Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Académico, Escritor e Investigador (UACh)
Digamos de partida, que diversos especialistas se refieren a la fibromialgia como “el dolor del alma”. Estos expertos en el tema, apuntan al hecho que el gran dolor físico que experimentan muchas personas, en realidad tendría un origen emocional, en que el conflicto emocional se transfiere directamente al cuerpo.
Si bien, no se trata aquí de afirmar o rebatir que la fibromialgia representa un trastorno del tipo psicosomático, sí se habla de la “enfermedad de las emociones reprimidas o no expresadas”, y que este trastorno sería el fruto de diversos traumas y/o conflictos internos que, supuestamente, nos hemos generado nosotros mismos y que no hemos sido capaces de resolver de buena forma.
Hoy en día, ya no se discute la estrecha relación existente entre el cuerpo, la mente y las emociones, al punto, que en nuestro cuerpo físico se “incrustan”, por así decirlo, las sensaciones, sentimientos y mensajes que llegan desde el plano emocional, es decir, tenderíamos a somatizar aquello que sentimos, especialmente, cuando se trata de sensaciones y estímulos de carácter negativo.
Hay numerosos estudios que ponen en evidencia la vinculación existente entre determinadas situaciones frustrantes y estresantes que experimenta una persona y los estados psicológicos negativos subsiguientes que vive, lo cual, trae como consecuencia directa, que el sistema inmunológico se vea severamente afectado.
Por otra parte, el concepto “enfermedad psicosomática” hace alusión al hecho, que la psique (o mente) afecta al soma (o cuerpo), es decir, la tensión mental causada por una condición mantenida de estrés, angustia, ansiedad, agobio, frustración, etc., influye en el estado de nuestros tejidos corporales, órganos, músculos, piel y tejido fascial (o tejido conectivo que se extiende como una red en el cuerpo), pudiendo provocar lesiones, inflamaciones y diversas enfermedades, tales como por ejemplo, acidez estomacal, colon irritable, úlceras estomacales, bruxismo nocturno, etc.
Sabemos, asimismo, que nuestros estados emocionales negativos favorecen una serie de otros trastornos, tales como: problemas cardíacos, hipertensión arterial, depresión, distimias, consumo excesivo de alcohol y drogas, diversos tipos de cáncer, etc.
Ahora bien, es preciso destacar, que la fibromialgia es un padecimiento silencioso, crónico, algo misterioso, poco conocido y que también es bastante incomprendido, hasta el punto, que muchos pacientes sienten que las demás personas no les creen cuando ellos señalan estar sufriendo de intensos dolores.
Dado el hecho que la fibromialgia no presenta signos visibles, que el dolor del sujeto no se “ve”, y que tampoco puede ser detectado y/o diagnosticado a través de análisis de laboratorio o estudios de imágenes tales como radiografías, scanner, endoscopías, etc., se la tiende a minimizar, desechar y a catalogar como un “dolorcillo pasajero”, achacando la gran sensibilidad que experimentan los pacientes frente al dolor, a un tema meramente subjetivo, “exagerado”, de persona “histérica”, algo, que por cierto, molesta mucho a los pacientes, y que está muy alejado de la realidad.
En términos simples, el concepto fibromialgia implica que la persona que está afectada, experimenta un dolor y un malestar significativo en los músculos, así como en el tejido fibroso, que incluye ligamentos y tendones.
Pocos saben que, en realidad, la fibromialgia está considerada como una patología bastante frecuente. La Fundación Española de Reumatología, así como las estadísticas a nivel mundial indican, por ejemplo, que alrededor del 4% de la población padecería de este trastorno, siendo las mujeres de entre 20 y 50 años, el segmento poblacional más afectado, con el 90% de mujeres liderando las estadísticas de fibromialgia.
Es un trastorno que se caracteriza por la presencia de malestar músculo-esquelético generalizado y la sensación de dolor ante la presión en algunos puntos específicos del organismo (los llamados “18 puntos dolorosos”). Aún cuando este dolor se asemeja al dolor originado en las articulaciones, la fibromialgia no es una enfermedad articular.
