Por Geraldine Canales
Mentora de formación en Enseña Chile
Hoy vale la pena tomarse una pausa y reflexionar sobre el rol docente en nuestro país y los desafíos que aún tenemos pendientes. Sabemos que la realidad de las comunidades educativas es altamente compleja: factores estructurales como la desprofesionalización, la sobrecarga laboral, la inestabilidad contractual contribuyen a minar el sistema, permeando directamente en la experiencia educativa desde el ejercicio mismo de la profesión y el acceso a mayores oportunidades para nuestras y nuestros estudiantes.
Sin ir más lejos, el Mineduc señala que más del 70% de los docentes declara altos niveles de estrés. Además, un reporte reciente del Ministerio de Salud muestra que el 35% de las y los estudiantes de la educación media presenta síntomas de estrés y ansiedad. A esto podemos sumar importantes desafíos académicos como, por ejemplo, en matemática, el 70% de los estudiantes entre 5° y 8° básico no tiene el dominio de los contenidos mínimos.
Como podemos ver, la desigualdad en nuestro país es evidente y, lamentablemente, en la actualidad el lugar donde naces todavía determina tu futuro. Esta realidad me mueve a querer construir un Chile más justo y creo profundamente que es la sala de clases el lugar por donde debemos comenzar. Esta convicción nace y se mantiene firme, porque desde mi trabajo en terreno me inspiro al observar cómo las y los docentes, desde el aula, se movilizan a sí mismos y a sus estudiantes hacia la construcción de un futuro con propósito.
En este día de celebración de la labor docente, no me queda más que relevar y agradecer a cada profesora y profesor por elegir este rol transformador que permitirá a muchos estudiantes del país ver sentido de posibilidad en una o más de las tantas brechas arrastradas por el sistema, brechas que desde la sala de clases ustedes les ayudan a superar para cambiar sus trayectorias de vida.
El desafío es tremendo, sabemos que se requieren cambios urgentes, pero, aun así, la esperanza sigue intacta, porque sé que, a pesar de las dificultades que tensionan el quehacer cotidiano, sigue existiendo un interés real y genuino de parte de nuestros docentes por torcer la mano al destino, por llevar a nuestros estudiantes a dar el salto desde un futuro esperado hacia un futuro que es posible.