Por Hugo Perez White
Cuando se hacen declaraciones sobre los cambios climáticos en el planeta y vemos los efectos desastrosos que ocasionamos al medio ambiente con nuestras conductas negativas, debemos hacernos un exhaustivo examen de conciencia y reconocer los errores que a cada momento cometemos.
Los científicos son personas que poseen una mentalidad diferente al común de la gente y viven concentrados en sus experimentos y estudios de los fenómenos ambientales y luego entregan antecedentes que en su esencia inquietan y preocupan a quienes tienen la responsabilidad de gobernar a los países y por eso se han involucrado en conjunto a tomar importantes decisiones en las llamadas cumbres internacionales en las cuales todos los presidentes que asisten a ellas se comprometen a realizar esfuerzos para eliminar gradualmente las emisiones de gases tóxicos que están dañando por distintos medios el medio ambiente, provocando el calentamiento global de la tierra cuyos efectos negativos ya se están viendo en todas las latitudes.
No ayudemos a que este mundo que tanto nos ha costado construir, se destruya por nuestra indolencia ambiental y contribuyendo así al deterioro cada día más vidente de nuestro entorno, porque con esa actitud le estamos quitando a las generaciones futuras la posibilidad de gozar de las maravillas que aún tenemos y no puedan apreciar las bellezas que actualmente existen en los hielos de la laguna San Rafael, el magnetismo de las capillas de mármol en el lago General Carrera, la majestuosidad de los picachos de Cerro Castillo, la pureza de las aguas del río Baker, el majestuoso lago Llanquihue con sus volcanes de fondo y otros hermosos lugares como la portada de Antofagasta, los géiseres del Tatio en el norte o los moais en Isla de Pascua, sólo por nombrar algunas bellezas naturales, sin desmerecer las maravillas que cada región posee y que deben perpetuarse como herencia cultural.
Es lamentable que en las toma de calles y avenidas se vean fogatas inmensas con gases irrespirables que emanan de los neumáticos que se queman amontonados ex profeso, para llamar la atención de las autoridades en la solución de sus problemas.
Razón tienen los pascuenses cuando levantan sus voces de protesta ante la destrucción de su entorno natural por supuestos turistas que invaden sus costumbres ancestrales y razón tienen también los que se oponen a la construcción de las represas hidroeléctricas en Aysén y así es como hay numerosas localidades que defienden sus ríos, sus campos y sus costumbres tradicionales y no es que se opongan al progreso de los pueblos, sino, que pretenden buscar otras alternativas de proyectos menos dañinos al medio ambiente y que sean más amigables con el diario vivir de la gente.
El cambio climático y las malas costumbres. Por Hugo Perez White – Leer en https://t.co/pFBJKSlMdj
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