Por Daniel Sánchez
Psicólogo y académico U.Central
Fin de año es sinónimo de estrés y ansiedad. Cierre de año escolar, proceso académicos en educación terciaria, evaluación de desempeño en empresas, navidad, fin de año y organización de vacaciones.
La PSU genera tensión a quienes la rinden y su entorno. Una prueba que no resuelve cosas, pero posiciona a los jóvenes ante la toma de decisiones respecto de su futuro, lo que genera altísimos niveles de ansiedad. La evaluación de desempeño laboral muchas veces es entendida en el mundo organizacional como una herramienta que genera despidos, amonestaciones o valoraciones negativas sobre las personas que trabajan, dicha evaluación también dispone a las personas ante un escenario de profundo stress, el que sumado al año laboral genera malestar e inquietud.
Navidad y año nuevo son otras instancias de estrés. La costumbre autoimpuesta de regalar a todos nos lleva a gastar más de la cuenta, al igual que el último día del año, que genera un alto nivel de expectativas. Por último, las vacaciones y su planificación, calzar fechas, disponer a la familia para descansar en conjunto, juntar el dinero, planificar el endeudamiento, aprovechar los días y tiempos antes de marzo y su temida explotación, es el tiro de gracia.
Nada de esto nos hace descansar y centrarnos en lo esencial: el bienestar personal. Clave es detenerse y observar dentro de cada uno aquellos elementos que nos conducen hacia la serenidad en la que todo fluye y ante la cual solo podemos sentir alegrías.
Conviene en estos momentos reflexionar sobre el año que hemos avanzado y las cosas buenas que nos ha traído para sentirnos conformes y los costos para obtenerlas. El principal trabajo de ahora en adelante es tomar distancia, encontrarse, buscar el centro; es difícil, pero posible. Es necesario dormir bien, alimentarnos de manera sana y equilibrada, caminar, hacer deporte y estar con los amigos son siempre estrategias que ayudan al encuentro personal.
Las exigencias de un mundo moderno vendrán, la tarea es prepararnos para reconocer aquello que es importante y diferenciarlo de lo urgente, decidir libre y soberanamente sobre el futuro que queremos y como esperamos construir nuestro presente, un desafío que merece ser vivido.