Q.F. Marcela Pezzani V.
Directora de Escuela de Química y Farmacia
U. San Sebastián
Pensar que un medicamento es una solución a todos los problemas de salud, es un error que puede traer serias consecuencias, ya que si bien son una herramienta fundamental en el tratamiento de una enfermedad, su utilización debe ser informada y racional. Y esto se logra con la supervisión y el seguimiento farmacoterapéutico de un paciente.
Cuando se habla de mejorar el acceso a los medicamentos no sólo implica conseguirlo a bajo costo y de manera fácil, sino también que éste genere el efecto buscado y la seguridad que debe tener toda terapia. Para esto se requiere que un profesional pueda orientar a los pacientes y hacerle un seguimiento que asegure la efectividad del tratamiento, de lo contrario, el gasto por el mal uso, el sobreuso y las reacciones adversas, pueden resultar muy superior a la solución buscada.
No debemos olvidar que las malas prácticas que hoy existen con el uso desinformado e irracional de su consumo, ha llevado a graves problemas de salud pública, como resistencia antimicrobiana y falta de adherencia terapéutica.
También es necesario considerar que los medicamentos son sustancias que deben ser almacenadas en condiciones óptimas de temperatura y humedad, fuera del alcance de los niños y sobre todo, que se debe respetar su uso como un bien social y no como un bien de consumo.
Lo anterior conlleva a que de forma continua y permanente se deben fiscalizar los lugares de venta para que cumplan con las condiciones y las normativas para su dispensación. Asimismo, es un deber de cada persona velar por informar cuando estos resguardos no se practiquen.