Por Arturo Barrera
Académico Ingeniería en Agronegocios, U. Central
“Chile Potencia Alimentaria” ha sido uno de los intangibles más valiosos creados y desarrollados por el sector agroalimentario. Es una idea fuerza movilizadora que otorga un desafío grande y seductor, que ha ayudado a alinear y movilizar a los actores sectoriales. Además, pareciera ser una apuesta interesante y creíble para el conjunto del país.
El actual ministro de Agricultura ha hecho suyo este desafío, a partir, evidentemente, de los “sellos” y de la agenda que se ha propuesto para este período de gobierno. La complejidad y exigencia del desafío requiere de un conjunto amplio de tareas. Desde luego que en estos años se ha avanzado en varias de ellas, pero es necesario abordar un tema no siempre suficientemente relevado: el de las alianzas necesarias para alcanzar lo propuesto.
A grandes desafíos, grandes acuerdos y alianzas. Por distintas razones, entre las cuales se pueden señalar la desconfianza, la débil cultura de cooperación, la falta de incentivos y el predomino del corto plazo, en Chile existe un déficit no menor en alianzas estratégicas para el desarrollo del sector agroalimentario; déficit que de persistir dificultará los avances y logros de Chile Potencia Alimentaria.
Entendamos como alianzas estratégicas aquellas que convocan a varios actores, que apuntan a objetivos estratégicos y que tienen un horizonte necesariamente de mediano o largo plazo. Ellas pueden reunir a actores de diferente ámbito o del mismo, nacionales y/ o extranjeros, y expresarse a través de variados arreglos institucionales.
En Chile existen algunos pocos ejemplos de estas alianzas, cuyos frutos en algunos casos ya se han empezado a ver y algunos otros con toda seguridad se conocerán prontamente. Ejemplos significativos, aunque no los únicos, son el Consorcio Tecnológico de la Fruta S.A.; Biofrutales; el Centro Tecnológico para la Innovación Alimentaria, CETA; y el Centro “Life Sciences Innovation” de varios actores nacionales con la Universidad de California.
Las áreas de interés para impulsar estas alianzas son múltiples, como por ejemplo: la calidad e inocuidad alimentaria; la sanidad animal y vegetal; el desarrollo de aplicaciones de las tecnologías exponenciales al sector; la adaptación al cambio climático; el desarrollo de una agricultura de altos estándares; la formación de recursos humanos de excelencia; el diálogo social; y el desarrollo de los secanos.
Las alianzas aludidas son, evidentemente, expresión de la cooperación y la asociatividad. Pero son nuevas para nuestra realidad y, por lo tanto, debieran monitorearse de cerca de tal manera de ir obteniendo lecciones para su multiplicación y fortalecimiento. Apostar a estas alianzas, no debiera significar en lo absoluto descuidar el apoyo al desarrollo de la asociatividad de mayor historia en el sector como son la agricultura de contrato, el cooperativismo, las asociaciones gremiales y otras formas de asociatividad de la pequeña y de la mediana agricultura.
En base a los objetivos de las distintas alianzas, estas debieran en su conjunto incorporar a los distintos actores sectoriales y ser un mecanismo que contribuya a que los beneficios del desarrollo sectorial y del avance de Chile Potencia Alimentaria lleguen a todos los grupos sociales y a todos los territorios. Ellas debieran fortalecer el liderazgo global y la capacidad de proveer bienestar de nuestra agricultura e industria alimentaria.