Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Académico e Investigador (UACh)
“Trata a los demás como querrías que te tratasen a ti” (Regla de Oro o Principio Moral de la Antigüedad).
Originalmente, el concepto “Truco o trato” –también “Dulce o truco”– (del inglés: Trick-or-treat) era una leyenda popular, en virtud de la cual, no sólo los espíritus de los difuntos eran libres de transitar por la Tierra la noche de Halloween, sino que toda clase de seres procedentes de todos los reinos espirituales de la Tierra.
Ahora bien, aterricemos y examinemos la problemática –y la acalorada discusión que está provocando– la inmigración (o tránsito por la Tierra) de miles de extranjeros hacia nuestro querido Chile, en relación con la cual, el gobierno, la clase política en general, los partidos políticos en particular, y el oficialismo y la oposición en especial, parecen haberse enfrascado en una estéril discusión llena de descalificaciones mutuas (¡qué novedad!), acusaciones de racismo, xenofobia y otros múltiples dimes y diretes, que lo único que ha logrado hasta ahora, es distraer la atención de lo que verdaderamente importa: ¿cómo deberemos “tratar” a los extranjeros e inmigrantes que llegan a Chile en busca de nuevas y mejores oportunidades? ¿Recibirlos de buena forma y acogerlos? ¿O deberemos someterlos a algún tipo de “trato” o “truco” especial, negarles la estadía y despacharlos de inmediato de vuelta con sus maletas a los mismos lugares desde donde viajaron?
Hay una famosa canción compuesta por Chito Faró, parte de cuya maravillosa letra es constantemente recordada para efectos de resaltar y destacar la extrema cordialidad del pueblo chileno hacia los extranjeros e inmigrantes, y dice así: “Si vas para Chile (…) campesinos y gentes del pueblo te saldrán al encuentro viajero y verás cómo quieren en Chile al amigo cuando es extranjero”. Eso dice la letra de la canción, de la cual, hasta hace algunos años atrás, estábamos muy orgullosos. Además, de yapa, al visitante le agregábamos la frase “My house is your house” (“Mi casa es tu casa”), especialmente, si frente a nosotros teníamos a un extranjero rubio, alto, de ojos azules, de origen europeo o norteamericano.
Hoy en día, la misma canción se está usando de manera bastante irónica y burlesca ante las múltiples muestras que está dando una parte significativa de los gobernantes y la clase política de Chile –y el mismo pueblo chileno– ante situaciones de clara xenofobia, es decir, de rechazo y odio hacia ese extranjero, ESPECIALMENTE, si dicho extranjero es algo moreno, un poco bajito y no viene, precisamente, de Europa, sino que de Latinoamérica. ¿En qué quedamos entonces?
La pregunta planteada es válida, especialmente, si tomamos en consideración el “enrarecido” ambiente que prima en Chile al respecto de este tema, ya que basta con leer la prensa, escuchar las declaraciones públicas de diversos políticos, mirar las noticias en la televisión, etc., para advertir que hay algo que camina chueco al respecto del tema en comento. Basta con poner un poco de atención al tipo de lenguaje que se está usando en los medios de comunicación, para que suenen las alarmas y las campanas de alerta.
De acuerdo con numerosos expertos y estudiosos del lenguaje, entre ellos el Dr. Teun van Dijk, del cual tuve el honor de ser uno de sus estudiantes de Doctorado en España, el “lenguaje escrito, oral o en forma de imágenes puede influir, ya sea positiva o negativamente en los estados de ánimo, opiniones, comportamientos y, por sobre todo, en las decisiones de las personas, pudiendo generar una serie de prejuicios y falsas percepciones”.
