Por Paola Tapia Salas
Directora Derecho, U. Central y Ex Ministra de Transportes y Telecomunicaciones
Un eje central en nuestro país y ciudades, atendida la segregación territorial, económica y social, es la movilidad de las personas, especialmente, en transporte público.
Quién no entienda o no observe lo esencial de está movilidad y el sentido ético que debe reunirnos entorno a nuestras ciudades, no podrá dar soluciones frente a la emergencia. Por ello, en días difíciles, se hace más imperioso contar con una planificación, ejecución y evaluación de las medidas en forma permanente. Esto supone redoblar esfuerzos técnicos, liderados en forma coherente con acciones concretas.
Frente al colapso que sufrió la red de metro y su integración con los buses, es esencial cuidar a las trabajadoras y trabajadores que prestan el servicio, facilitando su traslado y las condiciones higiene; generar planes detallados de operación con las empresas, fortaleciendo los recorridos y ajustando los que se requieran, para instar por viajes más directos; considerar horarios de ingreso diferidos a los lugares de trabajo con participación de las autoridades, así como disminuir la jornada laboral; generar condiciones de máxima seguridad para el traslado del personal de la salud, contratando los servicios que correspondan; controlar la cantidad de personas que utiliza el transporte, para respetar las distancias que se recomienda sea de 2 metros, particularmente, en estaciones y paraderos de mayor afluencia, en ello la tecnología es un aliado. Lo anterior, debe ser informado claramente a las personas.
El desafío es importante y con un objetivo claro y concreto: evitar contagios y muertes, con soluciones concretas en el manejo ético de las ciudades, entendiendo lo esencial del transporte público, para en vez de lamentar prevenir con acciones efectivas.