Hoy viajaba en el metro que va desde Quilpué a Valparaíso, luego de unas entretenidas clases en donde leíamos con mis alumnos que los pájaros hablan en pajarístico o reflexionábamos sobre la inmortalidad del cangrejo. Subo al primer vagón y desde mi celular entro a las redes sociales, me encuentro con la triste noticia de un atentado en el metro de Santiago -¿Terrorismo?- es la pregunta natural que llega a mi mente -Claro que sí- es la respuesta innata. Me encuentro sorpresivamente con otra forma de chilenos matando chilenos que ya parece un chiste repetido en nuestra historia y es que me parece que ojo por ojo y el mundo se quedó ciego.
Terrorismo, es decir el uso sistemático de mecanismos para infringir terror, un miedo extremo en la población por un objetivo ideológico. Pero el terrorismo en Chile no son solamente bombas. Me refiero también al terrorismo en todas sus manifestaciones, como el terrorismos de Estado que ha hecho precisamente eso utilizar un medio sistemático para infringir terror en los ciudadanos, miedo a la vejez por causa de las AFP y la ley de isapres, terror por licitaciones de la explotación de nuestros recursos naturales y la destrucción de la naturaleza, privatizaciones que comenzaron con la dictadura y que muy de moda continúan ahora con los dichos del ex presidente Lagos, las alzas y alzas de los pasajes en el transporte público. Es terrorismo también un sistema binominal que atenta contra la democracia, la centralización nacional que tiene a Valparaíso, tal como muchas otras regiones, pobre y aún esperando la prometida reconstrucción tras el devastador incendio y, por supuesto, las bombas.
Varias dudas me aquejan angustiosamente, pensando que mientras yo viajo relativamente seguro en este medio de transporte, mi madre, trabajadora común y corriente, toma el metro todas las mañana en Santiago y mi hermano, profesor de Historia recientemente titulado, busca mejores oportunidades en la capital, mientras yo me aferro a la región que se sume en la pobreza. ¿Descubriremos la real causa o los reales causantes de este crimen? O ¿será un nuevo montaje como el caso bombas? ¿A quiénes les conviene esta forma de desorden?
Lo que me parece lamentable de esto, es que algunos querrán justificar con esto un nuevo genocidio en nuestra historia nacional, y estarán pidiendo a gritos un padre castigador que ponga orden en la casa, pero cuidado, la democracia no es un sol que nace y se esconde cada 50 años como ha pasado en toda la Historia de Chile. ¿Hasta cuándo tendremos este comportamiento que tiene a mi pueblo latinoamericano sumido en el subdesarrollo? ¿Serán realmente un montón de (y perdonen la expresión) pendejos idiotas? Y si lo son ¿Seremos capaces de encontrar el origen de su rabia?
También me parece extraño pues los responsables pueden ser muchos y de muchos sectores, para qué estamos con cosas si a todos los sectores hoy en día les beneficia el caos. A mi parecer tener memoria y no olvidar, también se demuestra no cometiendo los errores del pasado. Ahora hay que hacer una aclaración, en el pasado, los atentados no eran contra los civiles. No hay que equivocarse repitiendo comportamientos que deberían estar en los museos. Si fue el pueblo el responsable, éste no saca nada con acribillarse a sí mismo. Andar atacando a trabajadores es una imbecilidad y cobardía extrema que le da el favor precisamente a contra quienes se protesta y lo único que se logra es generar temor y –llámenme alarmista- seguir pidiendo el castigo del padre autoritario.
Repito, ojo por ojo y el mundo se quedó ciego.
Columna de opinión acerca del atentado Ojo por Ojo y el Mundo se quedó Ciego http://t.co/LlOcwlxOW7
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