Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)
Partamos destacando, que el ser humano es la única criatura sobre la superficie de la tierra que está en condiciones no solo de transformar, modificar y destruir –en forma voluntaria– el medio ambiente que lo rodea, sino que también es capaz de modificar su propia biología por medio de aquello que siente y piensa.
Expertos en neurociencias y biopsicología como James Booth, Estanislao Bachrach, John Pinel y otros, han destacado la contribución que hace la neurogénesis –o generación de células pluripotenciales– en la recuperación de distintas funciones del cuerpo, luego de haber sufrido la persona un daño cerebral.
Nuestros pensamientos son capaces de modificar las células de nuestro organismo, ya sea para: (a) lograr la sanación de la persona, o bien, (b) para que nos enfermemos a través de los trastornos psicosomáticos.
La enfermedad psicosomática representa una condición de salud, en la cual, los síntomas físicos se ven agravados por factores mentales, tales como la ansiedad, el miedo, la angustia, el estrés, etc.
Por otra parte, las alteraciones del ánimo –como es el caso de una depresión, o bien, sufrir una crisis o un ataque de pánico– pueden afectar seriamente nuestro sistema inmunológico, en tanto que emociones positivas como la alegría, la felicidad, un estado interno de armonía, etc., fortalecen nuestro sistema inmune, tal como muy bien lo destacan el Dr. Daniel Goleman, el Dr. Martin Seligman o el Dr. Tal Ben Shahar en sus libros y publicaciones. Estas emociones positivas nos mantienen saludables e incluso, están en condiciones de hacernos rejuvenecer y prolongar nuestras vidas.
Por el contrario, el sólo hecho de recordar situaciones y vivencias tristes y/o negativas liberan en nuestro organismo las mismas hormonas y sustancias biológicas destructivas como las que genera el estrés, tales como: cortisol, adrenalina, noradrenalina, etc.
Nuestro cerebro, como así también las miles de millones de células de nuestro organismo, están constantemente monitoreando y respondiendo a los diversos estímulos que reciben, procesando la numerosa información, pensamientos y experiencias que realiza, internalizándolas y metabolizándolas en concordancia con el tipo de emociones a las cuales están asociadas.
Una persona, por ejemplo, que está deprimida no sólo proyecta su pena, melancolía y su tristeza hacia afuera o hacia terceras personas que la observan, sino que, todo su ser interior se remece frente a estas emociones negativas alterando el equilibrio interno del sujeto.
Un cerebro que está alterado por emociones de carácter negativo comienza de inmediato a producir hormonas y neurotransmisores de acuerdo con la “interpretación” que hace el sujeto de la situación que le toca vivir: si la interpretación es de carácter positivo, los neurotransmisores producidos por el cerebro estarán en consonancia con la experiencia vivida. Si la experiencia es negativa, entonces se altera el equilibrio y el metabolismo de nuestro cuerpo: se altera el apetito, el ciclo de sueño, las emociones, el nivel de energía interno, etc.
Incluso más: las plaquetas sanguíneas se tornan más viscosas y más propensas a formar grumos, exponiendo al organismo a sufrir una trombosis o coágulos en el sistema circulatorio, lo que puede afectar seriamente cualquier órgano de nuestro cuerpo. De acuerdo con las investigaciones del médico de origen hindú, Dr. Deepak Chopra, las lágrimas producto de una vivencia negativa contienen trazas químicas que son diferentes a las trazas de las lágrimas producto de la alegría.
Por lo tanto, todo el perfil bioquímico negativo puede ser modificado profundamente, si una persona logra serenarse y adoptar una postura de paz y de tranquilidad interna. Estos datos han sido científicamente comprobados y confirman la necesidad de utilizar nuestra conciencia con la finalidad de “moldear” y configurar el cuerpo sano que queremos.
En este sentido –y tal como se señaló previamente– el proceso de envejecimiento puede ser neutralizado a través de distintos medios: por intermedio de nuestra mente, a través de la alegría, la felicidad, la realización de actividad física, la práctica de la risa, etc. El “yoga de la risa”, por ejemplo, fue puesto en práctica por el Dr. Madan Kataria por primera vez en la India, luego de lo cual, se extendió por todo el mundo.
Hansrat Ali, por su parte, asegura que la medicina para sanar todo mal está en nosotros mismos, pero desgraciadamente, no estamos usando dicha medicina. Las enfermedades vienen desde nuestro interior, pero pareciera que no nos estamos dando cuenta de ello.
De ahí que se nos señale, que si nos interesamos por saber cuál es el estado actual de nuestro cuerpo, entonces deberíamos tratar de recordar qué fue lo que sentimos y pensamos en el día de ayer. Si ahora queremos averiguar cómo estará nuestro organismo mañana, en ese caso, deberemos observar, controlar y gestionar nuestras emociones y pensamientos en el día de hoy y asegurarnos que tanto las emociones, como así también los pensamientos, sean totalmente optimistas y positivos, tal como muy bien lo destacan expertos de la psicología positiva y de la felicidad como el Dr. Martin Seligman, el Dr. Tal Ben Shahar y el Dr. Ruut Veenhoven, autoridades mundiales en el estudio científico de la felicidad.
Si cada uno de nosotros tiene presente estos factores y abrimos nuestra mente y cerebro a esta nueva realidad, entonces, lo más probable es que de esta forma estaremos en condiciones de evitar una serie de enfermedades que podrían afectarnos severamente.