No hay duda que, para una formación completa de los futuros médicos y profesionales de la salud, se requiere que el aprendizaje sea progresivo, práctico y tutorizado al lado del paciente, ya sea en un centro hospitalario o de atención primaria. Los beneficios no se suscriben sólo para pacientes y estudiantes, ya que está comprobado que aquellos hospitales que hacen enseñanza universitaria tienen mejores resultados clínicos.
La necesidad de formar a estos profesionales para una mejor calidad de atención y seguridad de los pacientes hace necesario optimizar el uso de estos establecimientos y su coordinación con los centros formadores universitarios. Históricamente los Campos Clínicos han sido de origen estatal, sector que sirve al 77% de los chilenos y donde egresados de todas las universidades, públicas y privadas, ejercen de manera conjunta a lo largo del país.
El Ministerio de Salud hace un tiempo sometió a consulta pública algunas modificaciones a la norma para la asignación de estos Campos Clínicos (N°254). Dicha propuesta fue resistida por la unanimidad de las facultades de Medicina de ASOFAMECH y el Colegio Médico. Razón por la cual, la cartera manifestó que se daría tiempo para analizar este tema en su mérito.
Sin embargo, en forma apresurada ha revitalizado su intención de modificar dicha norma y en su propuesta, introduce elementos que son excluyentes para un gran número de universidades, estableciendo requisitos como la gratuidad para la asignación de un campo clínico.
También se incluyen otros aspectos como la imposibilidad de asociatividad entre centros formadores con cercanía de planes de estudios (lo que históricamente ha sido favorable al desarrollo de los servicios de salud y de las universidades).
De esta manera, lo que se está haciendo es prescindir de manera explícita y arbitraria del aporte que las universidades privadas tradicionales y no tradicionales han realizado al país. Las que precisamente contribuyen con la formación de profesionales que se desempeñan mayoritariamente en el sistema público, incluso trabajando en los lugares más alejados de las grandes urbes y que además han sido consecuentes con sus planes de estudios, con los valores de formación y vocación pública, pero especialmente solidarios con las necesidades del país.
El déficit de profesionales en el área de la salud, particularmente de médicos y especialistas, sin el aporte de los centros formadores privados, sería aún mayor al existente. Estamos hablando de políticas que impactan directamente la salud y la vida de las personas.
Por lo anterior, y como decanos de distintas facultades de medicina y del área de la salud de universidades tradicionales y no tradicionales (todas acreditadas), nos resistimos firmemente a todo intento de soslayar y excluir a los centros formadores privados del uso de las instalaciones de campos clínicos estatales a través de asignaciones arbitrarias, excluyentes y además discriminatorias.
Queremos invitar a las autoridades del sector a realizar una revisión de su propuesta y que el proceso de revisión sea realmente consultivo, considerando a todos los actores del sistema, como corresponde a un Estado responsable de sus ciudadanos y con una clara vocación de mejorar la atención pública de la salud de todos los chilenos.
Dr. Luis Castillo Fuenzalida
Decano Facultad de Medicina Universidad San Sebastián
Dr. Ricardo Ronco Macchiavello
Decano Facultad de Medicina Clínica Alemana-U. Del Desarrollo
Dr. Jaime Contreras Pacheco
Decano Facultad de Medicina Universidad Andrés Bello
Dr. Juan Giaconi Gandolfo
Decano Facultad de Ciencias Universidad Mayor
Dr. Rogelio Altuzarra Hernáez
Decano Facultad de Medicina Universidad de Los Andes