¿Y qué es lo que leemos en la prensa, radio y televisión, o escuchamos en las declaraciones de muchos “referentes” públicos y sociales? Pues bien, frases como: “Invasión de haitianos en el Registro Civil”, “Tsunami de peruanos en Santiago”, “Oleada de bolivianos llega a Chile”, “Terremoto de colombianos azota el norte de Chile” y así, sucesivamente, con los extranjeros venezolanos, ecuatorianos, argentinos y de otros países. El problema, es que conceptos como “invasión”, “tsunami”, “oleada”, “terremoto”, etc., inmediatamente se asocian en el inconsciente colectivo con cosas y sucesos altamente negativos, destructivos y con carácter aflictivos. Nunca los tsunamis y los terremotos han traído buenas noticias para nosotros los chilenos.
Por lo tanto, a través de la suma del lenguaje utilizado por los medios de prensa y las declaraciones públicas de nuestros líderes y gobernantes políticos, se va “modelando” e instalando en la mente de los chilenos, a la inmigración como una gran y letal amenaza, más que una posible oportunidad de ampliar nuestros horizontes.
El Dr. Van Dijk habla de la existencia de un principio que él llama el “cuadrado ideológico”, es decir, aquel principio que conduce a la auto-presentación positiva de uno mismo y a la presentación con características negativas del otro. Este principio constituye parte de una estrategia global de la comunicación de tipo ideológico y representa los siguientes pasos:
1. Expresar o enfatizar información positiva sobre NOSOTROS: nosotros los chilenos somos muy solidarios; somos los campeones de la teletón; somos valientes y corajudos; somos honrados y buenas personas; somos muy trabajadores, casi trabajólicos, etc.
2. Expresar o enfatizar información negativa sobre ELLOS: ellos (los extranjeros) son ladrones, estafadores y sinvergüenzas que vienen a robarnos; los inmigrantes vienen a quitarnos nuestros trabajos y fuentes laborales; ellos nos quitan las vacantes de nuestros hijos en los colegios y universidades; se aprovechan de nuestros beneficios de salud y educación; ellos son cobardes y traicioneros, etc.
3. Suprimir o des-enfatizar información positiva sobre ELLOS: en realidad los extranjeros no son tan trabajadores como nosotros; la verdad, es que su nivel de educación no es tan bueno como dicen; los extranjeros profesionales no son tan capos como los nuestros, etc.
4. Suprimir o des-enfatizar información negativa sobre NOSOTROS: nosotros tenemos una sola palabra y no jugamos al doble estándar y doble moral; la hipocresía no es parte de nuestra idiosincrasia nacional; los asaltos, pillaje y robos a tiendas y supermercados durante el terremoto del 27 de febrero de 2010 que dio la vuelta al mundo fue sólo un problema puntual de unos pocos; nosotros no discriminamos a los mapuches y otras etnias como en otros países, etc.
Por lo tanto, bajo esta forma “encubierta” de categorizar a las personas, así como a través de las estructuras discursivas y del uso del lenguaje, tendemos a destacar NUESTRAS cosas buenas y a enfatizar SUS cosas malas. Muy similar, por cierto, a lo que hacen los poderosos y la clase política: intentan proyectar una imagen positiva de sí mismo, al mismo tiempo que buscan mitigar (minimizar, bagatelizar) aquellos aspectos que pueden manchar la imagen del político o del partido que éste representa, en tanto que todo lo opuesto –y en términos muy negativos– sucede con el oponente, sobre el cual recaen todos los pecados y penas del infierno: mentalmente incapaces, embusteros, aprovechadores, hipócritas, ladrones, sinvergüenzas, etc.
Por lo tanto… ¿qué está sucediendo con el alma nacional respecto de los inmigrantes que llegan a Chile? ¿Nos habremos olvidado que una parte significativa de la población chilena que se declara patriota al cubo lleva apellidos que son de origen extranjero?
¿Nos habremos olvidado que Vicente Pérez Rosales –estadista, diplomático y comerciante chileno– a solicitud del Gobierno chileno partió a Europa a “invitar” en el año 1849 a miles y miles de extranjeros a viajar a nuestro país con el objetivo de poder colonizar el sur de Chile. Es decir, estamos hablando –a lo menos– de “colonizar” la novena, décima, décimo primera, décimo segunda y décimo cuarta regiones de nuestro país, regalando millones de hectáreas de terreno, ganado, herramientas, alimentos y materiales a colonos alemanes, eslavos, serbios, croatas, italianos, ingleses, españoles, etc.
