Por Dr. Rodrigo España
Director Escuela de Ciencia Política, Universidad Central
Las elecciones primarias son el método democrático a través del cual los partidos nominan a los candidatos a puestos de representación y elección popular. Son, a su vez, una forma de participación política y un mecanismo de legitimación de las decisiones partidarias en cuanto a la presentación de una candidatura a un determinado cargo al interior del sistema político.
El caso más emblemático de los problemas derivados de la no realización de este tipo de elecciones fue la primera candidatura presidencial de Marco Enríquez-Ominami en 2009. En esa oportunidad, entre otras cosas, MEO justificó su candidatura a la Presidencia de la República en el hecho que el Partido Socialista se negó a la posibilidad de realizar primarias en la Concertación para que él fuera el candidato de los socialistas.
En Chile, a diferencia de otros sistemas políticos como el de Estados Unidos, las primarias comenzaron a ser habituales a partir del retorno de la democracia. Sin embargo, hay que destacar que esta práctica estuvo más presente en la Concertación que en la coalición de la derecha o de los partidos extraparlamentarios.
Antes que las primarias fueran legales ―a diferencia de lo que piensa mucha gente―, los niveles de participación en las primarias llegaron a ser incluso más altos que en democracias de países desarrolladas. Ejemplo de lo anterior fue la primaria de 1999 entre Andrés Zaldívar (PDC) y Ricardo Lagos (PS-PPD), en la cual la participación fue del 18% del total del padrón electoral de la época.
Con la institucionalización de las primarias en 2013, la participación aumentó aún más, llegando a un 22% del padrón electoral, refutando los argumentos de quienes hablaban de la desafección de los chilenos en el sistema político. En ambos casos ―Lagos (1999) y Bachelet (2013)―, el candidato que obtuvo más votos en las primarias también logró la mayor cantidad de preferencias en las presidenciales.
Este domingo nos enfrentaremos a las segundas elecciones primarias legales para nominar a los candidatos presidenciales de dos de las tres coaliciones políticas: el Frente Amplio y Chile Vamos. Los desafíos de estos comicios no serán validar institucionalmente este mecanismo de designación de candidatos ni ser predictor de las elecciones presidenciales ―tarea, a mi juicio, cumplida.
Lo que se juega en estas primarias es mantener niveles altos de participación de la ciudadanía, a pesar de la prescindencia de la Nueva Mayoría, los vaivenes de la meteorología y del partido de ‘La Roja’ por la final de la Copa de Confederaciones.
El otro gran desafío para los vencedores del próximo domingo 2 de junio será mantener la unidad de sus respectivas coaliciones, más aún después de presenciar los debates y enfrentamientos de los últimos días al interior de los conglomerados. A la luz de lo anterior, algunos dentro de la agonizante Nueva Mayoría deben estar pensado: “¡menos mal que no tuvimos primarias!”.