Por Arturo Jaque Rojas.
Me pregunto acerca del tipo de sociedad que estamos viviendo y en la que nos encontramos inmersos, y en que nos hemos convertido, en que un campeonato de esta naturaleza copa todos los mass media, tal como una tragedia, un crimen, una guerra en el extranjero, etc., para, con posterioridad, ser olvidado.
¿Acaso no es el paraíso del neoliberalismo, implantado por la dictadura, con todo el terror, el horror y el espanto de que fueron capaces?.
A saber, todo está privatizado, desde la salud, la educación, la previsión, las carreteras, el cobre y otros recursos naturales; la luz, agua, telefonía, en manos de voraces trasnacionales. Por el contrario, el Estado ha sido jibarizado en grado máximo, y/o entregado a bandas de rufianes y mafiosos que lo ha tomado como el premio gordo durante los años de “democracia”.
A su vez, ¿qué yo denuncie la sociedad y el modelo actual, significa que abrazo y pretendo validar para Chile, alguna ideología totalitaria de izquierda?. Obviamente, no, por cuanto creo firmemente en la autodeterminación de los pueblos y respeto sus tiempos, sus historias y sus decisiones capitales.
Pues bien, ¡qué lejos están los fanáticos y patrioteros del verdadero disfrute del fútbol!; pues confunden su irracionalidad con el gozo mesurado de un espectáculo deportivo, que debiera ser sólo eso; nunca la idolatría hacia seres humanos dotados de algún talento singular, que para el mercado es muy cotizado, pero que a diario demuestran sus miserias y sus lacras, y su misma finitud; ni menos tomarlo como pretexto para la transformación en energúmeno, o hacer de la ciudad un pandemónium.
Por demás, ¿quién puede caer en la ingenuidad de pensar si quiera que es el fútbol no responde a las leyes de la oferta y la demanda?; en que los tocados por la mano de los dioses, son tranzados como viles esclavos post-modernos, recibiendo a cambio dinerales que son cantidades astronómicas, que un simple mortal jamás ganaría; y que encima, quieren hacernos creer que lo hacen por amor puro al país y su gente, para “darles una alegría”.
En verdad, es un negocio con tintes de mafia; y una amalgama de tendencias atávicas, que llevan desde la tribu, en el sentido del rechazo absoluto de lo que es diferente y su exterminio si fuere preciso, hasta el laboratorio donde se programan y se predeterminan los hábitos, las costumbres, la modas, los estilos, para desembocar en el derrotero para alcanzar la felicidad; ¡ si hasta el color de nuestra bandera se asocia con una bebida de fantasía, que es el néctar que liban nuestros guerreros antes de salir a la palestra, para que siempre resulte invicta, jamás sea vencida!.
Así, se llega a la ultranza de que el sistema actúa con tanta perversión que es capaz de despertar y desatar el “nacionalismo”, para contemplar y vivenciar un partido de fútbol; pero prohíbe estricta y terminantemente que la gente, el pueblo, la ciudadanía pueda organizarse para cuestionar, poner en tela de juicio el statu quo heredado de la tiranía, y administrado y perfeccionado por la fenecida concertación, y la travesti nueva mayoría; con el respeto que merecen los travestis.
Es tan eficaz y eficiente, que la conciencia deviene un gran forado que deja pasar todo lo que tenga visos de satisfacción individual; porque lo que suena a colectivo, o público, o que traspasa el radio de un estadio de fútbol o las paredes de una casa, suena a algo que amenaza la continuidad del mismo, y no se puede tolerar.
Sólo se acepta la concurrencia masiva, sin considerarla un potencial de disrupción para la sociedad, en sucesos tales como las fiestas patrias, los mega recitales, los mentados encuentros deportivos; y que ojalá Perico de los Palotes, se reúna con su amistades a comer carne que le provoque la madre de las gastritis, y a beber trago hasta conducir y matar a alguien o envalentonarse y bramar cuánto se ama a esta tierra que pertenece a unos pocos, para demostrar la acendrada chilenidad que lo caracteriza.
En cierto modo, son tendencias mundiales. En ningún caso lo niego; por cuanto, la globalización ha diseminado patrones, cánones y pautas culturales de occidente por todo el orbe, que arrasan con todo; que borran de un plumazo la diferencia o la especificidad del tipo que fuere, ora religiosa, histórica, cultural, ontológica o metafísica, para imponer un rasero común: la tiranía del individualismo, el consumismo, el nihilismo, el materialismo, por nombrar algunos pathos que definen la época actual, que no son inherentes a nuestra cultura; sino que son fruto y consecuencia de la referidas dinámica; pero que yo imagino, ingenuamente, que no porque sean globales hay que aceptarlas como si fueran artículo de fe.
A las puertas de la semifinal, que “reeditará el clásico del Pacífico” la idiotez que se ha enseñoreado, seguramente llegará a su culmen, con toda clase de fraseología nacionalista, en este país en el que la población-aseguro; o, al menos sospecho- no sabe o tendría dificultades enormes en definir que es una nación o un estado. Puede adquirir una dimensión sin precedentes.
Ahora, se avecina con celeridad, con ceguera, con cerrazón, con idiotez, tanto en cuanto a la etimología como en cuanto a la acepción moderna- ahora me hago responsable de este doble uso y doble intención- la exageración odiosa y la demencia y el furor de pasiones y emociones que sobrepasan lo deportivo, y que caen en el burdo patrioterismo, racismo, xenofobia, que se ha de traducir en agravios contra los peruanos y su emblema patrio.
Es que no bastaba con haber hablado, hasta la saciedad y majadería extrema del “dedo de Jara”, como si fuera algún hecho relevante para el país, por demás de banalidad y estupidez incomparables, y que, sin embargo, ocupó tiempo y espacio en los noticieros, que definen la agenda y la opinión pública en definitiva; es decir, de tanto hablar del asunto lo convirtieron en motivo de conversación cotidiana, amén de la viralización en las llamadas redes sociales. Y si yo pidiera devolver el Huáscar para restañar una herida que tiene más de un siglo: ¿me acusarían de alta traición?. O ¿qué las personas no perdieran de vista que se trata de un evento deportivo, si es que esta frase tiene todavía un significado cuando se trata de deportes profesionales, manejados por poderes fácticos tanto dentro como fuera de este país? O, ¿por qué no son capaces de criticar y desmantelar el orden establecido, primero en su mente como un ejercicio de imaginación superior, para luego trabajar por la construcción y el advenimiento no de un régimen opresor, de ningún signo, de ninguna especie?; aunque les cueste creerlo y aceptarlo, que se esfuercen al límite y más allá, para concebir que hay otros mundos posibles: por una democracia, de acuerdo con su etimología, con toda la acumulación de enriquecimientos, obtenidos en miles de batallas de avances, modernizaciones y progresos que la humanidad ha consumado, en la aventura del ser humano por ser tal, en libertad, en el reconocimiento de su dignidad, y sin la tutela de ninguna fuerza, poder o ideología que lo gobierne, menos que los sojuzgue.
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mi pais no es una naciòn de idiotas ,solo sus gobernantes son una mierda…
Laura Antonia Medel liked this on Facebook.
si no te gusta andate del pais, y de pasada que te lleves a valpo entero que es una mierda de pueblucho