Para qué decir, que muchos de estos millones de hectáreas no eran exacta y precisamente propiedad del estado de Chile, situación que hoy nos tiene envueltos –por lo menos en la novena y décima regiones– en diversos y graves litigios con la etnia mapuche por la legítima propiedad de las tierras.
Y aquí viene una nueva pregunta ¿Y qué deberíamos hacer con todos los diputados, senadores, ministros de estado, presidentes y presidenciables “chilenos” con apellidos extranjeros? ¿Expulsarlos y mandarlos de vuelta a sus países de origen? En ese caso, estaríamos hablando de Bachelet, Frei, Aylwin, Aleuy, Krauss, Furche, Williams, Ottone, Squella, Van Rysselbergue, Allende, Chahuán, Goic, Horvath, Boric, Jackson, Chahin, Walker, Edwards, Rossi, Girardi, Parisi, Tuma, Tarud, Schilling, Sabat, Saffirio, Pilowsky, Mirosevic, Kort, Kast, Becker, Auth, y un muy largo etcétera.
¿Y qué deberíamos hacer con los empresarios Luksic, Paulmann, Solari, Falabella, von Baer, Saieh, von Appen, Edwards, von Mühlenbrock, etc., etc.? ¿Deportarlos hacia los lugares de dónde provienen sus padres?
¿Y qué pasa con el último censo de chilenos viviendo y trabajando en el extranjero, que suma la no despreciable cifra de un millón de chilenos emigrantes? ¿Tendríamos que repatriarlos y traerlos de vuelta a Chile a todos ellos? Al respecto de este punto, digamos que en Chile tenemos actualmente a 477 mil extranjeros, cifra que representa alrededor del 2,7% de la población, en tanto que en países desarrollados, la cifra de extranjeros gira en torno al 10% de la población, y en naciones pertenecientes a la OCDE, ese porcentaje es incluso mayor. ¿En qué quedamos, entonces?
A raíz de los múltiples prejuicios, manipulación de datos, información falsa y distorsionada, ignorancia, etc., se ha generado una serie de mitos en torno a los inmigrantes. Revisemos brevemente algunos de ellos,identificados por la periodista María Paz Salas ya en octubre del año 2014:
- Los extranjeros en nuestro país son “demasiados” y nos están “invadiendo”. Realidad: sólo el 2,7% de la población actual chilena corresponde a residentes extranjeros.
- Los extranjeros son “responsables del aumento de la delincuencia”. Realidad: de las más de 42 mil personas condenadas y presas en nuestro país sólo dos mil son extranjeros, esto corresponde al 0,36% de los 477 mil extranjeros residentes versus el 2,5% de delincuentes chilenos. Recordemos, asimismo, que casi el 50% de los diputados y senadores de nuestro país están siendo (o han sido) juzgados en Chile por diversos delitos, y presentan un largo prontuario delictual: malversación de fondos, apropiación indebida de fondos fiscales, emisión de boletas y facturas falsas, lavado de dinero y activos, recibo de coimas y cohecho, financiamiento irregular de campañas políticas, evasión de impuestos, etc. (¿Quién es el delincuente, en este caso?).
- Los inmigrantes que llegan a Chile son analfabetas y de “bajo nivel educativo”. Realidad: de acuerdo con estudios y cifras que se obtienen del Registro Civil y estudios de diversas universidades, el 77% de los extranjeros tiene 10 o más años de estudios en diferentes áreas, en tanto que sólo el 50% de los chilenos alcanza ese nivel de educación. Y lo que es más significativo: según un estudio y análisis del Instituto Libertad y Desarrollo el 43,56% de los inmigrantes tiene educación superior. Una proporción muy superior a la chilena.
