Por Catalina Maluk Abusleme
Decana Facultad de Economía, Universidad Central
Dedicarse al cuidado de los hijos y al hogar, trabajar en jornada flexible o media jornada, para conciliar la vida familiar, o trabajar jornada completa, son parte de las fuertes contradicciones que enfrentan las mujeres que son madres.
Cada opción conlleva resultados y aspectos importantes de considerar, a la luz de la cultura chilena, y que condicionan la calidad de vida de las mujeres y su núcleo familiar.
Dedicarse exclusivamente al hogar, implica costos que se centran principalmente en el desarrollo profesional y económico, los que se contraponen con el beneficio de la dedicación absoluta al cuidado de la familia.
Por otra parte, trabajar jornada completa permite el desarrollo profesional y económico de la mujer, alcanzando, incluso, cargos de responsabilidad y una mejor calidad de vida, pero implica la ausencia del hogar y, por lo mismo, delegar funciones domésticas en terceras personas.
Por último, la jornada parcial que parece ser el anhelo de muchas mujeres, tiene su gran ventaja en la flexibilidad horaria, pero quienes trabajan media jornada o en jornada flexible, se suman la mayoría de las labores del hogar, terminan trabajando más tiempo, ganan sueldos menores y es más difícil que puedan acceder a cargos directivos.
No obstante, optar a cargos de este tipo sigue siendo una gran oportunidad para las mujeres, porque pueden abordar esas dos facetas tan importantes para su desarrollo.
El mundo moderno requiere que cada vez más mujeres ingresen al trabajo remunerado y las jornadas flexibles ciertamente son un apoyo en esta línea. Avanzar en puestos flexibles para las mujeres incentivará su integración al mundo laboral, siempre y cuando se respete la carga y el horario acordado; solo así verán en su trabajo un aporte para la empresa, para ellas mismas, y también para el bienestar de sus familias.