Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)
El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) se caracteriza por la presencia (o invasión) en la mente del sujeto de pensamientos de tipo irracional y por temores que obligan a la persona a realizar una serie de comportamientos de diversa naturaleza. En este sentido, estamos frente a un trastorno mental en el cual, los individuos tienen: (a) pensamientos, ideas, sentimientos, sensaciones que son de “carácter obsesivo” y (b) comportamientos repetitivos e indeseables que impulsan a las personas a hacer algo una y otra vez, y que son de “carácter compulsivo”.
Los síntomas que experimentan las personas afectadas por un TOC pueden manifestarse de manera gradual y/o progresiva, y variar a lo largo de los años.
De acuerdo con el Manual Diagnóstico y Estadísticos de los Trastornos Mentales (DSM-V), la característica principal del trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad es una preocupación constante “por el orden, el perfeccionismo y el control mental e interpersonal, a expensas de la flexibilidad, la espontaneidad y la eficiencia”. Este patrón de conducta comienza al principio de la edad adulta, dándose en diversos contextos.
Algunos de los síntomas más frecuentes son los siguientes:
- Preocupación excesiva por los detalles, la exactitud, las normas, las listas, el orden, la organización o los horarios, hasta el punto de correr el riesgo de perder de vista el objetivo principal de la actividad. Existe, asimismo, un cierto temor a que las cosas no estén “justo en su punto”, que se desorganicen y que no resulten como la persona espera o desea que pasen.
- Presencia de perfeccionismo que interfiere en la finalización de las tareas que la persona debe llevar a cabo, a raíz de que el trabajo realizado no cumple –ni satisface– sus propias exigencias y estándares, los que son estrictos.
- Dedicación excesiva al trabajo y a la productividad: situación que conduce al sujeto a evitar las actividades de ocio y el cultivo de amistades, un hecho o decisión que no puede ser atribuida a necesidades de tipo económicas.
- Incapacidad para tirar los objetos inútiles o que ya están muy gastados, incluso cuando no tienen ni siquiera valor sentimental, condición que lleva al sujeto a acumular y coleccionar una diversidad de objetos sin valor alguno, bajo el principio de que “nunca se sabe cuándo va a necesitar uno alguna cosa”, cayendo, en ocasiones, en el síndrome de Diógenes o del “acumulador compulsivo”.
- Excesiva terquedad, escrupulosidad e inflexibilidad en temas de valores, ética o moral. Existe miedo a tener malos pensamientos, o bien, preocupación con imágenes o ideas religiosas que acuden a su mente. Las personas con TOC pueden ser tremendamente críticos con sus propios errores.
- Se resiste y evita delegar tareas o trabajos a otras personas, por el temor a que dichas personas no hagan un trabajo de excelencia como el que haría él mismo, lo cual puede llevar al sujeto a sobrecargarse de trabajos y funciones que no le corresponden, en función de que las cosas deben hacerse a su manera, es decir, “la manera correcta”, ya que el sujeto piensa que nadie más que él puede hacer las cosas bien.
- Adopta un estilo avaro en los gastos para él y los demás, por cuanto, la persona considera el dinero como algo que hay que acumular por la posibilidad de ocurrencia de crisis económicas o de futuras grandes catástrofes.
- Miedo recurrente a la contaminación a causa de microbios, polvo, suciedad, líquidos orgánicos, enfermedades, etc., temor que obliga a la persona a bañarse o a lavarse las manos constantemente (hasta el punto de dañar la piel), limpiar y desinfectar artículos u objetos de manera excesiva.
- Realización reiterada de “acciones de prevención”: por la duda constante de que se produzca algún daño o accidente, lo que obliga al sujeto a verificar una y otra vez que la llave del gas haya sido cerrada, que la puerta esté con llave al salir de la casa, etc., un temor e inseguridad que puede hacer regresar a la persona varias veces a su casa a verificar si cerró bien.
- Necesidad de repetir rutinas: tal como por ejemplo, seguir el mismo camino para dirigirse al trabajo, atravesar la calle exactamente en el mismo lugar todos los días, no pisar las líneas que separan las veredas, tocar la mesa un cierto número de veces antes de sentarse, repetir varias veces algunas palabras, contar el número de escalones al subir una escalera, etc. El hecho de no llevar a cabo los rituales obsesivos puede provocar en el sujeto un alto nivel de ansiedad y sufrimiento.
Si bien los genes –o antecedentes familiares– parecen jugar un importante rol en la aparición del trastorno, también se ha detectado que antecedentes de abuso físico o sexual parecen incrementar el riesgo de padecer de TOC.
Ahora bien, las personas afectadas por un trastorno de personalidad con estas características necesitan de ayuda experta, por cuanto, resulta casi imposible que puedan curarse solos, representando a una enfermedad, cuyos síntomas pueden permanecer durante años e incluso, por toda la vida.
Si bien, existe la posibilidad que el tratamiento del trastorno obsesivo-compulsivo no resulte en una cura completa, sí puede ayudar a que la persona pueda controlar los síntomas, de modo tal, que éstos no dominen y/o controlen la vida del sujeto. Dependiendo de la gravedad del TOC, el paciente puede necesitar un tratamiento de largo plazo, continuo o de carácter más intensivo.
El tratamiento más eficaz es una combinación de psicoterapia de tipo cognitivo-conductual y la prescripción de algunos medicamentos que ayuden al paciente a controlar las obsesiones y compulsiones propias del trastorno obsesivo-compulsivo.