- Los hijos de residentes extranjeros repletan las escuelas y le “quitan las vacantes” a los niños chilenos. Realidad: sólo el 5,7% de los niños matriculados en la Red de Municipalidades son hijos de inmigrantes, es decir, uno de cada 20 niños, muchos de los cuales son ya chilenos por derecho propio, es decir, por haber nacido en tierras chilenas (derecho de suelo o ius soli).
- Los inmigrantes le “quitan el trabajo a los chilenos”. Realidad: los inmigrantes están ocupando puestos de trabajo que los trabajadores chilenos ya no desean desempeñar, o bien, ocupan puestos, para los cuales no existen personas suficientemente calificadas. Y otra cosa más: el Director del Departamento de Extranjería y Migración, Rodrigo Sandoval, señaló que de los cupos y puestos de trabajo que van a quedar sin ocupar en los próximos diez años, la mano de obra chilena estará en condiciones de cubrir sólo un 35% de dichos cupos. ¿En qué quedamos entonces?
Digamos, finalmente, que así como vamos, el clasismo, racismo y la xenofobia que está mostrando parte del pueblo de Chile, podrían formar parte del ADN nacional, y de nada nos serviría burlarnos y reírnos del reciente electo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, si lo que queremos hacer en Chile con nuestros extranjeros, es lo mismo que quiere hacer Trump con los inmigrantes de ese país –que incluye, por cierto, a miles de chilenos residentes en USA–, a saber, expulsarlos a todos, con la única diferencia que nuestra “expulsión” sería a menor escala. Esa sería la única diferencia.
Recordemos entonces, la Regla de Oro de la antigüedad: trata a los demás como tú quisieras que te tratasen a ti cuando salgamos de Chile y viajemos al extranjero. No vaya a ser que suceda lo que cuenta el anecdotario histórico de Suecia en los años 90, país que recibió a miles de refugiados chilenos, nación que, supuestamente, puso varios carteles gigantes donde se podía leer: “En esta zona puede haber chilenos robando. Recuerde que el robo es parte de su cultura”. (Suceso relatado por el músico y cantautor chileno Eduardo Gatti Benoit, de viaje y visita por Suecia).
Si la historia es verdadera, por cierto que indigna a todo chileno que la lee.
Me parece un artículo de buena “intención”, correcto, de buena crianza. Pero ¿de ahí a la realidad pura?, o como he expresado en otros medios – opiniones de escritorio o estadísticas de escritorio. Efectivamente las cifras en algunos puntos lo puedan avalar, sin embargo en esto es una distancia importante de lo que ocurre en la calle.
Yo creo que hay un segmento de la población que apela a la regulación, no al cierre de fronteras. Hay un crecimiento importante de extranjeros, principalmente de haitianos y colombianos y eso se evidencia sólo caminando por cordones principales de regiones como Valparaíso y Santiago, para que decir el norte de Chile. Nosotros somo un país pequeño, geográficamente y en población, por tanto cualquier alteración es muy notoria.
Sr. articulista, si usted recorre las principales calles de Valparaíso y específicamente lugares donde hay pequeños negocios, en un par de horas se dará cuenta que estamos en presencia de verdaderas mafias prestamistas que recorren local por local cobrando sus comisiones. Lo mismo lo puede ver en la ferias, un negocio extremadamente peligroso sin regulación y que probablemente con nefastos resultados para los involucrados que no logren concretar sus pagos. Otro ejercicio, entre usted a los llamados café casinos de juegos, instalados en la región, entre a cualquiera, y podrá ver que están gestionados, todos, pero todos por extranjeros (no precisamente europeos), para qué referirse de Santiago, que sólo transitar por la Alameda es sentirse como en el Palenque de San Basilio.
Otro punto en desacuerdo, en absoluto con usted, es que indique que “Hay trabajos que los Chilenos no quieren realizar” – eso es absolutamente falso – En Alemania usted podrá encontrar que muchos de sus habitantes no están dispuestos a retirar la nieve de los edificios, tarea que ejercen sin reparos muchos latinos. Pero en Chile, el trabajo es trabajo y si usted está bajo la necesidad de llevar dinero al hogar, le aseguro que nadie deja de lado cualquier oportunidad. Otra cosa son los empleadores, que probablemente prefieran pagar menos a un extranjero que a un Chileno, y ese modelo se da en Chile, mucho y del cual poco se habla en los medios y tal vez por ese motivo la estadística entrega un dato no correcto.
