Por María Victoria Peralta
Académica Facultad de Educación, U.Central
En el presente Gobierno, son tres las principales iniciativas en el campo del curriculum impulsadas desde el Ministerio de Educación: las Bases Curriculares de 7° básico a 2° medio, la actualización de las Bases Curriculares de la Educación Parvularia, y las de 3ero y 4to medio, que fueron consultadas recientemente.
Siendo siempre importante revisar y actualizar el curriculum escolar, ya que los contextos, el conocimiento, las demandas y los mismos estudiantes van cambiando, todos quienes trabajamos en la disciplina del Curriculum tenemos un defecto habitualmente compartido: pensamos que este documento técnico por si solo va a cambiar el mundo, o al menos, el escolar. Ello en función a los grandes propósitos que esperamos que se favorezcan en la educación formal. Sin embargo, ello no es así.
En efecto, si se revisan algunos de los planteamientos principales de estos currículos oficiales nacionales, todos coinciden con la necesidad de favorecer una mayor vinculación con la realidad actual, desarrollar actitudes reflexivo-críticas, abordar los temas valóricos, ambientales y de ciudadanía, por nombrar algunos contenidos importantes desde educación parvularia a 4to medio. A la par, si analizamos las facilidades para posibilitar estos propósitos, en especial, las condiciones presupuestarias, de gestión, asesoramiento y dotación docente y/o auxiliar, observamos las grandes carencias que hay en el sistema para implementarlos.
Uno de los aspectos que más incide es el ratio o coeficiente adulto-niños; mientras los cursos desde 2do nivel de transición hacia arriba sigan siendo de 40 a 45 niños, no hay mayores posibilidades de interacciones de calidad entre educadores y estudiantes. Así, se fomenta el trabajo verticalista, poco constructivista y descontextualizado.
Por otra parte, está la necesaria alineación de los currículos nacionales con otros instrumentos técnicos que realiza el propio Ministerio o sus diversas instituciones vinculadas: C.P.E.I.P., Superintendencia de Educación, Agencia de Calidad, los que no siempre se suman o facilitan lo que plantean los primeros. Hacemos mención entre otros, a los Marcos de la Buena Enseñanza, los diversos instrumentos de evaluación y fiscalización existentes y en especial, a los mapas de progreso.
Analicemos este último caso a modo de ejemplo. Se definen como que: “describen la secuencia típica en que progresa el aprendizaje, en determinadas áreas o dominios que se consideran fundamentales en la formación de los estudiantes, en los distintos sectores curriculares” (Pág. 3 Mapas de Progreso Historia, Mineduc), frente a lo cual surge la pregunta: ¿hay realmente secuencias ‘típicas’ para pensar y aprender? La sicología constructivista y las neurociencias, nos enseñan que el aprendizaje es en espiral –no lineal- y que tiene diversas ‘entradas’, caminos o interconexiones y ‘salidas’ dependiendo de los niveles de desarrollo de los niños y niñas, de sus intereses y experiencias anteriores.
Esta tensión libertad-control, es la gran contradicción de nuestro sistema educacional. Los currículos nacionales por lo general, la otorgan; los Marcos, reglamentos, estándares de desempeño, mapas de progreso, instrumentos de evaluación homogéneos, tratan por otra parte, de controlar casi todo y así se acaba la escasa libertad del profesional de la educación y la adaptación a las diversas realidades contextuales de las comunidades educativas.
Aprendamos algo de las experiencias tan miradas del exterior: Finlandia no tiene nada de ello, sólo un curriculum nacional bastante abierto, una muy buena formación de docentes y mucha confianza en ellos, como lo señaló su Ministra de Educación cuando vino a Chile. Sobre esta base funcionan los Currículos Nacionales en cuanto a sus intenciones y florecen diversas formas de llevarlos a cabo atendiendo las diversas necesidades y características de las comunidades educativas, a lo que se deben sumar condiciones administrativas y de apoyo que las faciliten. Sin ello, los currículos son solo bonitas palabras, aunque nos duela.