Mayor riesgo de depresión, problemas de salud reproductiva, intentos de suicidio, embarazo no deseado y relaciones de pareja violentas, son algunas de las consecuencias según explicó la matrona de la U. San Sebastián, Erica Castro. “Se ha observado que mientras más tempranamente haya ocurrido el fenómeno de la violencia, sus efectos serán más profundos”, dijo la experta.
Una encuesta del Injuv reveló que un 51% de los jóvenes conoce a víctimas de violencia en el pololeo, donde un 49% opina que la principal causa de este tipo de actitudes son los celos. El estudio de opinión se aplicó a 1.012 personas entre 15 a 29 años de todas las regiones del país.
Al respecto, la matrona y académica de la U. San Sebastián, Erica Castro, alertó sobre las consecuencias de este tipo de acciones. “Las experiencias abusivas durante la adolescencia, pueden tener efectos graves sobre la salud y el desarrollo de los jóvenes: mayor riesgo de depresión, problemas de salud reproductiva, intentos de suicidio, embarazo no deseado y relaciones de pareja violentas”, indicó.
Estas acciones de violencia no se identifican de inmediato, ya que al principio se consideran circunstanciales o intrascendentes. “Sin embargo, se ha observado que mientras más tempranamente haya ocurrido el fenómeno de la violencia, sus efectos serán más profundos y duraderos en la relación”, afirmó la académica.
“La violencia se expresa inicialmente con insultos, críticas, hasta llegar a la violencia física. Esta última se inicia con pellizcos o empujones, los que muchas veces se dan en contextos de juegos, ocultando o minimizando un potencial riesgo que puede convertirse en pauta de comportamiento habitual, con posibilidad de escaladas en intensidad y gravedad de estas agresiones”, dijo Castro.
La profesional explicó que “muchas de las situaciones de violencia se mantienen en secreto, como una necesidad de proteger la propia imagen. En el caso de la mujer, se produce debido a la percepción de responsabilidad en las relaciones de abuso, ya que se mostraría la incapacidad de frenar estas situaciones o de hacerse respetar. En el caso de los hombres, hay un trasfondo cultural muy fuerte, sobretodo en sociedades muy machistas, donde el sentido de burla y de posibilidades de ser ridiculizados y/o marginados en el medio es alto”.
La matrona de la USS señaló que “se ha demostrado, que la violencia se aprende, sobre todo, observando modelos significativos, es decir a padres, hermanos y personas cercanas. De ahí que las intervenciones deben iniciarse en la adolescencia, para romper ciclos de perpetuación de la violencia o de victimización, los que de otra manera puede continuar en la edad adulta”.