Por Rubén Valencia
Estos últimos tiempos los movimientos ciudadanos han copado la agenda de cambios en el país, y una de las razones más que conocidas es el distanciamiento de las autoridades frente a los anhelos de los chilenos. Encuestas por doquier nos dan cifras cada día más paupérrimas del apoyo ciudadano a la clase política así como a los partidos en general.
Localmente hemos sido testigos de que uno de esos temas es la transformación de El Belloto en comuna, el cual a lo largo de los años se ha transformado en un slogan de campaña más que en hechos concretos por consolidar un deseo de la gran mayoría de los vecinos de este populoso sector de Quilpué. Sintomáticas son por lo tanto las repetitivas conductas reactivas de la autoridad municipal cuando se visibilizan las carencias que los vecinos podemos ver todos los días, y que dificultan nuestra vida cotidiana.
Es aquí donde podemos ver cómo un caso particular da luces de lo que ocurre en otras comunas del país. El actuar desconfiado y temeroso del Alcalde de Quilpué, por ejemplo, frente a la pérdida de control de situaciones, hechos o realidades que él estima controladas o mejor dicho, contenidas, es parte de ese Chile cansado de ver que el progreso es para algunos y no para todos. Realizar un acto tan simple como mostrar una imagen de la pobreza integralmente no sólo material; de un basural; de una extensa área sin urbanizar; incomoda a cualquier político profesional sin distingo de su signo partidista, por una razón simple, destruye el slogan y aterriza cualquier idea o concepto a una realidad visible, palpable.
Esta semana (nuevamente) hemos tenido que aparecer en la prensa por un homicidio relacionado al parecer con el consumo y tráfico de drogas, el miedo de declarar algo por parte de los vecinos es explícito y evidente bajo estas circunstancias. Somos el centro de atención, pero sólo por algunos momentos, después simplemente seguiremos conviviendo con nuestros miedos y conflictos. Paradójicamente ante este desgraciado hecho, nuestros propios vecinos también se sienten más seguros, ya que ahora pueden contar con la prioridad policial ante la necesidad judicial de resolver el crimen, por lo que paralelamente la presencia del Estado se hace más visible, siendo que para muchos de nosotros, en ciertas ocasiones, simplemente el Estado no existe en nuestros barrios.
Pero lo anterior es sencillamente parte de un todo, un todo que incluye la estigmatización de la propia comuna a la que pertenecemos, “es normal que ocurran esas cosas en ese lugar” es el comentario habitual, todo esto destruye el “sigamos avanzando”. Lo destruye porque nunca fuimos al mismo ritmo, no vamos a la par, nuestro compañero de barrio va varios cursos más arriba, y en un colegio con mejor infraestructura y resultados, eso es lo que pasa: El Belloto avanza lo que Quilpué consolidó décadas atrás, las dos plazas más grandes de la comuna no poseen absolutamente ningún símil en El Belloto; las inversiones realizadas en nuestros barrios corresponden en su mayoría a dineros provenientes de fondos del Gobierno Regional más que del Municipio, y en la mayoría de estos casos, dichos programas van en “rescate” de barrios y vecinos, no es una invitación a participar de las decisiones de la comuna, es la “oportunidad” para no caernos del barranco. Rogamos urbanización en materias que en Quilpué se da por sentido común. Es aquí donde la realidad diaria colisiona y retrotrae una situación pretendida como general a una realidad pretérita, destruye el slogan transformándolo en un patrimonio de unos pocos pero no de la mayoría, por ello la necesidad de acallar, de desvirtuar esta otra visión de la realidad comunal. Pero no solamente el enfoque debe ser material, es la humillación la que condiciona, la limosna institucional y municipal, la presión psicológica de sentirse el ejemplo de lo que no se quiere ser, la carga es fuerte, por eso que la pobreza es integral, porque afecta todas las áreas de la vida de las personas, principalmente la psicosocial.
De ahí la necesidad de ser comuna, de decidir, de no ser condicionados, de romper con el cliché y el slogan de lo que no somos, tenemos virtudes y defectos, pero lo más importante, tenemos nuestra identidad, y esa identidad es la que nos permite saber de nuestros errores, de nuestras carencias, de lo que necesitamos para el futuro, lo cual no se condice con el slogan municipal, pero también por una razón mucho más simple, no somos quilpueinos, somos bellotinos.
LA COMUNA DE EL BELLOTO COMO DESTRUCCIÓN DE LOS SLOGANS MUNICIPALES https://t.co/sr9Lo4cKE7
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