Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Académico, Escritor e Investigador (UACh)
“Niños chilenos de entre 12 y 14 años que llegan a octavo básico no saben leer ni escribir… ¿mala educación, malas políticas estatales o falta de ética profesional? ¿O todas las anteriores?” (Publicado en diversos canales de televisión y diarios de circulación nacional el día miércoles 7 de marzo de 2018).
Esta fue la reveladora noticia que fue entregada a la opinión pública, una noticia, que no sólo es desastrosa, sino que es, simplemente, repudiable e inaceptable: niños de varias escuelas públicas de diversas comunas de Chile que han llegado a octavo básico NO SABEN LEER NI ESCRIBIR. Es decir, jóvenes de 13, 14 y 15 años son simples analfabetos. Esto en plena democracia y en pleno siglo XXI. Es por esta razón, que deseo comparar el modelo danés de educación con nuestro sistema educacional, en función de lo cual, más adelante presentaré las bases de dicho modelo educativo.
No puedo comenzar este escrito, sin poner sobre el tapete de la discusión el drama –y la vergüenza personal– que les tocará vivir en carne propia a los miles de jóvenes analfabetos chilenos, quienes representan un claro ejemplo de la total ineptitud, indolencia e impudicia con la cual las autoridades del gobierno de la ex presidenta Bachelet “administraron” el tema de la educación. Pero esto no es todo. El Ministerio de Educación debió reconocer hace muy poco que “más de 400 mil personas adultas no saben leer ni escribir en nuestro país”. Directo, claro y… catastrófico.
Como todos saben, parece un desperdicio de tiempo intentar hablar acerca de la “calidad” de la educación en nuestro país, sea que hablemos de la “calidad” en educación básica, media o universitaria. La razón es muy simple: lo único que, al parecer, les interesaba a las autoridades responsables, era que los niños y jóvenes “pasaran de curso”, no importaba cómo. Tampoco les importaba si salían ignorantes y analfabetos de algunas de las instituciones de educación, sea que hablemos de Básica o Media, e incluso universitaria.
Es más. A partir de 2019 entrará en vigor un decreto del Gobierno de Bachelet que elimina la repitencia automática de los alumnos, aún cuando no cumplan con los requisitos de asistencia a clases y/o de notas. Este nuevo decreto, de acuerdo con diversos expertos, no hará otra cosa que aumentar significativamente el número de niñas y niños que no sabrán leer ni escribir en nuestro país, es decir, tendremos abundancia de gente analfabeta que, en estricto rigor, representarán “mano de obra barata e ignorante” para las élites gobernantes y económicas de este país.
Pregunta… ¿qué diablos van a hacer estos niños cuando salgan de cuarto medio –si es que egresan alguna vez– y quieran ingresar a la Universidad, si ni siquiera saben leer de corrido y menos aún escribir correctamente? Y hoy estamos hablando de educación gratis universitaria para el 60% de la población más vulnerable del país. Más bien, parece una burla a los jóvenes analfabetos.
Esto es lo que sucede cuando las cosas se hacen mal. Muy mal. Dando lo mismo, si el gobierno de turno es de “izquierda” o de “derecha”.
Veamos ahora qué sucede cuando las cosas se hacen bien, con compromiso, con responsabilidad, con seriedad, usando la cabeza, en lugar de usar las “patas” –perdonando la expresión– y otras partes del cuerpo humano que no corresponden al cerebro, precisamente. Es el caso del “Modelo danés de Educación”.
Dinamarca se ha convertido en uno de los países símbolos en el mundo –junto a Finlandia, Singapur, Noruega y Suecia–, que gracias a una fuerte política de inversión económica en educación preescolar y básica, logró disminuir totalmente la brecha educacional y social entre los niños de menores y de mayores recursos.
