Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Conferencista, investigador y escritor (PUC)
La Revista sobre psicología, filosofía y reflexiones acerca de la vida: “La Mente es Maravillosa”, publicó en noviembre de 2022 un breve artículo lleno, precisamente, de reflexiones sobre la felicidad, la alegría y la risa, dignas de ser compartidas.
Numerosas investigaciones han demostrado de manera fehaciente que si una persona sonríe y se toma las cosas con buen humor, se incrementa de manera notable su bienestar emocional. La sonrisa y, en mayor medida, la risa, estimulan la producción y liberación en forma natural de una serie de endorfinas –u “hormonas de la felicidad”– tales como la serotonina, dopamina, oxitocina, etc., haciendo sentir muy bien a las personas.
Además, la sonrisa y la risa disminuyen el nivel de cortisol provocado por el estrés, de modo que usted no permita que nadie borre de su cara la sonrisa, especialmente, porque una sonrisa hace sentir muy bien a quien la recibe, como así también a aquel que la exhibe, y ser generoso con una sonrisa cuando se está frente a una persona no cuesta nada. Y si bien esta sonrisa puede durar sólo algunos segundos, el recuerdo que deja en aquella persona que la recibió, puede durar eternamente.
Por lo tanto, “vístase con su sonrisa más grande y compártala con quienes lo rodean y con el mundo entero”, ya que una sonrisa siempre significa mucho: es la curva que endulza el rostro de una persona, al mismo tiempo que ilumina y resplandece los ojos y la mirada. Tenga presente, eso sí, que ese iluminar de la mirada sólo se logra cuando las sonrisas son verdaderas, ya que éstas no sirven si detrás de ellas se esconde la pena o la falsedad. Hay que darse cuenta que se le quita valor a aquello que uno está sintiendo cuando se intenta esconder la pena y se la disfraza de aquello que –para los demás– resulta ser lo adecuado o lo que ellos esperan.
Tanto cuando la persona sonríe como cuando está triste, dicha persona sigue siendo la misma, y ambas emociones son parte de ella y la describen en dos momentos distintos de la vida. Todos nosotros tenemos derecho a estar tristes, como así también tenemos el derecho a ser felices. Ambas emociones merecen la misma libertad de ser expresadas. Por lo tanto, no hay que “sentirse avergonzado por la posibilidad de desentonar” ante aquellos que nos rodean, ya que usted es usted, y aquello que experimenta y siente en determinadas circunstancias tiene exactamente el mismo valor que aquello que sienten los demás.
Usted no está haciendo daño a nadie si expresa su sentir, no hace daño a nadie si sonríe, ya que sólo está mostrando su cara y su real estado emocional al mundo, es decir, su autenticidad. La idea de fondo, es luchar por la propia felicidad, es, en definitiva, recuperar la alegría, la sonrisa y la risa.
Viva, fluya y disfrute con plenitud sus momentos de felicidad, ya que la vida no siempre nos entrega la posibilidad de ser felices, y si una persona tiene la buena fortuna de alcanzarla, entonces tiene todo el derecho de elegir cómo vivir esos momentos únicos, lo que significa que, en ocasiones, hay que quitarse las cadenas que están ligadas a los miedos, hay que deshacerse de la incertidumbre que nos hace fruncir el ceño y hay que aventurarse a vivir esos momentos de la manera que la persona quiera, haciendo aquellas cosas que la hacen feliz, de modo tal, que la persona –¡que es usted!– pueda lucir en su cara la sonrisa más bella, esa que le queda tan bien, y que transmite y entrega alegría y felicidad a quienes están en su entorno.
Hay veces, en que más que buscar la felicidad, tropezamos por casualidad con ella, instante en el que deberíamos darnos cuenta que sólo se vive una vez, a raíz de lo cual, lo mejor, es que hagamos con esa única vida que disponemos algo que valga –y que merezca– la pena. Hay que tener muy en cuenta, que no existe una mejor inversión de ese recurso tan escaso y tan preciado como lo es el tiempo, que utilizarlo en nuestro favor, bienestar y felicidad.
Hay que aprender, asimismo, a poner un freno a la influencia que pueda tener sobre nosotros lo que piensen u opinen los demás, ya que esas opiniones, ideas o pensamientos que tienen los otros pueden estar saturadas –y también envenenadas– por la envidia e ingratitud que experimenta esta gente hacia una determinada persona.
La vida que tenemos, hay que aprender a vivirla con una sonrisa, hay que vivirla a todo volumen y a carcajadas. La vida hay que saborearla con todos nuestros sentidos, hay que disfrutar de cada segundo de nuestro presente y no permitir que el pasado nos atormente, por cuanto, hay que pensar que el pasado, en el pasado está y ya no hay forma de cambiarlo. Lo que sí es importante, es haber aprendido de los errores del pasado y precavernos de no volver a cometerlos.
Tengamos muy en cuenta, que es el presente el que está en nuestras manos manejar, un presente que se escapa de manera innecesaria con cada segundo que uno pasa pensando en lo malo y triste del pasado. La razón es muy simple: los días malos llegan solos, en tanto que los buenos hay que salir a buscarlos con energía, perseverancia y pasión, y si esa búsqueda es con una sonrisa en los labios, entonces más fácil se hará la búsqueda y el encuentro con los días buenos.
Así que… ¡no deje nunca que nada ni nadie borre la sonrisa de su cara!