extralimitaron y torturaron a sus compatriotas. ¡No!, se trata de un sistema estudiado y cuidadosamente diseñado con mente de ingeniero, una metodología refinada, perfeccionada, una metodología de destrucción en la lógica perversa del enemigo. Nancy Guzmán con maestría va revelando un plan, técnicas, lugares, estudios, filosofía, políticas que conducen al aniquilamiento total del “enemigo” en distintos planos y capas.

Este libro vuelve a abrir mi herida que no sana. Vuelvo a salir desmelenada a preguntar por mis primos, mi familia, mis amigos y amigas, mis compañeros y compañeras, a los constructores de un mundo que casi, casi fue aniquilado. Tengo un tajo, indeleble, para siempre.

¿Estamos pegados en el pasado, como nos dicen despectivamente los que apoyaron esos 17 años de tragedias y terrores?

¿También los que lucharon porque se acabara de una vez y hoy viven de espaldas a ese tiempo oscuro?

¿También los que no se enteraron de nada, los que prefirieron no enterarse, los que no se involucraron?

Asomarse a ese pasado apesta, no gusta, pica. Nos han tildado de amargados. Nos han conminado a dar vuelta la página para atender la imperiosa necesidad del futuro.

YO TAMBIÉN QUIERO FUTURO PERO…

¿QUÉ HAGO CON LO QUE TENGO ADENTRO?

Quiero el tiempo que no nos dimos como nación soberana para recorrer el camino paso a paso y que Nancy recorre con ojo de águila, aguda, penetrante casi fría, científica.

Quiero hacer preguntas, todas las preguntas. De verdad lo necesitamos, lo necesito, para que esta herida deje de doler. Nos arrebataron la posibilidad de hablar del tema, descubrir hondamente lo que esos horrorosos años de dictadura significaron para cada una y cada uno de los habitantes del largo país a punto de caerse al mar. Resultó de mal gusto seguir dándole espacio a esa conversación ciudadana. Todo lo que nos pasó fue y sigue siendo la piedra que impide entrar al futuro. Lo que nos obstaculiza para construir una vida verdadera, amorosa.

Todo esto nos impide ser un país desarrollado de veritas y no esta patética réplica de uno. Hacemos como si fuéramos uno arrastrando nuestros pendientes. Hacemos como si fuéramos uno llenándonos de riquezas, espejos de vidrio, cuentas de colores y un terror que nos aleja de toda felicidad.

¡¡¡No entraremos al futuro porque falta descubrir qué pasó en el alma de este país!!!

Aquí hay que sentarse a hablar, ¡por la misma mierda! y de una vez, qué pasa con la gente de una patria sometida al toque de queda por largos años, ¡¡¡obligados a acostarnos a una hora, sino a la cárcel!!! En el peor de los casos, acribillados.

Una patria sometida a prácticas autoritarias, a tardes eternas mirando televisión mientras mataban, torturaban, exiliaban a nuestr@s compatriotas.

Hay que preguntarse qué huella dejaron los allanamientos en poblaciones, los encapuchados que delataban. Que huella dejó la Venda Sexy y todas las otras casas de exterminio incrustadas en medio de barrios residenciales que seguían viviendo, temiendo, negando.

Qué dejó instalado en la convivencia el haber pasado tantos años callados, con políticas económicas impuestas y sin debate, sin tener derecho a opinar en relación a nuestros destinos individuales y nuestros destinos como ciudadanos.

Qué nos ocurrió a todos viviendo marginados de la cultura y el arte, de la belleza, de la información amplia y diversa, de la libertad de expresión.

TODO ESTO DEJA HUELLAS Y HAY QUE CONVERSAR Y DESCUBRIR. Nancy hace este inmenso y monstruoso aporte que cuesta leer, que me demoro en recorrer, y lo hago con una arcada atravesada, con un aullido encerrado entre la garganta y el corazón.

Vivimos en un clima de amenazas solapadas, sutiles y obvias, que operan desde lo más profundo. Hacen eco.

No somos felices, estamos dormidos, asustados de que pase algo terrible, no tenemos ganas de hacer el amor, mórbidos, endeudados, dopados.

Hay que abrir la conversación, sobre lo que pasó, cómo pasó, desde donde se gestó. Hay que hablar de las profundas consecuencias sociales, humanas, políticas que ese modo tuvo en cada uno de nosotros y en el nosotros colectivo.

Hoy es tiempo de empaparse y tiritar bajo el cielo negro y que Dios nos pille confesados porque es hora de comunicarnos con coraje.

La tormenta viene a despertar lo que está dormido.

Leyendo “Ingrid Oledrock, la mujer de los perros”, decido nunca más deshumanizar a nadie. Ni siquiera a los señores de voces engoladas, ni siquiera a las bestias salvajes. Cuando te quito la humanidad estoy perdida, cuando te declaro mi enemigo y estoy dispuesta a hacerte daño, destrozarte, estoy perdida y el mundo entero está perdido. La metodología de usurpación a través del horror fue esa: despojarnos de nuestra humanidad, no poner su corazón frente al nuestro, tomarnos de las manos, mirar adentro de nuestros ojos.

Sí, es verdad, este sistema ejerce violencia extrema contra miles, contra millones. La violencia que se ejerce contra el pueblo africano, contra los pobres del mundo, los discapacitados, contra cada uno de nosotros, es inconmensurable pero nos queda nuestra humanidad. Nos queda ese lugar donde vive la ternura, el espacio sagrado de la delicadeza, la vulnerabilidad, la posibilidad de empatía, el asombro, el placer, la dulzura, el éxtasis. Eso señores, no me lo quitaran nunca, lo declaro para siempre. Eso estará inspirándonos y recordándonos que otro mundo es posible. SI, OTRO MUNDO ES POSIBLE.

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