Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Académico, Escritor e Investigador (UACh)
“Es más fácil pillar a un mentiroso que a un ladrón” (antiguo refrán).
En función de este refrán, más vale que la persona piense varias veces aquello que va a decirle a su interlocutor, antes de comenzar a falsear, colorear o disfrazar algún hecho, ya que el resultado final puede ser… fatal.
El Dr. Paul Ekman, psicólogo norteamericano, es reconocido como uno de los científicos e investigadores más destacados del siglo XXI en el ámbito del comportamiento humano asociado a las mentiras y falsedades, una realidad que muchas personas de nuestro entorno cercano ofrecen como conducta habitual, ya sea en el lugar de trabajo, en el hogar o en su círculo de amistades. Sus múltiples investigaciones dieron origen a una exitosa serie de televisión llamada: “Lie to me”, es decir, “Miénteme”, donde se muestra con claridad las conexiones existentes entre los estados emocionales de las personas y sus correspondientes expresiones faciales.
El Dr. Ekman centró sus estudios en cuatro aspectos relevantes del proceso de la comunicación humana: 1. Las expresiones faciales. 2. El lenguaje corporal y gestual. 3. Las tonalidades de la voz. 4. Las palabras.
Estos cuatro factores permiten detectar y descubrir si una persona está mintiendo, a través de lo que se conoce entre los expertos como las “microexpresiones involuntarias”, es decir, expresiones faciales que aparecen en la cara durante fracciones de segundos que revelan lo que un sujeto está sintiendo o experimentando realmente en su interior.
Las mentiras –grandes o chicas, blancas u obscuras– son parte integral de la vida de las personas. Algunas de estas mentiras podrán ser más piadosas que otras, pero lo cierto es que se advierten en todas partes, y el lugar de trabajo no es una excepción.
Son muy pocos los jefes que pueden asegurar no haber oído alguna vez explicaciones esotéricas en relación con un trabajo no entregado a tiempo, las inasistencias en el trabajo o los atrasos en la hora de llegada a la oficina. A su vez, son pocos los trabajadores que se salvan de haber dicho –por lo menos alguna vez en su vida– las llamadas “mentiras blancas”, con el fin de salir bien parado del problema en el que han caído.
Algunas de las mentiras parten, incluso, antes de que el sujeto entre a trabajar a una empresa, a saber, en su Currículum Vitae (C.V.), ya que es muy común “colorear” el C.V. cuando se está postulando a un cargo: se consignan trabajos que nunca se han tenido; las personas que aún no se han recibido aseguran todo lo contrario; hay quienes van más allá e inventan trabajos realizados en empresas de otros países… sin conocer el idioma; hay quienes alargan las fechas de ingreso y de salida de una empresa para no aparecer como un sujeto inestable y que dura poco tiempo en los trabajos; algunas otras personas fingen estar trabajando, cuando en realidad no lo están; señalan manejar idiomas a la “perfección” cuando apenas son capaces de decir un par de frases de corrido en el idioma que dicen hablar de manera fluida.
A raíz de lo señalado más arriba, más les vale a las personas que escuchan a estos sujetos “parar las antenas” y poner mucha atención a lo que les dice la gente, ya que los mentirosos suelen delatarse a ellos mismos a través de pequeños detalles. Si bien, ninguna de las conductas que se presentan a continuación, son, por sí solas, una prueba contundente de que se tiene a un mentiroso frente a uno, sí constituyen un signo de alarma cuando se presentan dos o más de estos comportamientos en forma simultánea.
Pongamos al detector de mentiras en acción:
- Cara: las personas que mienten, pueden adoptar dos conductas opuestas: (a) evitar mirar directamente a los ojos de sus interlocutores, fijando la mirada en cualquier parte, menos en los ojos de la persona con la que se habla. (b) Mirar fijamente al interlocutor, con una mirada intimidatoria y controladora, buscando amedrentar a la persona que le lleva la contra, en lugar de admitir que está mintiendo. El sujeto presenta pupilas dilatadas, hay un parpadeo reducido, con una sonrisa algo forzada. Las cejas se levantan hacia el centro de la frente, apareciendo algunas arrugas en esa zona.
