Por Nicolás Camerati – Marcela Espinoza
Partido Socialista de Chile – Núcleo Rubén Cabezas Pares
Platón ya lo había dicho, poco importa si un discurso político es verdadero, plausible o falso, pues si un discurso es bueno este podrá influenciar y seducir a un grupo importante de la sociedad. A esto la antigua Grecia lo llamaba la retórica. Veinte siglos más tarde fue Emmanuel Kant quien dijo que aquellos discursos públicos que no pretenden reflejan la realidad son simplemente “el arte de transformar las debilidades de los hombres a los propósitos del expositor y que esto no merece ninguna estima”.
Cuando, Beatriz Sánchez durante su campaña política arremete contra Bachelet, y afirma que el gobierno de la Presidenta fracasó en lo que pretendió hacer y que este solo fue un gobierno de buenas intenciones, “no está haciendo nada más que jugar con las fibras sensibles del corazón de los votantes”. Dicho de otra manera, la candidata está haciendo eso que tanto temían Platón y Kant, un tipo de discurso que no se preocupa de la verdad sino de una apariencia de esta.
En todos los casos, no debería sorprendernos que una especialista de los medios de comunicación ocupe la retórica y ni que sus asesores la aconsejen en esta línea, quienes de seguro conocen a Maquiavelo y saben que cuando el poder está en juego, todo está perdonado y la violencia a los otros es a menudo la mejor estrategia. Por lo tanto, no importa si nuestro discurso tiene asideros en la realidad o si existe un verdadero cuestionamiento de lo que los otros intentaron o lograron hacer, pues aquello que importa es ganar las elecciones.
Señora Beatriz Sánchez, por medio de la presente, solo queremos exponerle algunos matices de la realidad sobre los logros del ejecutivo, pues creemos sinceramente que el gobierno de la Nueva Mayoría, que encabeza la Presidenta Bachelet, ha ido más allá de las buenas intenciones. Se sigue acercando con convicción al desarrollo de una sociedad más participativa, responsable, justa y solidaria. Ejemplos claros de aquello, han sido la ley de inclusión escolar donde se eliminó el lucro, la selección y el financiamiento compartido en los colegios para dejar paso al acceso universal de la educación; la agenda de género; la agenda digital; la agenda de probidad y transparencia; la reforma al sistema binominal y las nuevas políticas de energía renovables no convencionales, por mencionar solo algunos de los cambios estructurales que hemos concretado.
A raíz de esto, entendemos la fuerza mediática impetrada contra las reformas que se han impulsado por nuestro gobierno, las que han sido atacadas nerviosamente por la derecha, movimientos autónomos y partidos emergentes, que parecen no entender el Rol del Estado y las contradicciones de clase que aún existen, a pesar de ese lenguaje acomodaticio, escondiendo ideológicamente lo que se realmente se representa.
En fin, esperemos que los miedos de Platón y Kant, no se sigan haciendo una realidad y que no sea la apariencia de la verdad la que se convierta en la forma generalizada de hacer política.