Por Carlos Bianchi
Senador por Magallanes, Vicepresidente del Senado.
Senador por Magallanes, Vicepresidente del Senado.
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Esta semana el ministro de Hacienda Felipe Larraín sinceró que quiere rebajar los impuestos a las empresas, lo cual por supuesto beneficia a quienes de verdad concentran las grandes riquezas: los grandes empresarios que fueron los principales partidarios de la campaña del actual presidente. En contraposición ya se habla de subir impuestos específicos, alcohol, tabaco, combustibles y otros. Es decir, la gente común y corriente que consume algunos productos terminará pagando más, para financiar la baja de impuestos a los ricos.
La segunda noticia es más sorprendente: el mismo ministro de Hacienda, actuando por decreto, está bajando las contribuciones de bienes raíces y está beneficiando -de nuevo- a los más ricos. El beneficio alcanza a 1 millón 200 mil personas, no es poca gente, pero sí son una minoría comparados con los 17 millones de chilenos. Pero el anuncio viene con letra chica: a los super ricos les “regalan” por la vía de cobrar menos impuestos territoriales millones de pesos al año y para el resto los beneficios son simbólicos. Por ejemplo, según ha consignado la prensa, a alguien que tiene una casa que vale 1.800 millones le rebajan 1 millón de pesos al año y a quien tiene un hogar de $50 millones, le rebajan 2 mil pesos al año.
Es indignante: 1 millón para el super rico; 2 mil pesos para la clase media.
El resultado de esto es que el Estado dejará de percibir en impuestos más de 53 millones de dólares, nuevamente beneficiando a los más ricos y de paso perjudicando de modo importante a las municipalidades, porque el impuesto por contribuciones en un porcentaje importante no va al Estado Central, sino que lo recaudan los municipios.
El Presidente Piñera y su ministro de Hacienda Larraín están tomando medidas que benefician a los más ricos y que afectarán la calidad del consultorio, de las plazas, de la educación que ejecutan los más de trecientos municipios a lo largo del país.