Por Irene Muñoz
Directora Escuela de Terapia Ocupacional, U. Central
La inclusión es una palabra que hoy está en la agenda pública. No sólo por la campaña de la Teletón, cuyo lema este año ha sido “Celebremos las diferencias: abracemos la inclusión” sino porque también el 3 de diciembre se conmemora el Día Internacional de las Personas con Discapacidad.
Por años la opinión pública chilena ha asociado la discapacidad a limitaciones de índole física y sensorial, refrendada por la labor que cumple la Fundación Teletón y sus campañas televisivas asociadas, para la rehabilitación de niños en situación de discapacidad.
Sin embargo, la discapacidad puede ser también mental e intelectual, siendo un término que implica las limitaciones de las personas para poder participar. En definitiva, discapacidades que no permiten funcionar en un mundo social y físicamente construido para seres ‘normales’.
Desde la Terapia Ocupacional se entiende la discapacidad como los problemas o dificultades que tiene una persona para ejercer los roles esperados o deseados por ella misma para su ciclo vital. Conforme a esa perspectiva, una persona tetrapléjica podría –mediante rehabilitación y las ayudas técnicas apropiadas– resignificar su situación, cumplir dichos roles y ser partícipe de la sociedad. Es decir, una persona con limitaciones en sus funciones físicas, mentales o sensoriales no es un discapacitado realmente si encuentra en su vida cotidiana todos los apoyos que requiere para realizar su proyecto de vida.
Una personas con discapacidad, no sólo debe superar un proceso de rehabilitación personal, sino que requiere que la sociedad deje atrás las barreras de exclusión. Como país debemos avanzar en este sentido, y no sólo destinar dos días al año para sufrir por las limitaciones que enfrentan los niños de la Teletón, quienes tienen que depender de la caridad y solidaridad para acceder a su derecho a la salud.
Definitivamente, tenemos que demandar políticas públicas que consideren la rehabilitación como un derecho humano garantizado por el Estado. Más aún, todos debemos ser consecuentes los 365 días del año en materia de inclusión social, aceptando la diversidad como parte de la naturaleza humana y dejando atrás las prácticas discriminatorias.