Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)
“La gente no renuncia a las empresas, renuncia a los malos jefes”
¿Qué nos sucede, cuando frente a nosotros tenemos a los llamados “jefes ogros” o jefes tóxicos? Lo cierto, es que mucha gente termina enferma cuando tiene la desgracia de tener que trabajar con uno de estos sujetos.
Tal como lo destaca el escritor español Arturo Caprara, no hay nada más falso en la vida que afirmar que hay que “separar la vida laboral de la personal”, como si el estrés, la depresión o las úlceras que han sido cocinadas a fuego lento en nuestro estómago por culpa de nuestro “jefecito” se las pudiera uno arrancar al terminar la jornada laboral y dejarlas guardadas en uno de los casilleros de la oficina, hasta el día siguiente.
Con el concepto de “ogro” o “jefe tóxico”, nos estamos refiriendo a aquellos jefes que caminan por la vida –y por las empresas– con cara de bull-dog y de pocos amigos, y cuya amargura personal la reparten sin ningún tipo de pudor o reparo alguno sobre sus colaboradores más próximos, con todo el daño emocional, frustración y desmotivación laboral que ello provoca en la gente.
Teniendo presente un dicho popular de antigua data que señala que “entre broma y broma la verdad se asoma”, no queda otra alternativa que utilizar un poco de ironía –y también de franqueza– para describir el perfil de algunos de esos jefes.
Estas son personas que uno desearía evitar a toda costa. Por lo tanto, la idea de presentar a estos sujetos, es con el fin de poder identificar sus rasgos y características y, de esta forma, informarse bien para: (a) cuidar la propia salud, o bien, (b) para no correr el riesgo –por desconocimiento o descuido– de convertirse en uno de ellos.
Si alguien desea profundizar un poco más en la temática, filosofía de vida y actitudes de algunos otros tipos de jefes ogros, la sugerencia es leer el libro de Arturo Caprara, cuyo título es muy significativo: “Ogro Sapiens. Una fábula para niños grandes”.
Entre los “jefes ogros” más conocidos, los más peligrosos suelen ser los siguientes:
1. El “jefe mal intencionado”: es un sujeto que busca destruir la confianza de sus colaboradores con insinuaciones, ironías e insultos sobre la calidad de su trabajo y de su personalidad. Por lo general, es una estrategia para ocultar sus propias deficiencias y debilidades ante la mala labor que realiza como jefe. En ocasiones, utiliza un humor del tipo denigrante y lacerante, lo que determina, que con el tiempo, este tipo de individuo se convierte en una verdadera pesadilla en la empresa.
2. El “jefe controlador”: este sujeto no confía en las capacidades de quienes lo rodean, siendo una suerte de mala copia de un reyezuelo feudal a la hora de controlar cada detalle en la oficina y de maquinar torturas sofisticadas en contra de sus colaboradores; inventa informes y largos procedimientos que avivan la burocracia y hacen menos eficiente el trabajo diario; quiere estar enterado de todo, liderar cada aspecto, imponer sus puntos de vista y acallar las voces que considera “disidentes”.
3. El “jefe que no comunica”: finge que está al lado de su gente, pero no les traspasa información que sea útil. Nunca felicita a sus colaboradores, tampoco les advierte de posibles errores que estuvieran cometiendo… hasta que ya es muy tarde. Su liderazgo es ambiguo y crea en el ambiente la sensación de incertidumbre, al no decir cómo y cuándo termina el proyecto. Comunica sólo lo malo, para no crear optimismo y así desincentivar que la gente pida un aumento de sueldo. Al no existir una versión oficial de lo que sucede en la empresa, este tipo de sujeto tiende a fomentar el rumor entre los trabajadores.
4. El “jefe desconfiado”: es un sujeto suspicaz y paranoico que lo sabe todo y que nunca pierde el control del mando. Su lema es: “nadie puede hacerlo mejor que yo”, lo que hace muy difícil que este sujeto esté dispuesto a delegar poder y autoridad a su gente, lo que lleva a que los trabajadores tengan que comunicarle hasta el más mínimo detalle y, a su vez, preguntar todo a su jefe, con lo cual terminan por perder cualquier tipo de iniciativa.
5. El “jefe autoritario”: este tipo de sujeto oye pero no escucha a sus empleados. Existen muchos jefes con “sordera voluntaria y selectiva”, es por ello, que el sujeto habituado a ser un jefe autoritario no está con la disposición de recibir ideas por parte de otros y siempre será el dueño de la última palabra. Inflexible a la hora de tomar decisiones, carece de capacidad de autocrítica y busca salirse con la suya a cualquier costo. Tiende a rodearse de empleados pasivos, sumisos, indiferentes y desencantados con sus trabajos, ya que resulta más fácil mantener su control y autoridad sobre ellos.
6. El “jefe estrella”: su fin último, es convertirse en el centro de la atención. Es el típico sujeto con rasgos de “gomero” y “centro de mesa” que busca llevarse todos los aplausos. Ya sea por inseguridad personal o por una ambición desmedida, desea brillar en la oficina (que es su escenario teatral), razón por la cual, termina por crear antipatía y generar anticuerpos en el grupo de trabajo. Presenta los proyectos de manera personal y como si fueran suyos, en lugar de hacerlo con su equipo de trabajo. Se atribuye todo el mérito y busca protagonismo a toda costa, lo que termina por generar desconfianza y molestia en la gente. El equipo de trabajo se siente un mero “accesorio funcional” del jefe.
7. El “jefe perverso”: son personas que una vez que asumen una jefatura se transforman radicalmente. Son el claro ejemplo de cómo el poder altera y corrompe a la gente. Al obtener poder, sacan a relucir su lado más obscuro y perverso. Bajo el afán de lograr metas, utiliza cualquier herramienta a disposición, incluyendo las amenazas y la manipulación. Suele sobre exigir a los demás, pero no a sí mismo. Se vuelven exigentes y severos con los horarios, los pequeños detalles y el cumplimiento de metas. Este tipo de sujetos suele esconder personalidades narcisistas y sádicas.
8. El “jefe serpiente”: junto con el jefe perverso, éste es uno de los peores, ya que es un sujeto hipócrita que sonríe y alaba cuando mira a la cara, pero que luego –y a espaldas del afectado– habla mal del trabajo desempeñado por su colaborador. Siempre procura quedar bien con quien habla, y –de manera confidente– tiende a culpar a otros de las fallas y errores que se producen en el equipo. Son sujetos que no pierden la menor oportunidad para hundir a sus subordinados frente a jefes de mayor rango y jerarquía.
Recomendación final: cuídese mucho de los jefes tóxicos y no intente imitar ni aprender de estos sujetos, ya que el ambiente o clima laboral que resulta de aplicar estas “estrategias” y fórmulas de liderar, es –por decir lo menos– venenoso, tóxico y frustrante.
Lamentablemente, son millones los trabajadores en todo el mundo que deben experimentar los abusos y los malos tratos por parte de quienes -se supone- deben motivarlos y liderarlos. Sin embargo, de acuerdo con los estudios y estadísticas de la OIT, alrededor de 35% de los trabajadores son sometidos a tratos indignos por parte de sus jefes, a tal punto, que no son pocos los trabajadores que optan por el suicidio.