Las nueve frases que pueden salvar una relación

Publicado por Equipo GV 9 Min de lectura

Dr. Franco Lotito C.  –  www.aurigaservicios.cl
Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)

Si bien es cierto que los actos valen más que las palabras, no cabe duda alguna que las palabras que salen de nuestra boca también cuentan y tienen un peso que puede desequilibrar la balanza. Es lo que asegura el experto en comunicación  y oratoria, John Bowe, autor de un libro titulado “Tengo algo que decir: dominando el arte de hablar en la era de la desconexión”.

Hoy en día, es muy habitual que nuestra forma de comunicarnos con los demás genere efectos no previstos por nosotros, a raíz de lo cual, podemos hacer sentir incómoda a una persona, sin que esa haya sido nuestra intención. Quizás nos damos cuenta de ello en el momento, o tal vez no, pero de inmediato notamos que la persona que tenemos frente a nosotros se pone a la defensiva, o bien, la conversación toma ribetes desagradables que no esperábamos ni queríamos provocar. Y si bien no todo depende directamente de nosotros  –como consecuencia de que cada individuo con el que nos relacionamos es diferente a los demás– esta persona reaccionará de una u otra  manera, de acuerdo con su propia experiencia, a raíz de lo cual, debemos aprender a tomar conciencia acerca de cómo nos comunicamos y qué palabras utilizamos para mejorar nuestra manera de llegar a los demás y lograr que nos entiendan.

Por lo tanto, introducir las frases que analizaremos a continuación en nuestra forma de comunicarnos con los demás puede: (a) mejorar y salvar una relación interpersonal, (b) nos permite desarrollar la empatía y conectarnos de mejor forma con los demás, (c) nos ayuda a construir relaciones más auténticas, sólidas y sinceras. Pasemos entonces a revisar estas frases:

  1. “Estoy escuchando con atención lo que me estás diciendo”: aprender a escuchar en forma activa es algo básico, si es que queremos comunicarnos de buena manera. Al prestar atención y mirar a los ojos de nuestro interlocutor, éste ya se siente escuchado. En este sentido, al decir la frase: “Lo que me estás diciendo es que…” la persona se da cuenta de dos cosas, a saber, (a) que ha sido, efectivamente, escuchada y (b) que se ha comprendido lo que ella ha dicho, lo que permite, a su vez, profundizar y aclarar las ideas, si es que la otra persona fue poco precisa en su primera intervención.
  2. “Puede que tengas razón”: si bien nadie posee la verdad o la certeza absoluta, en ocasiones actuamos como si tuviéramos la verdad y la certeza de nuestra parte, sobre todo, cuando estamos solicitando que algo se haga de una determinada manera. La frase anterior puede ser muy útil cuando existen desacuerdos en lo que ambas personas proponen, en función de lo cual, se hace más fácil retomar la conversación sin romper la armonía, ya que a nadie le gusta que lo ignoren o que no le hagan caso.
  3. “Tenías razón, me había equivocado”: errar es humano y el acto de admitir que uno se ha equivocado es la mejor fórmula para facilitar una comunicación abierta y fluida. De hecho, según John Bowe, admitir que la otra persona tenía razón y que uno se ha equivocado es una “gran herramienta para limar asperezas, pasar a otro tema y ganar respeto”, al mismo tiempo que el sujeto muestra una gran capacidad para no actuar de manera egoísta en las conversaciones.
  4. “Muchas gracias por hacer esto”: no muchas personas saben que nuestro maravilloso cerebro tiene un sesgo cognitivo conocido como “el sesgo de negatividad, el cual nos hace prestar mucha más atención a lo negativo que a lo positivo”, a raíz de lo cual, ser capaces de ver lo positivo en aquello que hacen los demás y mostrarse agradecido en nuestras interacciones diarias, muestra que valoramos a los demás, mejorando las relaciones. La razón es fácil de comprender: en un mundo en el que la gratitud, el respeto por la dignidad del otro y el reconocimiento a lo que hacen los otros escasea, vale la pena ser algo generoso a la hora de elogiar y entregar un reconocimiento a los demás. Además, es una fórmula necesaria, si se quiere incentivar la buena conducta.
  5. “¿Podrías ayudarme con esto por favor?”: No es lo mismo que alguien nos dé una orden y/o que nos pidan que hagamos una cosa, a que nos soliciten nuestra ayuda para hacerla, donde el tono y la inflexión de voz juegan un papel relevante. Es por ello, que la persona que recibe la petición la experimentará de forma diferente, según sea la forma en que se haga la petición.
  6. “¡Eso es muy interesante!”: no se trata aquí de “sobar el lomo a nadie” o de fingir que cualquier cosa que ha dicho nuestro interlocutor sea interesante. Sin embargo, si uno presta atención a lo que la otra persona está diciendo, es seguro que encontraremos algo que merezca la pena ser valorado. Es un gesto que trasmite al otro que uno ha tomado nota de lo que está diciendo, y que ese algo ha sido escuchado y tomado en cuenta.
  7. “Está bien, hazlo a tu manera”: está frase es muy apropiada cuando nos damos cuenta que nuestro primer impulso es el de querer controlar lo que la otra persona hace o cómo lo hace. Cuando alguien está haciendo algo de manera distinta a como lo haría uno, el primer pensamiento que se nos cruza por la mente, es que uno lo haría mejor que la otra persona, por lo tanto, decirle a dicha persona que lo “haga a su manera” es una forma simple y sencilla de expresar confianza en ella. La recomendación es que al dar ese voto de confianza sea con sinceridad y con una sonrisa en la cara.
  8. “¡Hoy llevas puesto un vestido (camisa, corbata, blusa) muy bonito!”: dado que, hoy en día, todo el mundo anda corriendo y muy estresado buscando cumplir con sus tareas y obligaciones, resulta muy agradable escuchar, de vez en cuando, que hay algo que se ha hecho bien. A la gente le gustan los elogios, aun cuando hagan como que no. La idea es ser honesto y sincero al hacer el cumplido.
  9. Cuando lo preferible es no decir nada: el gran escritor norteamericano Ernest Hemingway decía que se “necesitan dos años para hablar y sesenta años para aprender a callarse la boca”, por lo tanto, en lugar de destacar con malos modales cosas desagradables, descalificar al otro o dar opiniones sin fundamentos, lo mejor –y lo recomendable– es guardar silencio y tomar algo de distancia. Por último, si es necesario aclarar algunas cosas que se han hecho mal, lo ideal es hacerlo en privado, en el lugar, en el tono y en el momento apropiado.

Digamos finalmente, que dado el hecho, que cada persona con la cual nos relacionamos es un ser humano distinto y único, esta persona reaccionará de manera diferente de acuerdo con su propia experiencia y su modo de ser, a raíz de lo cual, será relevante que nosotros tomemos conciencia de cómo nos comunicaremos y qué palabras utilizaremos a fin de mejorar nuestra manera de llegar a los demás y hacernos entender de la mejor forma.

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