Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Conferencista, escritor e investigador (PUC)
El duelo por la muerte de un bebé de pocos meses es un proceso por el que cada persona –hombre o mujer, madre, padre, abuelo o abuela– se ve obligada a transitar y vivir de manera diferenciada, a ritmos que son diversos, y buscando respuestas y un posible consuelo a un suceso que resulta ser extremadamente impactante y doloroso.
Al respecto, es preciso destacar que no existe una receta o remedio único que permita a las personas afectadas calmar, disminuir o poner fin a un evento como este en la vida de un ser humano, un suceso que genera, por cierto, mucho dolor. Cada persona debe transitar por su propio sendero en la búsqueda de paz y sanación interna, por lo tanto, quien ha sufrido una pérdida tan grande como lo es el caso de un hijo pequeño, tiene el derecho a vivir su duelo sin ningún tipo de restricción o presión externa, producto de escuchar frases tales como: “Es hora de secar las lágrimas” o “Ya ha pasado mucho tiempo y debes retomar el ritmo de tu vida”, etc.
Si bien, estas son frases bien intencionadas y de apoyo que recibe la gente que ha sufrido una grave pérdida, para algunas personas el duelo puede durar un año, para otras pueden ser tres años y hay quienes sufren esta pérdida bajo la forma de ciclos pendulares, donde el dolor, la angustia y la tristeza se hacen sentir con fuerza. Es por lo mismo, que las personas que han sufrido la pérdida de un ser muy querido deben saber que el proceso de duelo está marcado por distintas y muy intensas emociones, donde la angustia y la rabia se entremezclan con una tristeza profunda, con un alto nivel de sensibilidad, con desconsuelo, con sentimientos de culpa por haber sido incapaces de evitar o prever la muerte del ser querido, así como también con la necesidad de recibir mucho apoyo por parte del entorno familiar cercano.
La Dra. Elisabeth Kübler-Ross es la persona responsable de haber elaborado uno de los modelos psicológicos más conocidos en todo el mundo acerca del proceso de duelo, el que estaría compuesto por cinco estadios o fases. Estos cinco estadios son: la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación, y se produce –en mayor o menor grado– siempre que sufrimos una pérdida. De acuerdo con la Dra. Kübler-Ross, el duelo es el proceso psicológico al que nos enfrentamos tras la pérdida de un ser querido que consiste, principalmente, en “la adaptación emocional a dicha pérdida”. Este proceso de duelo representa una experiencia muy compleja que engloba una diversidad de factores fisiológicos, cognitivos y comportamentales, entre otros.
Por definición, la pérdida de cualquier ser querido u objeto hacia el cual existe un gran afecto, apego y cariño, provoca un duelo, aun cuando la intensidad y las características de este duelo pueden variar, en gran medida, en función del grado de vinculación emocional y de la naturaleza de la pérdida.
Es así, por ejemplo, que las personas pasan por un proceso de duelo cuando sufren una ruptura de pareja, cuando se ven obligadas a abandonar el lugar donde nacieron, cuando la persona es despedida de su puesto de trabajo, cuando alguien pierde la movilidad en una parte del cuerpo, etc. No obstante lo anterior, “el duelo por la muerte de un ser querido, es el tipo más relevante de pérdida” por la potencia, la fuerza y el impacto con que afecta a la absoluta mayoría de las personas.
En este sentido, los modelos psicológicos que describen este proceso se han centrado, fundamentalmente, en el duelo que se desarrolla como consecuencia de la muerte de una persona muy cercana y querida. Entre estos modelos, el más importante, es el de la Dra. Elisabeth Kübler-Ross, una psiquiatra de origen suizo, quien publicó un libro titulado “Sobre la muerte y el morir”, en el que describió por primera vez las cinco fases del duelo. Para ello, se basó en un extenso trabajo con pacientes terminales en la Universidad de Chicago, Estados Unidos.
El modelo de la Dra. Kübler-Ross divide el duelo en cinco etapas, etapas que, no necesariamente, siguen un orden de manera lineal y rígida. En función de lo anterior, las personas pasan por distintas fases, entre las cuales, es posible identificar las siguientes: la fase de negación, la de ira, la fase de negociación, la de depresión y, finalmente, la fase de aceptación por la pérdida sufrida. Revisemos cada una de ellas:
1. Fase de negación: la negación de la pérdida es una reacción que se produce de forma muy habitual inmediatamente después que esta se produce, la cual, con frecuencia va aparejada con un estado de shock o de embotamiento emocional, e incluso de carácter cognitivo.Aunque esta fase del duelo implica estrictamente la negación de la pérdida, esta fase también puede manifestarse de un modo más difuso o abstracto. Así, por ejemplo, “se puede dar una negación de la importancia de la pérdida o de su carácter definitivo”, más que del hecho de que se haya producido.
2. Fase de la ira: el fin de la negación va asociado a sentimientos de frustración y de impotencia con respecto a la propia capacidad de modificar las consecuencias de la pérdida. Dicha frustración conlleva, a su vez, la aparición de enfado y de ira, como sucede en general, y no sólo durante el duelo.Durante la etapa de ira la persona busca atribuir la culpa de la pérdida a algún factor, como puede ser otra persona o incluso ella misma. El proceso de duelo implica la superación de la frustración y de la rabia, que se relacionan con intentos psicológicos naturales, pero fútiles, de que nuestro estado emocional y nuestro contexto se mantengan iguales que antes de la pérdida.
3. Fase de negociación: en la fase de negociación la persona guarda la esperanza de que nada cambiey de que ella puede influir de algún modo en la situación. Un ejemplo típico son los pacientes a quienes se les diagnostica una enfermedad terminal, quienes intentan explorar otros tratamientos a pesar de saber que no existe cura, o quienes creen que podrán volver con su pareja, si empiezan a comportarse de otra manera.
4. Fase de depresión: en este periodo, la persona comienza a asumir la realidad de la pérdida, y ello “genera sentimientos de tristeza y de desesperanza” junto con otros síntomas típicos de los estados depresivos, como por ejemplo, el aislamiento social o la falta de energía y motivación.El hecho de perder a un ser querido, de enfrentarse a la propia muerte y otras causas del duelo, puede hacer que la vida deje de tener sentido para nosotros, al menos durante un tiempo.
5. Fase de aceptación: la fase de aceptación supone la normalización de estos sentimientos de tristeza tan naturales, ya que después de las fases de negación, ira, negociación y depresión llega la aceptaciónde la pérdida y la aparición de un estado de calma asociado a la comprensión de que la muerte y otras pérdidas son fenómenos que acontecen en la vida humana.La fase de aceptación se relaciona con la imposibilidad de evitar la pérdida, y por lo tanto, del proceso de duelo. En aquellos casos, por ejemplo, en que el duelo es debido a una enfermedad terminal, la persona suele hacer reflexiones con respecto a la propia vida –vista en retrospectiva–, una vez que se acerca el final.