Rodrigo Durán Guzmán
Magíster © Comunicación Internacional, UDP
Nuevamente el contralor, Ramiro Mendoza, ha sacado roncha en el ámbito político con sus declaraciones. Porque, y tras exponer ante la Comisión Investigadora sobre el uso de los recursos de la Subvención Escolar Preferencial (SEP), donde la autoridad detalló los más de 25 mil millones que han sido objetados -desde 2010 a la fecha- por el organismo a municipios y corporaciones educacionales, no encontró mejor definición que expresar la existencia de una “cultura del despelote” en la administración de los recursos públicos.
Y ahora sorprende nuevamente al calificar como “un montón de cosas estúpidas” una serie de iniciativas que está impulsando el ejecutivo y que mantienen en vilo el presente y futuro de nuestro país, especialmente en temas relevantes tales como seguridad social, inversión y crecimiento económico, empleabilidad, salud, educación y reformas laborales, entre otros.
Si bien las declaraciones de la autoridad, independiente si fueron o no descontextualizadas como ha salido a aclarar tras las recriminaciones provenientes del gobierno, no dejan de ser verídicas en un secreto a voces que todos saben, pero nadie se atreve a decir públicamente para no generar incomodidades con uno u otro sector. Peor aún, mientras la clase política se enfrasca en sus habituales dimes y diretes, donde la culpa siempre la tiene “Moya”, la ciudadanía toma palco y admira con desencanto acciones que en nada contribuyen a reencantar al sesenta por ciento que se abstuvo de participar en los comicios presidenciales de 2013. Total, para qué van a votar si finalmente nuestros representantes se esfuerzan día a día no sólo en mantener el establishment y el nepotismo, sino también en no incomodarse mutuamente por más que la verdad nos haga libres.
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