Por Dr. Claudio Reyes, académico coordinador del Centro de Atención Psicosocial de UDLA Sede Viña del Mar
¿La solidaridad es natural o algo que las personas aprendimos a medida que vamos creciendo? En nuestra vida cotidiana, es significativa y no podemos pasarla por alto tan fácilmente: nos muestra la importancia de percibir que otras personas, conocidas o no por nosotros, en algún momento de la vida necesitan o necesitarán de nuestra ayuda material y/o emocional para sobrellevar vulnerabilidades.
Como individuos insertos en sociedad, no podemos escapar de nuestro vínculo con los demás y, ser consciente de esto, nos permite priorizar el cuidado de personas vulnerables por sobre algunos comportamientos egoístas. En ese sentido, debemos comprender que nosotros no somos individualidades separadas del mundo, sino que somos seres sociales que, para promover nuestra salud mental, necesitamos cuidar y ser cuidados por los demás. De esta manera, solidarizar con las personas que lo necesitan es sinónimo de priorizar la salud emocional de ellas y de nosotros; es percatarnos que no tiene nada de malo o vergonzoso asumir que, en muchos momentos de nuestras vidas, no podremos hacer todo solos y necesitaremos la ayuda de otros.
Visto de esta manera, la reflexión alrededor de la idea de solidaridad es fundamental para comprender a una sociedad psicológicamente sana. El desafío consiste en intentar constantemente abrir un espacio de empatía donde las personas puedan verse a sí mismas y a los demás como iguales. Si logramos eso, podremos hacer sentir a los otros y a nosotros mismos acogidos, escuchados y entendidos. Generar este tipo de lazos de colaboración promueve indudablemente vínculos duraderos, evita las relaciones momentáneas y fragmentarias que caracterizan hoy en día la ausencia de salud mental en la población.
No obstante, hoy en día en nuestra sociedad la solidaridad ha ido perdiendo su lugar fundamental y, con cada vez más fuerza, han ido apareciendo en su lugar diversos impulsos que generan temores en relacionarnos los unos con los otros: concretamente, nos aterra pedir ayuda, hemos perdido la confianza en aquellas personas que antes estaban para ayudarnos y cada vez nos sentimos, por ese motivo, más solos. Nuestra tarea actual consiste en traer a la palestra nuevamente a la solidaridad como una prioridad en nuestra sociedad; en ese sentido, debemos encontrarnos con paciencia y dedicación con las personas que necesitan de nuestra ayuda y así promover la recuperación de la salud mental individual y social.