Por Rafael Gumucio Rivas
El Penta Gate se complica cada día más: al día siguiente de la denuncia por parte de SII al fiscal de delitos de alta complejidad, Carlos Gajardo, envió a la policía realizar una diligencia en la casa del ex candidato presidencial en las primarias de la Concertación, Andrés Velasco, que se suma al allanamiento de la empresa Vox Comunicaciones, una de las tantas empresas de Laurence Golborne, así como a las oficinas de ex senador Jovino Novoa. Una acción tan espectacular por parte de la justicia ha permitido que el Penta Gate mantenga la primera plana en las noticias, tanto de Prensa escrita, como de TV y Radio, opacando otro escándalo, igualmente grave, como el de la colusión de los “polleros”, que afecta a miles de consumidores pobres del país.
A los dueños de Penta se les ve cada vez más desesperados, pues no han logrado – como en el antiguo caso sobresueldos que fue zanjado con el acuerdo de las dos castas oligárquicas, en esa época presididas por ex Presidente Ricardo Lagos y el jefe de la UDI, Pablo Longueira. En la actualidad, por el momento, la Nueva Mayoría se mostrado no dispuesta a prestarle ropa a la derecha y, por consiguiente, no cumplir con gestos amables de reciprocidad entre caballeros – como ha ocurrido otrora en la historia del país -.
El panorama se ve bastante complicado para el ahora presidente del Partido Demócrata Independiente, Ernesto Silva, quien además, es sobrino Carlos Alberto Délano y, a su vez, discípulo de Jovino Novoa. Desde que explotó el escándalo, se le acusa de haber conducido muy mal el conflicto, sobre todo, en los medios de comunicación y, en especial, el hasta ahora fallido acuerdo con el gobierno, a fin de lograr echarle tierra al grave problema que los aqueja.
La verdadera oposición al gobierno no es sólo la derecha – que está a muy mal traer -, sino fundamentalmente, sino los ex concertacionistas que actúan en el peligroso juego del “caballo de Troya”, es decir, eliminando desde dentro los muros de la ciudad que, antes, parecía una fortaleza infranqueable, a juzgar por los últimos resultados electorales, políticos que son mucho más peligrosos para el gobierno de Michelle Bachelet que los propios derechistas – el poder extralimitado de un Gutenberg Martínez, de José Joaquín Brunner o de Ignacio Walker, y de otros, es mucho más letal y artero que el de Ernesto Silva, por ejemplo -.
Los lobistas ex Concertación han jugado, durante gran parte del período de la transición a la democracia, el rol de eficientes bomberos para colaborar en la extinción de los incendios, provocados por los delitos y escándalos que han provocado las empresas, en un mercado desregulado y corrupto que, a su vez, está amparado por el poder político – en Chile cuesta distinguir la casta política de la de los negocios -, en consecuencia, podríamos decir que conforman la misma casta plutocrática.
Los dueños de Penta ha solicitado los servicios de las agencias de lobistas Imaginación y Extend Comunicaciones, de Enrique Correa y de las hermanas (hijas de Belisario Velasco), Pilar, Marlú, y Anita Velasco, respectivamente.
Nada de tonta la decisión tomada por los dueños del holding Penta al contratar los servicios de estos lobistas, pues es conocida la “habilidad” y el poder político con que cuentan ante los gobiernos de la Concertación. Sabemos que el hecho de crear Empresas Consultoras es una maniobra muy astuta para continuar acumulando poder e influencias, una dejados los ministerios – casi todos los ex ministros de Sebastián Piñera están formando Consultoras -.
Uno de los principales lobistas, hoy por hoy, es Enrique Correa, que ha transitado desde el marxismo althuseriano hasta el más radical de los neoliberalismos, pasando de seminarista de Ovalle a convertirse en un asesor imprescindible de los grandes empresarios oligopólicos chilenos; de siervo del Señor, al de mamón, que al fin y al cabo, viene a ser lo mismo.