Valparaíso es tierra de desastres. La historia del puerto lo confirma a través de una crónica dolorosa de terremotos, temporales, avalanchas e incendios.
El desastre de abril es el peor que hemos enfrentado desde el terremoto de 1906. Lo confirma el que nuestros damnificados no solamente perdieron sus bienes, sino además han perdido su historia de vida.
No solamente los sectores en toma han sufrido. Han sufrido mucho más esos vecinos de barrios fundantes, de calles pavimentadas, con agua, alcantarillado y energía eléctrica.
El fuego no respetó condición social. Arrasó con los más carenciados y también con la clase media. He visto llorar de impotencia a dueños de casa que solamente podían mirar los cimientos de lo que alguna vez fue su casa de dos pisos, con amplio garaje, con hermosa terraza-mirador donde toda la familia celebraba bautizos, onomásticos o simplemente el año nuevo en el mar.
¿Quién puede compensar es centro vital, esos recuerdos, esos tesoros de familia arrebatados por el fuego?
Pero debemos enjugar nuestras lágrimas y salir jugando. Estos seguro que los porteños estarán a la altura de las circunstancias, por muy adversas que ellas sean. El porteño es fuerte y tenaz. Nunca se ha amilanado frente a las calamidades. Le ha peleado de frente a la vida desde los primeros tiempos del puerto.
Ante esta tremenda tragedia, enfrentamos la gran oportunidad de dar forma a la Ciudad Nueva. Valparaíso saldrá adelante, porque su temperamento así lo manda.
Jorge Castro Muñoz
Alcalde de Valparaíso