Dra. Erica Castro, matrona e investigadora,
Vicerrectoría de Investigación y Doctorados, U. San Sebastián
La temperatura terrestre está aumentando a una velocidad cada vez mayor. Esta condición, sin duda, ha traído severas repercusiones en la salud de las personas.
Ya en varios países se declara incremento de las hospitalizaciones atribuidas a la exposición al calor y se señala que es probable que ésta aumente en el contexto del calentamiento global. En un estudio brasileño, se observó que por cada aumento de 5 ° C en la temperatura media diaria durante las temporadas cálidas de 2000 a 2015, el riesgo estimado de hospitalización aumentó en 4%. Las mujeres en edad reproductiva estuvieron más afectadas por esta carga de calor que los hombres.
En otras evidencias, se ha observado que este sobrecalentamiento global está impactando la fertilidad y la reproducción. Hoy se conoce que las condiciones experimentadas en que pueden ser sometidas las hembras de varias especies durante la vida temprana, pueden afectar sus estrategias reproductivas y la inversión materna más adelante en autorregular la gestación.
En general, la tasa de natalidad humana se redujo notablemente a lo largo del siglo XX, excepto durante el período 1940 a 1964, donde hubo una explosión demográfica probablemente asociada a la post guerra. Por otra parte, en un estudio realizado por la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas de Estados Unidos, se analizaron 80 años de fertilidad versus la temperatura ambiental de este país, observando que cuando ésta bordea los 26,6°C, la tasa de nacimientos baja durante los nueve meses siguientes en 0.4%, en un proceso irreversible que no se recupera durante la temporada más fría que se presente a continuación.
Las evidencias también muestran que en los días calurosos, el número de actos sexuales y la libido o deseo sexual sufren un gran descenso. Así también se ve alterado el flujo de las hormonas del eje hipotálamo –hipófisis– ovario/testículo, la calidad del semen y la calidad del óvulo. Por otra parte, la exposición al calor directo, principalmente en las regiones con mayor radiación, altera la adaptación de las mujeres al embarazo y al curso de éste, favoreciendo la pérdida gestacional y probablemente la tasa de abortos espontáneos.
La relación del efecto de la temperatura y la fertilidad resulta un interesante tema para investigar y monitorear. Así, se hace necesario considerar la influencia de los factores climáticos sobre el estudio de la pareja infértil. Dada la carga asociada de enfermedad asociada al cambio climático, ya se comienza a plantear como un problema de salud relevante que requiere estrategias de intervención y políticas públicas al respecto.