- Cuerpo: se produce una disminución repentina en el movimiento de las manos, palabras y gestos producto de la tensión. Quienes mienten, tienden a tocarse la cara y la nariz, así como a taparse la garganta de manera más frecuente que cuando dicen la verdad. También tienden a taparse la boca, que es un gesto habitual e instintivo de los mentirosos. Otro signo, es la excesiva sudoración, y aún cuando ésta es una señal que se usa en el polígrafo como signo de que se está mintiendo, debe estar acompañada de otras señales tales como ruborizarse, tartamudear, jugar con su pelo, jugar con los botones de su camisa, etc., ya que hay personas tímidas y nerviosas que son honestas y que también sudan. Cuando una persona dice la verdad, su cuerpo se inclina hacia el interlocutor, en tanto que cuando miente se reclina hacia atrás como queriendo escapar de la situación.
- Voz: la conversación se lentifica, el tono de voz se hace titubeante, se eleva, o bien, se producen cambios repentinos en el tono de voz producto de la tensión y nerviosismo que experimenta el mentiroso, generándose también algunas pausas largas con el fin de ir encontrando nuevos argumentos para defender o continuar sustentando las mentiras.
- Palabras: aparecen algunas frases evasivas, así como el uso de excesivas generalizaciones, se producen toses fingidas y ciertos tartamudeos al contestar algunas preguntas. El sujeto evita la utilización del “yo” o del “nosotros”, hace uso de cifras redondeadas y nunca exactas, y da respuestas que no son directas. También tiende a repetir algunas palabras y frases que suenan “convincentes”, una y otra vez. Puede suceder que el mentiroso “adorne” su discurso con todo tipo de detalles que nadie le ha pedido, con la intención de obtener credibilidad.
- Las contradicciones: la persona dice una cosa y poco después dice otra cosa, consecuencia probable de haber olvidado lo que había dicho primero, o bien, simplemente, se descuidó y se confundió con sus propias mentiras.
- Respiración: quién miente suele respirar más de prisa, la boca suele secársele, lo que lo lleva a toser y carraspear debido al estrés y a la tensión emocional que hace que su corazón lata más rápido y los pulmones requieran más aire, reduciendo el flujo de saliva en la boca. No hay nada más estresante que mentir.
No cabe duda alguna, que las mentiras afectan la convivencia entre las personas, sea que se trate de compañeros de trabajo, los amigos del sujeto o la propia familia. De acuerdo con los investigadores las repercusiones de las mentiras pueden producir verdaderos estragos y descalabros en la vida de las personas, razón por la cual, resulta mucho más sano quedar mal parados por unos minutos, antes que ser sorprendidos en una mentira y perder la confianza de la familia, de los compañeros de trabajo o de los amigos, por tratar de disfrazar o alterar la realidad.
No cabe duda alguna, que para un individuo que enfrenta algún tipo de dificultad ante otras personas, resulta tentador tratar de “maquillar” las cosas de manera ficticia. Sin embargo, esta decisión de irse por el camino fácil podría ser útil tan sólo en el corto plazo, ya que, en el largo plazo, las cosas suelen complicarse mucho por la dificultad de retener en la memoria todos los detalles de las mentiras que han sido coloreadas, alteradas y maquilladas por el mentiroso.
Por otra parte, las personas que mienten de manera constante y habitual, pueden llegar al punto de creerse sus propias mentiras y pensar que están contando verdades contundentes, pero que son demasiado extraordinarias como para ser verdad y ser creídas por aquellos que las escuchan. La consecuencia más directa, es la pérdida del contacto con la realidad, convirtiendo a su vida en un desastre. Es probable, que estos sujetos puedan engañar, inicialmente, a algunas personas por un periodo de tiempo determinado, pero al final de cuentas, la verdad saldrá a la luz.
De ahí se deriva una de las frases más famosas vinculada a las mentiras y medias verdades, y que fuera expresada por uno de los presidentes norteamericanos más honestos de la historia de ese país, Abraham Lincoln, quién, en una oportunidad, le dijo a los políticos de su tiempo, lo siguiente: “Usted puede estar en grado de engañar a una parte del pueblo todo el tiempo. También puede engañar a todo el pueblo una parte del tiempo, pero no puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo”. Una frase contundente y con historia.
Sugerencias finales:
- Sea coherente consigo mismo y remítase a ofrecer a otros sólo aquello que usted pueda ser capaz de cumplir. Lo demás representará sólo mentiras.
- Comuníquese con las otras personas sin utilizar falsedades o hacer uso de exageraciones, ya que las mentiras tienen las patitas cortas.
Cumpla aquellas promesas que ha hecho a los demás. Este comportamiento, será la mejor arma que tendrá a disposición, para demostrar quién es usted, realmente.