Por María Eugenia Araneda, psicóloga y Directora de Carrera (s) Psicología, U. San Sebastián
El coronavirus ha ingresado en nuestro país y con ello también el temor y la ansiedad en la población, en algunos casos desproporcionados, considerando que el riesgo de contraerlo es bajo hasta donde sabemos o que el riesgo por influenza, por ejemplo, sigue siendo más alto.
Es posible que esta elevada inquietud se deba a que es un virus desconocido, incluso para los investigadores, y para el cual no existe todavía una vacuna o epidemiología clara. Asimismo, puede que la cantidad de información circulando en redes sociales -en algunos casos de fuentes dudosas o desconocidas- sumado a la contingencia nacional, contribuyan a que estemos frente a escenarios inciertos que generan temor en muchos de nosotros.
Si bien es comprensible que reaccionemos con aprensión ante lo desconocido, algunas personas son especialmente vulnerables y propensas a la ansiedad y a buscar información en distintos medios para calmarse. Sin embargo y, sobre todo en estos últimos casos, se sugiere identificar sólo fuentes confiables de información, como el Ministerio de Salud y medios conocidos y no sensacionalistas, e ignorar fuentes de otro tipo. Es importante estar bien informado, pero evitar caer en la tentación de buscar artículos y fotos que aportan poca información útil, pero que sí asustan mucho.
Es relevante también tomar medidas según lo especificado por las autoridades sanitarias, y no tomar decisiones alarmistas y que de poco nos van a servir. Así, por ejemplo, en este momento no es necesario -según el protocolo sanitario- evitar lugares públicos o usar mascarilla sin indicación médica. Al contrario, dejar actividades y espacios seguros de esparcimiento de lado puede contribuir a un aislamiento y evitación que, en algunos casos, puede aumentar el nivel de ansiedad, por un lado, y disminuir el autocuidado necesario para enfrentarla, por otro.
Es muy importante mantener contacto con las redes de apoyo y los espacios de contención, así como otras consideraciones, más aún, si en nuestras familias hay niños. Este esfuerzo es muy necesario, ya que ellos pueden sentir el miedo experimentado por los padres u otros cuidadores, sin poder a veces verbalizarlo. Es relevante, entonces, intentar ponerse en su lugar y comprender y validad sus temores.
Igualmente, sobre todo si los niños muestran inquietud en torno al tema, se recomienda mantener sus rutinas diarias y estar presentes no sólo física, sino que también emocionalmente, y explicarles en palabras simples y de acuerdo a su edad, lo que las fuentes de información confiables nos han dicho en torno al virus, haciéndolos sentir tranquilos y protegidos.