Por Alicia Gariazzo
Columnista Granvalparaiso.cl
Hace años que muchos tenemos claro que los medios de comunicación poseen el monopolio de la información. Ello no solo les permite dar caprichosos énfasis a sus noticias, sino también crear tergiversaciones descarnadas según la publicidad que requiera el poder de turno. Muchas organizaciones sin fines de lucro lo han venido denunciando con fuerza a nivel mundial desde comienzos de los 2000, como Sheldon Rampton y John Stauber, con la organización prwatch, www.prwatch.org, The Center for Media and Democracy, el periódico francés Voltaire, www.reseauvoltaire.net, donde diversos analistas, como el periodista Thierry Meysson, han denunciado con pruebas, y minuciosamente, todo tipo de falsificaciones y el rol cumplido por la CNN en estas.
Estas organizaciones han denunciado a Gobiernos, especialmente al norteamericano, y a grandes corporaciones trasnacionales, por contratar empresas de publicidad que inventan información, la que es difundida y reproducida sin verificación, convirtiendo la publicidad engañosa en verdades absolutas.
Entre estas se destacan las referidas a Hussein para justificar la invasión norteamericana. Fueron muchos los montajes que culminaron con “la terrible historia de la soldado Jessica Lynch”, soldada de los invasores en Irak que supuestamente caída en una emboscada, había combatido como una leona. Herida fue capturada por los irakíes quienes la torturaron y la violentaron. Ahí las Fuerzas Especiales Norteamericanas la rescataron y llevaron de regreso a los EEUU donde fue aclamada como una heroína. La noticia se muestra en conferencia de prensa, ofrecida por el Comando Central del Ejército, con un video falso enteramente inventado por la Consultora de Comunicaciones, The Rendon Group. La soldada creo que ni había estado en Irak. Los crímenes de Hussein fueron desmentidos y las armas nucleares, que supuestamente guardaba, nunca se encontraron.
Luego de IRAK, el mundo ha vivido crisis gigantescas como las vacas locas, el ántrax, las Torres Gemelas, con y sin Bin Laden, terrorista o amigo de los EEUU.
Después del ataque a Afganistán, en octubre de 2001, cinco personas resultaron víctimas de cartas que contenían ántrax. La prensa informó que esto fue llevado a cabo por los mismos terroristas culpables de los eventos del 11 de septiembre y el Ministro de Defensa, Donald Rumsfeld, mandó a elaborar en forma masiva antídotos y vacunas contra el veneno en laboratorios farmacéuticos de su propiedad. Luego nadie publicó que el ántrax provenía de un laboratorio del ejército de los EEUU y que las cartas habían sido enviadas por una organización norteamericana de extrema derecha a personas ligadas a la realización de abortos.
Basándose en otras mentiras de la CNN, Meyssan concluye en 2004 que esta no es una fuente de información, sino una maquinaria propagandística comparable a la de Goebbels anunciando el incendio del Reichstag. Agrega que su fuerza reside en el concepto de información continua que transforma la realidad en un espectáculo que no acepta análisis. Las múltiples cadenas nacionales de información continua se basan en sus imágenes multiplicando el efecto CNN y la vulnerabilidad de los telespectadores.
Meysson informa; “nadie confía en la CNN, pero no podemos dejar de mirar sus noticias y las de sus cadenas hermanas. Su espectáculo nos fascina, porque nos permite compartir con la comunidad planetaria una misma tragedia y nos emborrachamos con el goce de la catarsis para olvidar que no podemos escapar del imperio global y que la libertad ya no es más que un recuerdo”.
Ahora, en 2020, en medio de la crisis mundial que ha generado el Covid-19, o corona virus, Meyssan analiza la situación y expone en su diario digital que carecemos de información científica comprobada sobre este. Produce una enfermedad desconocida que parece ser capaz de matar al 1% de la población mundial, pero que solo ha matado unos pocos miles.
Agrega que recién ahora hay investigadores estudiándola y que estos solo saben que la causa un virus trasmitido a través de membranas mucosas de la cara. Nadie sabe la forma de impedir su propagación. Dependiendo de las culturas, los científicos han recomendado a las autoridades de cada país medidas diferentes y, por cierto, cada equipo de líderes políticos las ha aplicado de acuerdo a las necesidades de su agenda política.
Nada mejor para Chile, después de una marcha de 1 millón 800 mil mujeres y un plebiscito ad portas, decretar cuarentena a la población, especialmente a la más joven.
Lo que se ha hecho en el mundo cuenta Meyssan:
-Las autoridades chinas han practicado la contención de la población con una visita médica cada dos días. Los que presentaban síntomas de estar afectados fueron llevados por la fuerza a hospitales. Ello no significa que la enfermedad haya disminuido o se haya erradicado.
-La OMS aboga por el confinamiento de la población sin visitas médicas en los hogares. Supone que los niños son portadores saludables de la enfermedad, que solo pueden infectar a los abuelos donde la enfermedad podría desarrollarse con fuerza.
-Las autoridades suecas tienen un tercer método. Consideran que solo los adultos mayores deben ser protegidos y que no hay evidencia de que los niños puedan ser portadores. Por lo tanto solo se debe poner en cuarentena a los mayores y no cerrar colegios ni centros de trabajo.
No se puede decir quien está haciendo lo correcto hasta que haya pasado el tiempo que permita medirlo. Sin embargo debemos recordar que ninguna epidemia ha sido superada por cuarentenas, sino solo con medidas higiénicas. Las cuarentenas no protegen a la población donde la epidemia ha ingresado, solo ahorran algo de tiempo.
En Chile estamos muy orientados a la TV, donde no solo somos víctimas de la CNN, sino de la propaganda o información de los grandes medios de prensa que pertenecen a los grupos económicos más poderosos del país. Estamos bombardeados, a través de grandes titulares, de la televisión y de la radio y de la información que quieren darnos. Los medios alternativos y las redes sociales, pese al inmenso sacrificio de los primeros, nunca pueden alcanzar la cobertura de los medios poderosos.
Las cadenas de TV chilenas, no solo reproducen los montajes de la CNN sino se concentran en programas que acaparan a las grandes audiencias y ganan en el people meter para recibir publicidad. Hay gran cobertura a “los dichos” de las vedettes de la farándula y sus novios y las noticias siempre quedan a un nivel descriptivo primario, sin verificación ni profundización.
Las querellas contra los periodistas que han pretendido sobrepasar las “estrategias comunicacionales” de la clase política o los representantes de las grandes corporaciones obstaculizan el desarrollo de un periodismo serio y veraz. Se pensaba que Chile en los últimos meses había cambiado y que las audiencias estaban más maduras, sin embargo después del corona virus, podemos darnos cuenta que seguimos siendo los mismos de antes de octubre.
A horas de una marcha en que nos querían hacer creer que era de 200 mil mujeres, pasamos rápidamente a creer todo y nos encerramos en nuestras casas, acaparamos comida sin importarnos dejar al vecino con lo básico y nos acuartelamos estornudando por nuestra hipocondría y automedicación proverbiales.
Esperemos que teniendo días más tranquilos podamos pensar y profundizar nuestras lecturas.