Tanto es así, que el modelo danés se convirtió en el ejemplo más exitoso de intervención social del mundo, por cuanto, el gobierno de este país decidió trabajar EN FAVOR de TODOS sus ciudadanos, volcando sus esfuerzos en mejorar la calidad de la educación, es decir, la mejor fórmula jamás “inventada” para sacar a la gente de la pobreza, del desamparo, la ignorancia y del subdesarrollo.
El modelo danés se basa en dos principios fundamentales: 1. Conseguir cobertura para todos los niños y, 2. Excelente calidad de la educación por IGUAL PARA TODOS. Sin importar, si los colegios se encuentran en la capital de Dinamarca o están ubicados en algún pueblo remoto y perdido en las montañas nevadas. Dinamarca invierte entre el 4 y el 7% de su Producto Interno Bruto en temas que para el gobierno de este país son relevantes: educación, capacitación, investigación y desarrollo.
Probablemente esta cifra podrá parecer “exorbitante” para nuestra clase política y gobernante, sin embargo la alta rentabilidad que esto tiene para el país, es simplemente EXTRAORDINARIA, puesto que los futuros profesionales que surgen de esta inversión en educación devuelven –cuando mayores– con creces el dinero invertido en los niños de prebásica y básica a través de los altos impuestos que pagan las personas en este país, con lo cual, se reduce la pobreza, disminuye la inequidad, así como el reparto desigual de la riqueza de una nación, al tener profesionales altamente calificados. Y no sólo esto: también se reduce la delincuencia, el alcoholismo, la drogadicción y, lo que no deja de ser importante, el RESENTIMIENTO de los pobres en contra de la élite privilegiada.
Y… ¿cómo se garantiza la calidad de la educación? Pues bien, el gobierno danés decidió imponer normas muy exigentes en su sistema educacional. Mientras que en los países de la OCDE se pide, por ejemplo, una parvularia cada 8 niños, en Dinamarca se exige UNA POR CADA TRES NIÑOS. ¿No le parece una maravillosa forma de exigir calidad en la educación?
Por otra parte, la fórmula exigida para estudiantes de básica y media es que los profesores no se hagan cargo, más allá de 15 a 20 estudiantes por curso, de modo tal, que los docentes puedan preparar sus clases en forma óptima y puedan seguir formándose de manera continuada. Un profesor danés (sueco, finlandés, noruego, etc.) gana tanto como un ingeniero o un médico, y está obligado a seguir capacitándose y formándose, lo que significa, que a lo menos, debe tener el grado académico de magíster si es que quiere ser maestro y, a lo menos un grado de doctor, investigaciones y publicaciones a su haber, si es un académico o docente universitario. ¿No le parece una excelente manera de lograr calidad en la educación?
El Dr. Gosta Esping-Andersen –sociólogo danés y asesor de diversos gobiernos europeos– ha demostrado con sus estudios, análisis e investigaciones que el “modelo danés permitió dar iguales oportunidades a todos los niños en una etapa crucial de su desarrollo”, donde se estimulan por igual las capacidades cognitivas de los menores, así como también sus habilidades socioemocionales.
De eso se trata, justamente, de hacer las cosas bien, con el fin de evitar “ensillar el caballo al revés”, tal como se ha hecho en Chile. De poco –o nada– sirve tener una “educación universitaria gratis”, si el futuro estudiante ni siquiera es capaz de entender lo que lee y, lo que es peor, apenas puede leer “de corrido”… si es que aprendió a leer.
En función de lo anterior… ¿cómo se le pide perdón a los miles y miles de niños y adolescentes chilenos que irán por la vida –en pleno siglo XXI– como simples analfabetos, siendo incapaces de escribir ni siquiera su propio nombre?
Es de esperar, que más de algún político “decente”, haciendo honor a su apelativo de “honorable” (verdadero chiste de mal gusto), lea atentamente lo que aquí se plantea y se ponga -alguna vez- los pantalones para hacer lo que debe hacer y no lo que sus propios intereses particulares (o lo que su partido político) lo llevan a realizar en CONTRA de la voluntad e intereses del pueblo.