Por Pablo Varas
Escritor
No todo está perdido gritan los insistentes, y tienen toda razón.
Eso es lo que mantiene intactas las expectativas a la espera que los cambios sociales sean posibles, y con ellos se inicie el levantar una nueva patria diferente al Chile desigual, marginal y pobre que se debate actualmente. Apura algo así como una segunda independencia que rompa las cadenas con el neoliberalismo, apurar el derrumbe del modelo. Pero nada cae desde las alturas, se necesita mucho esfuerzo, compromiso, llegar a todas las esquinas del país y buscar en los intentos anteriores los errores que no se deben volver a repetir.
Bastante lejos va quedando 1990 cuando no llegó la esperada alegría pero que si sirvió para que se instalara una clase política que ha postergado hasta los tiempos actuales, las urgencias sociales que tienen que ver con derechos fundamentales. Bajo el actual modelo educación, salud, previsión son tratados como bienes de consumo, convertibles en billetes de acuerdo a la ley.
Tinta de todos los colores para justificar esos tiempos que Chile era un asunto de todo en la medida de lo posible, incluyendo la justicia. Allí los políticos con cabeza gacha y hablando por lo bajo, asustados, todos aceptando toda la herencia de la dictadura. Millones de chilenos no saben los resultados de las comisiones que se organizaron para saber cómo se traspasaron a grupos económicos empresas que pertenecían a todos los chilenos. En el suelo quedaron las acusaciones de apropiación de dineros de los dirigentes de la izquierda. Mentiras como el Plan Z.
Así, desde esa fecha y con la anuencia del parlamento, unos cuantos grupos económicos fueron creciendo hasta ser actualmente dueños de casi todo, y estableciendo el tipo de democracia imperante y dictando a parlamentarios los tipos de leyes que ellos necesitan, así Chile es un país que transita al filo de la no existencia del Estado de Derecho.
Y nació entonces el Juntos Podemos. Suma de desencantados que se sintieron traicionados a quienes se les prometió una transición hacia la democracia que daría justo entierro a los poderes fácticos que levantó y dejó la dictadura. Allí llegaron los pedazos de partidos y organizaciones de izquierda que lucharon frontalmente con las Fuerzas Armadas con elevados costos humanos, pero fundamentalmente estaba el pueblo, esos millones que salieron a tantas manifestaciones y que terminaban con muchos viajes al cementerio. El Juntos Podemos era justamente lo que había que construir.
Durante años en todas las segundas vueltas el Juntos Podemos pedía llamar a votar por el mal menor, PDC/PS/PPD/PRSD, esperando el fin del binominal, una asamblea constituyente, salud, educación y previsión justa y digna. La concertación prometía hacer los cambios que eran reclamados y nada sucedía, todo seguía igual. Son muchas la velas que debe Ricardo Lagos que significó su llegada a la presidencia.
También es irrefutable que al interior del Juntos Podemos la presencia mayor eran los comunistas, ellos trataban de mostrarse como un sector que daba muestras de buena conducta democrática para que fueran aceptados en la concertación. El MDP era algo que se perdía en la lejanía, entre el humo del realismo político y las negociaciones y pactos. Se olvidaba así a los miles que levantaron sus banderas valientes para acortar el dolor que recorría a toda la patria, matando, desapareciendo, quemando vivos, torturando. Las protestas nacionales ya no eran días de reflexión en el calendario. Jecar había sido asesinado, Correa era Ministro de Transporte y Hales se había mudado al PPD.
Desde 1990 un cura, un economista, una profesora, un ex ministro de la UP, un humanista han sido las apuestas para hablar por los pobres, la esperanza y gritar a los cuatro vientos que otro país es posible. De rescatar nuestras riquezas básicas. De profundizar la estrecha democracia lenta y burocratizada. De poner a millones de chilenos en un camino que lleve a una patria más participativa, democrática y con más derechos.
Los tiempos actuales, estos que transitan con tantas deudas y promesas incumplidas se hunden cada día en el fango y deporte más nefasto, la CORRUPCION, esa que llegó hace años y se agazapó en forma silenciosa. Se instalaron los grandes grupos económicos, bancos, retail, una larga lista de millonarios preocupados de la defensa y cuidados de sus intereses que son enormes, escogiendo a parlamentarios que abandonaron a sus electores para ponerse el lado servil del poder del dinero.
Comunistas haciendo negocios con la educación superior, socialistas convertidos en lobos de Wall Street, pepedeistas financiados por Ponce Lerou, democristianos escribiendo al borde la paranoia boletas y facturas falsas. Con avión prestado mirando desde las alturas al país y los pobres.
El futuro es quien está colocando los nuevos tiempos. Otras banderas se ganan la calle, más nombres se esperan para el nuevo parlamento, algo así como gente más digna, sin miedo a levantar la pancarta de traidores cuando llegue la hora pero mantener latente siempre el compromiso de nunca abandonar a los que votan por ellos, ya no se puede seguir vociferando contra la injusticia cuando es ella la que te llena la mano.
El FA debe saber que se percibe en ellos un camino corto. Aún no se vislumbra pensar en el trabajo por decenios para conquistar el poder. De eso se trata de vencer a los adversarios y construir lo que ellos no quieren, se resisten y se negarán siempre.
Todo está en construcción en el FA y siempre lo estará, es por ello que una visión integradora será lo que haga diferente a un referente que será alternativa para las próximas batallas, eso debe ser la norma de conducta política básica. El sectarismo no da buenos frutos, pone amargo los asuntos. Una nueva forma de hacer política es escuchar verdaderamente a los trabajadores, a la calle, pero especialmente estar presente en cada batalla desde las reivindicativas más básicas hasta esas que fijan los salarios. Estar presente en cada pliego de peticiones. Si verdaderamente se nace para hacer política distinta entonces hay que llegar al sindicato, allá en el norte y entre los pescadores del sur. Hay que ganarse el derecho a disputar la conducción al revisionismo y reformistas, no solo la defensa de los derechos sino la legitimidad para proponer y estar presente en la primera fila disputando voto a voto con propuestas.
Frente Amplio debe ir más allá de las urgencias que más ruido hacen en las calles. La audacia consiste en estar siempre más adelantado que el adversario y eso es empezar a dar trazos para esta patria para los próximos cincuenta años, eso espera la nueva generación, esa que no debe olvidar la historia, que no puede renegar de tantos sacrificios que muchos consideran ya olvidados.
Política consecuente no nace con el FA, ya estaba antes, lo que sucedió con la anterior izquierda extraparlamentaria es que fue traicionada. No pueden las nuevas visiones y proyectos nacionales dejar en la cuneta de la historia el trabajo y esfuerzo de los que ganaron una batalla, la mejor batalla de Chile, que dejó tareas inconclusas, esa de continuar hacia una segunda batalla para un país mejor, más propio, más a escala humana.
Ser crítico con el FA no es fuego amigo, es sencillamente aportar de forma consecuente y generosa para las nuevas generaciones, para los que llevan como nombre Miguel, Bautista, Luciano, Salvador, Elmo, Carlos y tantos y tantos, no sean olvidados ni excluidos. Así, sólo así….. venceremos.