Por Iván Echeverría
Director de Carrera de Psicología
UDLA Sede Viña del Mar
Es innegable que el cambio climático se ha instalado como un fenómeno multifactorial y multidimensional de consecuencias insospechadas en el mediano plazo, aun cuando ya son evidentes los efectos en Chile con una mega sequía que se ha extendido desde el 2010 y que afecta a más del 50% de las comunas.
Este estrés hídrico y de progresiva desertificación de los territorios ha afectado, está afectando y afectará al país y a los territorios/comunidades desde todas las esferas de la existencia humana, desde lo macroeconómico hasta las relaciones interpersonales y el bienestar subjetivo. La depredación de los recursos naturales, el modelo económico/industrial capitalista y extractivista, la generación de gases con efecto invernadero, junto con la baja participación social y naturalización de los daños ambientales, entre otros factores, hacen el caldo de cultivo ideal para la instalación y agudización del cambio climático.
En este contexto, las posibles soluciones o amortiguaciones de este complejo problema han de asumir el valor y la importancia de las comunidades, la participación social y de las organizaciones territoriales de base. Históricamente, las políticas ambientales han sido construidas por el “saber experto” centralizado y verticalista, con poca implicancia de las bases. Esta realidad exige comunidades conscientes y constituidas por sujetos comprometidos activamente como agentes de transformación social de aquellas problemáticas locales relacionadas con el cambio climático, a la par de una academia comprometida y situada con las problemáticas ambientales, que desde la investigación y el fomento de la acción ciudadana propicie la participación social, como lo ha realizado el Programa de Intervención Comunitaria de UDLA en distintas temáticas psicosociales.
Los aportes de las comunidades y de los habitantes de los territorios en las soluciones respecto del cambio climático, deben ser considerados y promovidos a la brevedad y con carácter urgente. Los cambios comportamentales, de hábitos socioculturales, de conciencia ambiental y desnaturalización de los problemas asociados, no pasan solo por las decisiones de alto nivel legislativo o acuerdos internacionales. La disminución de la huella de carbono, de gases efecto invernadero, de la deforestación o del aumento del micro plástico en el mar, pasa por un ciudadano consciente, crítico y activo en su cotidiano vivir. Este actor es irrenunciable para la transformación y el bienestar social: el ciudadano construyendo y ejerciendo ciudadanía.