La sensata opinión del Papa

Publicado por Equipo GV 6 Min de lectura

Por Niko Schvarz.

papaEn medio de la conmoción internacional por el mortífero atentado contra Charlie Hebdo, se publicó una contratapa firmada de LA REPÚBLICA bajo el título: “Je ne suis pas Charlie”. Comparto ese criterio. Yo tampoco soy Charlie. A esto se agregaron pocos días después las opiniones vertidas por el Papa Francisco en su viaje a Sri Lanka (Ceylán) y las Filipinas, que provocaron intenso revuelo. Yo comparto también la esencia de las opiniones del Papa, que salieron al encuentro de visiones dominantes en escala internacional.

Hay dos principios básicos que a mi juicio deben regir el análisis de estos temas. Uno es la libertad de expresión, que es un derecho irrestricto, absoluto, que no admite ninguna cortapisa. Cada cual tiene el derecho de opinar lo que le parezca y de expresarlo por los medios que tenga a su alcance, sin restricción de ninguna especie. Este derecho tiene un correlato, que es intrínseco al mismo, que no lo limita en forma alguna pero que lo acompaña como la sombra al cuerpo: y es la libertad que tiene cada uno de expresar su propia opinión acerca de las opiniones vertidas por otros. Y si yo condeno la opinión expresada por un medio, no estoy cercenando la libertad de expresión, sino ejerciéndola plenamente a mi vez.

El otro principio de validez absoluta y universal es el que posee cada ser humano de practicar la religión que haya elegido, o de no practicar ninguna. Este derecho entraña, como consecuencia ineludible, que debe ser respetado en sus creencias, aún por quienes son contrarias a ellas por cualquier razón.

Pues bien: aplicando estos principios, declaro que “je ne suis pas Charlie”. Porque ha realizado una prédica agresiva, de baja estofa, insultante contra las convicciones religiosas de cerca de dos mil millones de integrantes del género humano. Lo ha hecho con reiteración, en forma obcecada y en el estilo más rastrero. Voy a dar un solo ejemplo, que se agrega a los múltiples citados en el debate: es una carátula ilustrada que hace referencia al “Coran de la merde”. En esos términos. Yo había visto el facsímil, y lo encuentro reproducido en LA REPÚBLICA del jueves 8, en la página 4. Esto es hacer un periodismo de cloaca.

Yo condeno de manera categórica, rotunda, sin ningún atenuante, el atentado contra los periodistas del semanario y el personal del mercado, no solamente por razones humanitarias, sino también por convicciones políticas contrarias al atentado individual, considerando que el mismo es absolutamente contraproducente. No voy a reeditar la polémica generada  respecto a los atentados individuales a fines del siglo antepasado, pero lo cierto que sus conclusiones contrarias a los mismos siguen plenamente vigentes. Por lo tanto, la condena a ambos atentados es concluyente y sin vueltas.

A todo esto entra en escena el Papa Francisco, quien trajo el tema a tierra en su doble aspecto con las siguientes palabras: “Matar en nombre de Dios es una aberración. Pero tampoco se puede provocar e insultar la fe de los demás. Y si alguien dice una mala palabra en contra de mi mamá, puede asegurarse un puñetazo”. (En la versión italiana: “Non si deride la fede altrui, se un amico insulta mia  mamma si aspetti un pugno”). Aquí están contemplados los dos aspectos de la cuestión: la condena tanto al atentado como a la campaña provocativa del semanario. Conceptos plenamente compartibles.

Hay otro aspecto fundamental. El domingo 17 se celebraron grandes manifestaciones en Francia en repudio a los atentados, y en la primera fila de las manifestaciones en París se ve al presidente François Hollande rodeado por líderes europeos como la canciller Angela Merkel, el presidente de Malí y nada menos que el primer ministro israelí Benyamin Netanyahu. Trascendió que Hollande le pidió a Netanyahu que no asistiera, pero éste insistió, y la respuesta consistió en invitar además al líder palestino  Mahmud Abbas.

No deja de ser paradojal la presencia en un acto antiterrorista de uno de los mayores terroristas de Estado del presente, responsable de la muerte de miles de palestinos en la operación Plomo Fundido de 2007-2008 y en la más reciente “Borde Protector”, de la matanza de cientos de niños, de la destrucción de viviendas, los atentados a las ambulancias, a centros hospitalarios y a las escuelas de las Naciones Unidas, ataques mortíferos a embarcaciones en alta mar, además de la construcción de asentamientos en territorios palestinos y del “muro de la vergüenza” que los despoja de tierras propias. Una nota sobre este tema alude a “Netanyahu y el cinismo de un terrorista bueno”. Y estuvo en compañía de los dirigentes de los países europeos de la OTAN, que secundaron a EEUU en sus agresiones a Afganistán, a Libia, a Irak y a Siria, con miles de muertos en cada caso.

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