Estrés e infertilidad

Publicado por Equipo GV 5 Min de lectura

Por  Erica Castro,
Académica Facultad de Medicina U. San Sebastián sede Santiago

 

Erica CastroEl estrés es un factor importante que afecta el estado físico y mental de una persona y altera la homeostasis del cuerpo. Si bien existen diferencias de género en la capacidad de respuesta al estrés, las mujeres serían más vulnerables producto de las variaciones en sus hormonas reproductivas, aunque a través de la historia, ellas han concebido en las condiciones más duras de la guerra, la pobreza o el hambre.

El aumento del nivel de hormona del estrés, como el cortisol, reduce la producción de estradiol en la mujer, lo que da lugar al deterioro de la calidad de los ovocitos. Así, la adaptación de los comportamientos del estilo de vida puede generar especies reactivas de oxígeno (ROS) en el ovario, lo que afecta aún más a la reproducción femenina. El equilibrio entre el nivel de ROS y los antioxidantes en el ovario son importantes para el mantenimiento de la salud reproductiva femenina. El nivel fisiológico de ROS modula las funciones ovocitarias, mientras que su acumulación conduce al estrés oxidativo.

De hecho, este estrés oxidativo es uno de los principales factores que tiene un impacto negativo directo en la calidad de los ovocitos y limita el resultado reproductivo femenino en varias especies de mamíferos, incluyendo los humanos.

Por otra parte, en los mamíferos se han planteado varios modelos en que se propone que la función ovárica responde a la calidad de las condiciones ecológicas, por ejemplo, la disponibilidad de recursos alimenticios. En estudios fisiológicos y demográficos en humanos también se demuestran variaciones en la función ovárica según la intensidad de los factores estresantes ecológicos, destacándose la influencia de las variables psicosociales para la supervivencia humana y el éxito reproductivo.

Varios estudios indican que factores de estrés, particularmente aquellos que dificultan la provisión de cuidados adecuados para la criatura, tales como la falta de apoyo social, depresión y la ansiedad, pueden activar los mecanismos fisiológicos que suprimen la función reproductiva. Así, se ha demostrado el efecto negativo de la ansiedad asociado con una reducción de la concepción en mujeres sanas que intentan concebir.

La implantación del embrión implica la interacción íntima con un útero receptivo durante un período de tiempo limitado. El estrés puede afectar la calidad de esta nidación y un efecto dominó con consecuencias adversas sobre la gestación y postparto, como pérdidas gestacionales, deterioro en la calidad de la placenta, dificultades en la irrigación materna fetal, dificultades en la bajada de la leche y en el proceso de vinculación madre e hijo/a, así con el mayor riesgo de depresión puerperal.

La fertilización in vitro se aproxima a US$25 mil en Estados Unidos, costo por sí solo ya prohibitivo para muchos hogares, lo que genera un estrés adicional a la pareja por la necesidad de buscar una fuente adicional de recursos para solventar los gastos. Así, el tiempo dedicado a la atención en estas parejas y el número de intentos a los que se sometan también puede representar una importante carga social y mental. Por esto, los indicadores de estrés están asociados con una peor respuesta funcional ovárica y reducción de la fertilización, implantación y gestaciones de término. El apoyo de un equipo interdisciplinario para apoyar psicológicamente a la pareja es primordial.

Los cambios en el estilo de vida son una de las principales causas que conducen al estrés psicológico, y éste puede afectar la biología de la reproducción humana. La invitación es a cultivar la salud mental y a proteger desde esta perspectiva aspectos reproductivos de las personas desde niños/as.

 

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