Eduardo Ravanal,académico de la Facultad de Ciencias de la Educación de la U. Central.
Con la reforma educacional actualmente comenzando a discutirse, se pretende, como lo expresa el Ministro Secretario General de Gobierno, Álvaro Elizalde, que “la educación deje de ser un bien de consumo y se transforme en derecho. Además, de calidad para todos, gratuita, sin lucro y sin segregación”. A estas alturas del debate entonces, cabe preguntarse ¿cuál es el rumbo del país a corto, mediano y largo plazo?, ¿cómo hacer para que la sociedad chilena modifique sus acciones para un desarrollo sustentable que involucre una escala de valores aprendida y aprehendida que nos impulsen a ser una comunidad distinguida entre aquellas sociedades humanas más avanzadas del planeta?
Actualmente las voces en el parlamento se han expresado hacia cualquier dirección y han tocado tangencialmente algunos de los temas de fondo, que lamentablemente se diluyen como el agua entre los dedos. No obstante no deben ser las únicas ideas que espontáneamente surgen y que deben continuar brotando del alma de los chilenos. De hecho, las voces de la calle buscan simbolizar un mensaje más que sólo dar su beneplácito ante un re direccionamiento de las nuevas políticas de selección, de co-pago y del mal afamado lucro.
Un verdadero cambio educacional va de la mano de una cosmovisión humana distinta de la nación, cuyo centro debe estar constituido por la innovación de la sociedad, no tan sólo por el dinero, que es un buen apoyo, pero que no debe transformarse en un bien de consumo. La educación tampoco debe estar “organizada como un mercado”, como lo manifestó el abogado y académico de la Universidad de Chile, Fernando Atria, en El Mostrador hace ya algunos días. Debe ser la economía al servicio de la academia y no ésta subyugada a los designios de la primera.
De muestra un botón. El milagro finlandés se inició en la década de los 70, luego de un debate parlamentario de casi diez años. En nuestro país, ¿cuánto tiempo durará esta discusión?. Finlandia cambió su educación por una necesidad real de país. En Chile, ¿tenemos realmente claro cuáles son las verdaderas necesidades de cambio? Si están declaradas, ¿abarcan el bienestar de todos sus habitantes en el futuro? En el país nórdico, hubo un acuerdo de educar a la población entera igualitariamente sin selección ni segregación. En nuestra nación, ¿tendremos el sano y honesto compromiso de educar a todos por igual? Hasta el momento se cuenta parcialmente con una propuesta de reforma educacional, ¿cuándo la conoceremos plenamente en especial, cuando se habla de “calidad”?
El objetivo de Finlandia es educar a la población en su integridad. Esto ha impactado en los índices internacionales de áreas como la felicidad, competitividad e innovación. Por lo que se puede concluir que se necesitaba enseñar nuevas competencias a esta población. En Chile, ¿el norte de esta propuesta será que se conecte con las áreas personal, familiar y laboral? Las autoridades no han comentado cuáles son dichas competencias que favorecerán a la familia chilena. La economía de Finlandia visualizó las deficiencias de productividad y preparó a toda su gente con antelación para convertirse en eficientes agentes productivos y no para extraer el máximo de sus energías para el logro de unos pocos en nombre del país. Esta es la representación de una nación que ha probado y comprobado su altísimo nivel de vida y que va muchísimo más allá del mero logro político. Vale la pena preguntarse entonces: ¿Chile busca una simple reforma educacional o un cambio de paradigma vital para un efectivo desarrollo humano y productivo de su población?
Columna Simple Reforma Educacional o un Cambio de Paradigma Vital http://t.co/MfpQwNf051
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