Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)
“Si dejamos que las penas del corazón se transformen en enfermedades, desde ese mismo instante nuestra salud comienza a correr un gran peligro” (Dr. Franco Lotito C.)
En términos concretos –y no sólo como una simple metáfora– hoy ya no resulta para nada extraño hablar de: “tener el corazón roto”, o bien, de “estar muriendo de pena y de tristeza”, una condición que es provocada, por ejemplo, por la pérdida de un ser querido, una ruptura amorosa –que deja destrozada a una persona–, o bien, por sufrir una dura y gran decepción personal.
Todos los elementos arriba señalados pueden, en forma literal, romperle el corazón a una persona, en cuyo caso, se habla de la “cardiopatía de Takotsubo” o síndrome del corazón roto, un tipo de patología que más que romper –o fracturar– el órgano del corazón, lo que provoca, es una deformación de este vital órgano, que, en ciertas ocasiones, también puede llevar a la muerte.
De acuerdo con estudios de la Clínica Mayo, en Estados Unidos, el síndrome del corazón roto es una afección cardíaca, que a menudo es provocada por situaciones estresantes y por emociones extremas. Asimismo, esta afección puede ser desencadenada por una enfermedad física grave, o bien, como consecuencia de que la persona se haya tenido que someter a una cirugía bajo condiciones de temor y/o estrés, en función de lo cual, se la puede llamar, asimismo, miocardiopatía por estrés, miocardiopatía de Takotsubo o síndrome de abombamiento apical.
Este síndrome fue descrito por primera vez en Japón en la década de los años 90, donde el concepto “Takotsubo” hace alusión a que cuando se produce la afección cardíaca –y como consecuencia de la misma–, el corazón se deforma y se asemeja a un tipo de vasija abombada y de cuello estrecho llamada “Tako-Tsubo”, que los japoneses utilizan para atrapar pulpos.
Las personas con síndrome de corazón roto –generalmente mujeres– pueden experimentar un fuerte dolor torácico repentino y creer que están teniendo un ataque cardíaco, aún cuando el síndrome afecta sólo a una sección del corazón, interrumpiendo temporalmente la función normal de bombeo de sangre.
De acuerdo con un estudio de Sara Rojas y Johan Lopera, aproximadamente el 2% de todos los casos de síndrome coronario agudo, corresponden, en realidad, a una cardiomiopatía de Takotsubo, cuya identificación por parte del personal médico, resulta ser muy importante, debido a la alta incidencia que tienen los accidentes cardiovasculares a nivel mundial, ya que los ataques al corazón representan la principal causa de muerte en el todo el mundo, donde los varones son, por lejos, los más afectados y quienes más fallecen.
En relación con la sintomatología, resulta importante destacar que la cardiopatía de Takotsubo no presenta síntomas previos que puedan ser tomados como “advertencia”, y la persona experimenta esta afección como si fuera un verdadero infarto, con el mismo grado de intensidad y con el mismo nivel de dolor en el pecho, además de grandes dificultades para respirar, aparición de arritmias e insuficiencia cardíaca, mareos y una presión severa en el pecho.
No obstante lo anterior, un aspecto llamativo del síndrome de Takotsubo, es que alrededor del 95% de los casos que se producen a nivel global, pertenecen al género femenino, sin que hasta ahora se haya encontrado una respuesta clara y comprensible que explique esta elevada cifra de mujeres afectadas por el síndrome de corazón roto.
No cabe duda alguna, que un estrés agudo, experiencias traumáticas a nivel emocional –grandes decepciones, rupturas amorosas, malas noticias–, la pérdida de un ser querido, etc., pueden impactar a una persona como si fuera una puñalada directa al corazón, ya que aquello que experimenta el sujeto, cuando sufre el síndrome, se asemeja a la sensación de que la persona se va a morir.
En la pruebas de diagnóstico e imagenología, esta dolencia puede ser visualizada de manera muy precisa, ya que el corazón queda deformado –en forma temporal– en su lado izquierdo, un hecho que representaría una suerte de “huella dactilar” muy clara de identificar que muestra el gran impacto que pueden tener en nuestro organismo ciertas vivencias de estrés, especialmente, cuando el estrés se vuelve muy tóxico y nos marca con su dolor de manera indeleble.
En forma característica, el síndrome de Takotsubo se produce tras recibir la persona un duro impacto emocional, en función de lo cual, queda claro que ninguna persona está suficientemente preparada para afrontar la pérdida repentina de un ser querido, una separación violenta, una ruptura amorosa o el impacto de una gran decepción.
Sin embargo, lo que sí podemos hacer –de acuerdo con la experta Valeria Sabater–, es preparar e instaurar en nuestro ser interior “unos buenos cimientos para que ese impacto emocional no nos rompa” el corazón, lo que implicaría que el material del cual construimos esos cimientos internos, debería tener un cierto grado de flexibilidad, es decir, que tenga la capacidad para recibir el impacto, y a continuación, ser capaz de elaborar el suceso, con la finalidad de que el sujeto afectado pueda recuperar un estado de equilibrio, lo que llevaría a las personas a desarrollar una suerte de “resiliencia interna” frente a hechos negativos, o derechamente catastróficos.
Afortunadamente –y a diferencia de los accidentes cardiovasculares clásicos, que casi siempre son mortales o dejan graves secuelas–, los síntomas del síndrome de corazón roto son tratables, y la afección, para tranquilidad de las personas, generalmente, se revierte en unos pocos días o semanas.