Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Conferencista, escritor e investigador (PUC)
El concepto “emociones atrapadas” tiene su origen en un libro del Dr. Bradley Nelson titulado “El código de la emoción” (“The emotion code”, en inglés). El Dr. Nelson es el creador de algunos de los métodos más avanzados de medicina energética, es especialista en quiropraxia holística y uno de los médicos más reconocidos, justamente, en el campo de la medicina bioenergética y de la psicología energética.
Dado el hecho que no siempre resulta sencillo para las personas expresar de manera conveniente lo que sienten, esta dificultad se convierte en una acumulación de emociones que no lograron ser procesadas ni elaboradas, las que se manifiestan a través de una serie de problemas y dificultades de tipo físico y/o de bloqueos emocionales.
En este sentido, las emociones atrapadas vendrían a ser, de acuerdo con el Dr. Nelson, como “pequeñas piedras en el zapato” que nos causan incomodidad, dolor, angustia, ansiedad y que terminan por entorpecer nuestro caminar, hasta el momento en que, finalmente, somos capaces de liberarnos de ellas.
En rigor, detrás de un sentimiento o de una emoción encapsulada en nuestro cuerpo y mente hay “heridas o experiencias traumáticas que no han podido ser resueltas” por la persona. También puede haber un individuo con un bajo nivel de Inteligencia Emocional a quien le resulta difícil expresar y/o procesar de manera apropiada sus emociones, a raíz de lo cual, quedan atrapadas en el cuerpo y, más tarde o más temprano, terminan por causar problemas en la salud física o mental del sujeto afectado.
Ahora bien, pese a la falta de consenso científico, la vinculación entre las emociones no elaboradas y la sintomatología física (o somatización), no es algo que pueda considerarse nuevo, ya que basta pensar en que la ansiedad suele traducirse en una serie de problemas, tales como sudoración, insomnio, sequedad bucal, trastornos gastrointestinales, etc. Asimismo, la ira reprimida representa el combustible ideal para elevar la presión arterial. Tampoco es casualidad que algunos niños presenten síntomas febriles justo cuando sus padres están de viaje. Por lo tanto, las enfermedades psicosomáticas dejan al descubierto la naturaleza emocional de algunos trastornos y enfermedades médicas.
Si bien, la sanación emocional y energética aún no cuenta con un respaldo científico sólido, representa una práctica alternativa de sanación cada vez más utilizada. De acuerdo con el Dr. Nelson, cada “emoción atrapada está vinculada a un punto o área específica del cuerpo”, en tanto que la biodescodificación comparte una perspectiva muy similar al sugerir que cada “síntoma o enfermedad tiene un significado simbólico concreto”.
La “Tabla de las Emociones Atrapadas”, desarrollada por el Dr. Nelson y su equipo de investigadores, es una herramienta que forma parte de la Terapia de Liberación Emocional (TLE) y en ella se enumeran las distintas emociones displacenteras que puede experimentar una persona, las que se relacionan con una zona corporal u órgano específico.
Es así, que el miedo, por ejemplo, se relacionaría con el riñón, la tristeza con el pulmón, la ira con el hígado y los celos con los órganos sexuales, y si bien, este enfoque ha recibido muchas críticas –como sucede siempre con cualquier nuevo método de sanación– debido a la falta de respaldo científico, la relación entre el cuerpo y las emociones resulta imposible de negar, especialmente, porque estas emociones y los síntomas que las acompañan nos entregan claros mensajes a los que debemos escuchar y prestar atención. Si nos hacemos los sordos ante sus reclamos, éstas se harán presentes de formas dolorosas, incómodas y con cuadros claros de trastornos psicosomáticos.
No obstante que el proceso de detectar si la persona tiene emociones atrapadas no resulta fácil de determinar, existen señales que pueden servir como indicadores. Revisemos algunas de ellas:
La persona se da cuenta –o intuye– que hay algo profundo que no le permite vivir en paz.
Presenta síntomas físicos inexplicables desde el punto de vista médico.
La persona se siente incapaz de lidiar con el estrés o con las dificultades de la vida cotidiana.
La intensidad de las emociones y las reacciones que experimenta la persona parecen excesivas para las situaciones que vive.
Si bien, estas señales podrían estar indicando la presencia de emociones atrapadas, ellas no garantizan su existencia, en función de lo cual, lo recomendable es agotar y/o considerar todas las posibilidades o factores que puedan estar causando algún tipo de malestar o problemas de salud.
Por otra parte, una vez que las emociones atrapadas han sido identificadas, resulta crucial encontrar vías de liberación. Lo que sí hay que tomar muy en cuenta, es que no todas las emociones atrapadas son fáciles de liberar, ya que algunas de ellas pueden tener un origen muy profundo y ser más persistentes que otras, a raíz de lo cual, su liberación requeriría de técnicas más elaboradas y de un trabajo personal más intenso.
Uno de los métodos para tratar las emociones atrapadas consiste es poner en palabras aquello que sentimos con la finalidad de lograr el “desahogo emocional”, primer paso que puede lograrse por intermedio de la psicoterapia tradicional, donde el foco principal estará puesto en sanar las heridas emocionales. Otra metodología de sanación es el uso de la Terapia de Desensibilización y Reprocesamiento a través del Movimiento de los Ojos (EMDR, por sus siglas en inglés: “Eye Movement Desensitization and Reprocessing”), terapia que ha ido ganando cada vez mayor popularidad en los últimos años, gracias a su efectividad en el tratamiento de los traumas.
Otro enfoque terapéutico es la técnica de exposición o desensibilización progresiva, la cual, tal como su nombre lo indica, consiste en exponerse de manera gradual a situaciones o emociones que durante mucho tiempo han sido evitadas, con el objetivo de permitir que aquellas emociones atrapadas puedan ser activadas, procesadas y elaboradas de manera segura.
Otra forma de elaborar las emociones atrapadas, es a través de la “expresión escrita”, por cuanto, se ha comprobado que la escritura representa una suerte de portal hacia el mundo interno y más íntimo de las personas, ya que el uso de las palabras –en conjunto con el acompañamiento del psicoterapeuta– puede guiar al sujeto hacia un mayor y mejor entendimiento y liberación de sus emociones encapsuladas.
Otra técnica que utilizan algunas personas, con buenos resultados, es la práctica del “journaling”, es decir, llevar un diario personal donde escribir y/o redactar cartas que la persona nunca enviará, pero que liberarán al sujeto del gran peso de aquello no dicho o no expresado verbalmente.