El trastorno bipolar: la montaña rusa de las emociones

Publicado por Equipo GV 8 Min de lectura

Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)

 

Mientras los médicos sigan viendo sólo enfermedades y olviden al enfermo como una unidad psicológica y social, serán tan sólo simples zapateros remendones de la personalidad humana” (Dr. Ramón Carrillo, neurocirujano y neurobiólogo argentino).

 

depresivoEl trastorno bipolar es una condición grave de salud mental, que es de carácter crónico. Lo anterior implica, que la enfermedad –así como la variada sintomatología que la acompaña– estará plenamente en curso, mientras la persona no sea tratada de manera adecuada.

En función de lo anterior, el sujeto afectado requiere de muchos cuidados y de un tratamiento a lo largo de toda su vida, por cuanto, los estados de ánimo constantemente cambiantes de la persona –que están asociados directamente con el trastorno bipolar–, pueden llegar a ser, tal como se podrá ver más adelante, muy disruptivos y disfuncionales,  lo que representa una condición que obstaculiza claramente la forma en que al paciente le gustaría conducir su vida cotidiana.

Al trastorno bipolar también se lo conoce como enfermedad maníaco-depresiva o depresión maníaca. De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, las personas con trastorno bipolar tienen cambios graves e inusuales en su humor o estados de ánimo, los cuales son muy significativos y, en muchos casos, muy evidentes para quienes viven en el entorno cercano de estas personas.

En ocasiones, estos individuos se sienten muy felices y “animados” y tienden a ser mucho más enérgicos y activos de lo habitual. A esta fase se la llama un episodio maníaco. En otras ocasiones, las personas con trastorno bipolar se sienten muy tristes y “deprimidas”, disponen de muy  poca energía y son mucho menos activos de lo normal. A esta fase se la conoce como depresión o episodio depresivo.

Tanto la fase –o período– maníaco, como así también el depresivo, pueden ser breves, desde unas pocas horas hasta algunos días. O bien, los ciclos que experimenta el sujeto pueden ser mucho más largos, durando hasta varias semanas o incluso meses. Los períodos de manía y depresión pueden variar de persona a persona, tanto así, que algunos de estos sujetos pueden experimentar períodos muy breves de estos estados de ánimo intensos, siendo factibles que ellos –a diferencia de su entorno– ni siquiera se den cuenta de que tienen el trastorno.

De acuerdo con el Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, hay cuatro categorías principales de trastorno bipolar: (a) trastorno bipolar I, (b) trastorno bipolar II, (c) trastorno ciclotímico y (d) trastorno bipolar debido a otro trastorno médico, o bien, por la ingesta y abuso de sustancias intoxicantes.

Lo que habitualmente se observa en las personas que sufren de un trastorno bipolar, es que los episodios anímicos que experimentan pueden ser muy intensos. Las emociones que viven estas personas llegan a ser muy fuertes y se producen en forma paralela a cambios extremos en su comportamiento, así como también en sus niveles de energía.

Es así, por ejemplo, que de acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Mental de EE.UU., las personas que están viviendo un episodio del tipo maníaco pueden experimentar algunos de los siguientes síntomas:

  1. Sentirse muy animadas, felices y pensar que pueden hacer muchas cosas a la vez.
  2. Sentirse nerviosas o muy aceleradas.
  3. Presentar trastornos del sueño, tales como grandes dificultades para poder dormir.
  4. Estar más activas y energizadas que lo habitual en ellas.
  5. Estar agitadas, sensibles e irritables.
  6. Hablar de manera muy veloz y atropellada acerca de diversos temas.
  7. Sentir que sus pensamientos van y vienen a una alta velocidad.
  8. Realizar diversas actividades que pueden ser muy osadas, arriesgadas o impudentes, tales como embarcarse en proyectos inútiles que cuestan mucho dinero a ellos y a sus familias, tener relaciones sexuales de manera imprudente y poco segura, etc.

 

Por otra parte, aquellas personas que están experimentando un episodio depresivo, pueden presentar algunos de los siguientes síntomas:

  1. Sentirse tristes, melancólicas o muy decaídas anímicamente.
  2. Sentir la necesidad de dormir mucho, o bien lo opuesto, es decir dormir muy poco.
  3. Tener la sensación o el sentimiento de no poder disfrutar de nada que le pueda ofrecer la vida, acompañado por una gran desmotivación personal.
  4. Experimentar un sentimiento de vacío interno.
  5. Sentirse constantemente preocupadas y con grandes dificultades para poder concentrarse en sus actividades.
  6. Sentir un cansancio constante y una falta de energía para emprender cosas, realizar actividades, salir a disfrutar con los amigos o familiares.
  7. Presentar pérdida de apetito, o bien, el deseo de devorar todo cuanto se le ponga por delante.
  8. Tener ideación suicida y pensar en la muerte como una solución real a sus problemas y emociones cambiantes.

En ocasiones, aquellas personas que experimentan episodios anímicos de gran intensidad, se exponen a presentar algunos síntomas de carácter psicótico, en cuyo caso, la psicosis podría afectar los pensamientos y las emociones del sujeto, así como también afectar la capacidad del individuo para diferenciar entre lo que es real de aquello que no lo es, por cuanto, se da el caso de pacientes que presentan manía y síntomas de tipo psicótico, que pueden creer –y estar absolutamente convencidos– de que ellos son ricos, famosos y poderosos, o bien, que tienen ciertos poderes especiales que sólo ellos poseen.

Es preciso señalar, que no resulta fácil diagnosticar el trastorno bipolar y, a menudo, se presenta el caso de personas que sufren de bipolaridad, quienes pasan años deambulando de médico en médico, antes de que se les diagnostique este trastorno de manera correcta. Lo anterior, debido al hecho que los síntomas que caracterizan a la bipolaridad, pueden asemejarse a otros problemas de salud mental de naturaleza diferente, confundiéndose, por ejemplo, con un trastorno esquizofrénico o con una depresión, ya sea de tipo endógena o reactiva.

Digamos finalmente, que si bien no existe aún una cura definitiva para la bipolaridad, la persona diagnosticada correctamente con este trastorno, puede someterse a un tratamiento que le ayudará a controlar y/o disminuir notablemente la intensidad de los síntomas que experimenta, de manera tal, de poder controlar de mejor manera los constantes cambios en su estado de ánimo, así como también los diversos problemas de comportamiento propios de su enfermedad.

Este tratamiento –que incluye tanto terapia, como así también la administración de algunos medicamentos–, tiene buenos resultados cuando es constante y el paciente afectado no lo interrumpe voluntariamente. El gran riesgo que se corre, es que todo vuelva a foja cero, si el paciente suspende la toma de medicamentos y su terapia de manera unilateral y sin consultar con el especialista, en cuyo caso, la persona volverá rápidamente a experimentar la misma montaña rusa de emociones con todo el arco iris de sintomatología que presentaba antes de iniciar su tratamiento.

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