Por Dr. César Díaz Cid
Director Pedagogía Media en Lenguaje y Comunicación
Universidad San Sebastián
Ignoro los criterios de los miembros del jurado que este año premian a Bob Dylan con el Nobel de Literatura, pero no están equivocados al rescatar las raíces originales de la poesía y situarlas junto al arte popular. Después de tantos siglos pareciera que el mundo no cambia tanto y que la memoria no es tan frágil como se pudiera creer a primera vista.
“Bob Dylan es a la poesía de la segunda mitad del siglo XX lo que Ezra Pound fue a la primera. Al lado de él las estrellas consagradas del oficio de poeta, y no sólo los anglo: Ted Hughes, Seamus Heaney, pero también Brodsky, Walcott e incluso la Szymborska parecen mausoleos. Su apellido verdadero es Zimmerman, Robert Allen Zimmerman, y nació el 41 en Minesota”, escribió hace años Raúl Zurita, Premio Nacional de literatura. Hoy, aplausos y quejas inundan las redes sociales. Los artistas setenteros están felices porque siempre vieron en Dylan una suerte de catalítico de las artes donde se refundaba elementos populares con la tradición clásica. Para los jóvenes molestos habría que recordarles que antes de pasar a formar parte de la institución literaria, la poesía estuvo ligada a la música, al canto. Por eso la aclamada sección de versos bíblicos titulada “Cantar de los cantares”, ha sido fuente de inspiración y admiración tanto de músicos como de literatos y los remonta a las raíces del arte occidental. Las secciones de laIliada, el clásico poema épico atribuido a Homero están separadas en “cantos” porque seguramente esa era la manera en que se difundían inicialmente. La poesía medieval española, llamada “poesía de palacio” por mucho tiempo fue considerada original de las cortes hasta que a mediados del siglo XX fueron descubiertas las “jarchas” retazos poéticos, finales de estrofas, en su mayoría escritos en mozárabe, probablemente de cantantes populares, derrumbaron muchas Historias de la Literatura y que para espanto de los puristas quedó en evidencia que los sujetos allí manifiestos eran de voces femeninas.