Para cerrar mi comentario, el hecho concreto es comenzar a regular, por aquello que yo le he descrito que tiene relación con la calle, tengo la sensación de que está llegando mucho gente al país y lo lamentable es que John Jairo Velásquez (el sicario de Escobar) indicó que dada las condiciones de nuestro país, es fácil convertirse en una nueva Colombia. Peligroso Sr. muy peligroso.
Muy estimado Sr.Luna: primero que todo, deseo expresar a usted mis agradecimientos por su preocupación e interés en analizar con detalle los contenidos de mi artículo.Eso por un lado.
Por otra parte, deseo hacer algunas precisiones al respecto de su análisis. En primer lugar, en ninguna parte del artículo se señala que no debe haber CONTROL en el ingreso de los extranjeros a nuestro país, o que éstos no deban ceñirse a nuestras leyes y respetarlas. Por el contrario, la frase de tratar al otro de buena manera incluye la reciprocidad, de otra forma, la Regla de Oro no SIRVE.
En segundo lugar, le sugiero revisar sus apreciaciones en cuanto a que Chile sería un país pequeño, por cuanto, Chile en superficie continental es más grande que CUALQUIERA DE los 29 países europeos con nada menos que 756.000 Kms. cuadrados. El país que se le acerca es Francia con 547.000 Kms. cuadrados, es decir, nada menos que 200 mil kilómetros cuadrados menos pero con 64 millones de habitantes. Alemania, por su parte -país e idioma que conozco muy bien por haber vivido, estudiado y trabajado allí- tiene apenas 357.000 Kms. cuadrados, es decir, menos de la mitad de la superficie de Chile, PERO CON MÁS DE 😯 millones de habitantes, país donde casi un 10% de su población son extranjeros y emigrantes, es decir, 8.000.000 de personas, es decir, más de la mitad de la población de todo Chile. A la superficie de Chile no le he sumado la Isla de Pascua y la de Juan Fernández, así como tampoco el millón doscientos mil kilómetros cuadrados de la Antártica chilena. Chile, en realidad, es un país grande.
Finalmente, quiero señalarle -con la mejor de las intenciones- que usted tendría que decirles a Rodrigo Sandoval (Director del Depto. de Extranjería e Inmigración del gobierno de la presidenta Bachelet) y a María Paz Salas (periodista investigadora) que lo que ellos señalan en relación con el trabajo en Chile para los extranjeros es falso, ya que esa información basada en estudios e investigaciones la entregaron ellos, y uno de los cuales (el Sr. Sandoval), representa a la máxima autoridad en el ámbito de los extranjeros e inmigrantes en Chile.
Vuelvo a agradecer su interés por esta materia que a todos nosotros nos preocupa y nos gustaría solucionar de la mejor forma. Espero que más adelante podamos seguir intercambiando opiniones.
Un atento y cordial saludo.
La inmigración es un tema sobre el cual todos deberíamos tener una opinión y postura. Contra más información manejemos sobre este tema, es mejor.
Nunca se sabe cuando alguien necesite que le tiendan una mano y se le dé un espacio donde pertenecer y una oportunidad donde echar y consolidar raíces, y así poder aportar.
En todos los países del mundo se puede encontrar gente de otras nacionalidades que han sido recibidos y acogidos. Es bueno darles una oportunidad a los demás, pero también hay que poner límites, para asegurar los equilibrios de las naciones.
Muchas gracias VAMZ por las reflexiones y comentarios en relación con mi artículo y coincido plenamente en que, al igual que lo que señala el Sr. Pedro Luna, es necesario poner ciertos límites y reglas claras con el objetivo de asegurar, justamente, los equilibrios de las naciones que reciben a muchos inmigrantes.