Por Uwe Rohwedder
Arquitecto y académico UCEN
Lo que ayer eran certezas hoy no lo son. En nuestro horizonte ya poder ver que se producirán cambios importantes, dentro de ellos, muchas formas de ver y desarrollar la arquitectura de nuestro país.
Uno de los principales paradigmas, la vivienda propia, podría evolucionar y no ser el gran objetivo a lo largo de la vida. Renacen con ellos algunas formas de habitar colectivo, posiblemente los subsidios de arriendo lleguen a ser muy protagónicos, en general por el alto costo del suelo. A pesar de la pandemia se sigue pensando en una mayor movilidad de los jóvenes que salen al mercado laboral, el tener el trabajo en casa, por ejemplo y cambiar de trabajo constantemente.
Nuevas formas de vida, por ser más solitaria en las grandes ciudades, en contraposición debería tender a un mayor sentido de comunidad, compartir servicios para buscar una mayor sostenibilidad o economía colaborativa. Soluciones modulares que permitan cambios rápidos en las formas de uso, cambiar fácilmente ambientes y lugares para recibir amigos, configurar módulos de trabajo y la relación cada vez mas importante, una incorporación de elementos naturales para asegurar luz natural y buena oxigenación.
El tema de la salud no será menor pensando en una población que esta envejeciendo, las cocinas y los baños en general son desde el punto de vista de la accesibilidad los lugares más complejos, por lo que necesitan un diseño apropiado. Existen autores que hablan del ‘8-80 Cities’, “si todo lo que hacemos en nuestras ciudades funciona bien para niños de 8 años y para adultos de 80 años, será óptima para todos”.