Ahora bien, desde el punto de vista médico, la fibromialgia corresponde a un grupo de síntomas y trastornos aún poco comprendidos, que se caracteriza por la presencia de fatiga extrema, dolor persistente y con carácter crónico, síndrome de la pierna inquieta, calambres, dolor torácico, disminución de la visión, rigidez matutina (de los músculos, ligamentos y tendones), así como también un amplio espectro de síntomas de carácter psicológicos, tales como: insomnio y dificultad para conciliar el sueño, presencia de jaquecas, migrañas y dolores de cabeza, problemas cognitivos relacionados con la memoria y la concentración –llamadas también “lagunas mentales”–, factores todos que suelen dificultar el funcionamiento rutinario y normal de las personas.
Una de las explicaciones que entregan los investigadores de por qué razón se produce la fibromialgia, hace alusión al hecho que las personas que la padecen tenderían a hacer una errada elaboración de los pensamientos y emociones negativos que experimentan, acumulando mucha tensión interna, la que no sería “liberada” por las personas de inmediato por intermedio, ya sea, del “uso de la palabra”, es decir, no ser capaz de expresar su negativa a hacer algo que no desea hacer, no estar en grado de expresar su molestia o indignación, ser incapaz de defenderse por alguna ofensa recibida, etc., o bien, a través “de la acción”, es decir, incapacidad para tomar medidas prácticas para resolver el conflicto, dificultad para responder a la agresión física o verbal por parte del otro, etc. Esto significa que las emociones experimentadas son reprimidas, ya que la persona, simplemente no se atreve a expresarlas, con lo cual, dichas emociones quedan “bloquedas” y retenidas físicamente bajo alguna forma de fuerte tensión interna, que luego se manifestará a través de experimentar dolor y varios de los síntomas ya señalados.
Si bien, los datos clínicos indican que la fibromialgia es un trastorno que acompaña a la persona de por vida, hay casos documentados de pacientes que han logrado superar la enfermedad, y que hoy viven sanos, felices y sin experimentar ningún tipo de dolores.
A continuación se consignan algunas de las medidas que han ayudado a dichos pacientes a aliviar los síntomas de la enfermedad:
- La fibromialgia ha sido relacionada con una deficiencia de magnesio. Una de las recomendaciones, es consumir alimentos ricos en este mineral (verduras de hoja verde, algas, higos, legumbres, almendras, plátanos, castañas de cajú, etc.).
- Siga una dieta alcalina, basada en alimentos enteros sin procesar, especialmente, verduras y otros alimentos ricos en nutrientes y fibras.
- Evite el café y el té, por cuanto, interfieren con la adecuada absorción de minerales beneficiosos para el organismo.
- Reduzca el consumo de carne, de productos lácteos altos en grasa y alimentos con elevados niveles de grasas saturadas, ya que contribuyen a la inflamación, el dolor y el insomnio.
- Reduzca y/o elimine el consumo de alimentos fritos y comida chatarra.
- El consumo de linaza y aceite de linaza alivia la inflamación de la fibromialgia.
- Reduzca y/o evite el consumo de azúcar, ya que debilita el sistema inmunológico, altera el sueño y estimula el crecimiento del hongo Candida albicans, que se cree es una de las causas de la fibromialgia.
- Elimine de su dieta alimentos procesados y bebidas gaseosas (contienen aditivos que agravan el problema).
- Realice actividades que promueven el drenaje linfático (nadar en el mar, practicar yoga, hacer Tai-Chi, recibir masajes corporales).
- Beba en forma regular agua alcalinizada (purificada) o de mar, mezclada al 50% con agua dulce.
Finalmente, resulta muy beneficioso, realizar un análisis focalizado y consciente de los posibles traumas, frustraciones, emociones y vivencias negativas reprimidas que pudiesen estar agobiando a la persona, y que no han podido ser elaboradas –o resueltas de buena manera–, ya que esta técnica, llamada “de focalización y sanación emocional” (“focusing”) que trabaja con la “experiencia corporalmente sentida” y que fue desarrollada por el Dr. Eugene Gendlin, ayuda a los pacientes a reducir de manera notable los niveles de estrés, angustia y ansiedad que los aquejan, permitiéndoles tomar decisiones que favorecen el bienestar personal, al mismo tiempo que representa una forma de lograr cambios conductuales saludables y estables en el tiempo.